Lorenzo
Vi cómo Laura, Bella y Teresa se dirigían a la cama antes de volverme hacia los guardias de seguridad.
"Ahora, me gustaría saber cómo ese hombre entró en mi habitación", dije y los guardias de seguridad se miraron entre sí.
"Lo siento señor, debe ser un error, no sabemos cómo ha entrado señor", dijo uno de los guardias de seguridad que supongo que es el jefe del equipo y lo agarré por el cuello.
"¿No lo sabes? ¿Ese bastardo entró y casi estrangula a mi mujer hasta la muerte y no lo sabes?" Pregunté y Emilio me cogió de la mano.
"Déjalo ir, Lorenzo." Dijo y lo miré fijamente.
"Por favor, señor", suplicó uno de los otros guardias de seguridad y otros se unieron a la súplica, pero yo estaba demasiado enfadado para escucharles, el hecho de que Ricardo estuviera en la habitación y ellos no supieran cómo me enfurecía.
"¡Déjalo ir!" Laura dijo corriendo hacia mí.
"Para, Lorenzo", ella dijo quitándome la mano del cuello al tipo.
"Casi te mata y me dicen que no saben cómo entró en la habitación", dije sorprendido al oír que me temblaba la voz.
"Él no me mató, así que no te preocupes", ella dijo y la puse en mis brazos.
Por primera vez en mucho tiempo, me resultó difícil controlar mis emociones. Tenía miedo y temblor, pero no pude evitar mostrarlo.
"Estoy bien." Susurró y la presioné más cerca.
"Lo siento, lo siento, no pude hacer nada." Dije y dejó una pequeña distancia entre nosotros mirándome.
"No hay nada de qué disculparse, llegaste justo a tiempo", ella me sostuvo la cara con la palma de la mano.
"Estoy bien, créeme." Dijo y asentí.
Cuando levanté la vista, me di cuenta de que todos nos estaban mirando. Me aclaré la garganta y la llevé a mi lado.
"Emilio, asegúrate de que no se vaya de Miami, yo haré lo mismo desde mi lado", le dije y él asintió con la cabeza.
"Y vosotros, si no me dais una explicación antes de que acabe el día de hoy, vosotros y vuestro jefe tendréis noticias de mis abogados, deberíais marcharos ahora", les dije y se marcharon inmediatamente.
"¿Dónde está mamá y María?"
"Con el conserje, les conté lo que pasaba, querían venir con nosotros, pero no les dejé, por si acaso", contestó Emilio.
"Estupendo, ya puedes traerlos, para que vean que está bien", le dije y él asintió con la cabeza.
Salió de la habitación con Bella y Teresa se quedó en la habitación. La dejé. Laura y yo nos sentamos en el sofá.
Empecé a hacer llamadas y en treinta minutos me había puesto en contacto con gente que se aseguraría de que Ricardo no saliera de Miami, aunque lo intentara le iban a pillar.
Para entonces mi madre, Bella y María estaban en la habitación con Laura y Teresa, Emilio entró unos minutos más tarde para decirme que también había hecho llamadas.
"Solo tenemos que esperar noticias, pero estoy seguro de que lo encontrarán", dijo y yo asentí.
"Espero que lo encuentren pronto, es la única manera de que mi mente esté tranquila, no puedo evitar preocuparme de que vuelva y le haga daño a Laura", le dije y me dio unas palmaditas en la espalda.
"No te preocupes, sé que no dejarás que le pase nada".
"Ese es el problema, eso era lo que yo pensaba, pero mira lo que ha pasado hoy, la estaba estrangulando delante de mí, pero no pude hacer nada".
"Deja de sonreír así", le dije y él negó con la cabeza.
"No puedo parar, estoy demasiado feliz, mi hombre está completamente enamorado,"
"Cállate", lo golpeé suavemente.
Cenamos todos juntos tranquilamente después de que me revisara el médico Laura, luego charlamos un rato después de cenar antes de que cada uno se fuera a su habitación.
Me sentía muy cansada, pero conseguí ir al baño y me bañé después de que Laura se bañara.
Sequé el pelo de Laura y ella secó el mío, nos metimos en la cama y nos abrazamos, pero no dormimos, yo estaba agotado, pero no podía dormirme mientras ella seguía despierta.
"Lorenzo."
"¿Sí?"
"Me he dado cuenta de algo antes mientras me cambiaba de ropa", dijo y me incorporé para mirarla.
"¿Qué es eso? ¿Pasa algo malo?" Le pregunté y ella se sentó también.
"No, no pasa nada, ven que te lo enseño", dijo levantándose de la cama y yo hice lo mismo.
Entró en el cuarto de baño y yo la seguí, se quedó de pie frente al espejo, lo que me hizo preguntarme qué estaba pasando.
"¿Estás listo?" Ella me pidió y asentí, aunque no sabía lo que pasaría.
Al principio no entendí lo que estaba haciendo, pero cuando lo vi, mis ojos se abrieron de par en par y me quedé con la boca abierta de la sorpresa.
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