Dulce Juguetito romance Capítulo 56

"Tranquila princesa Elizabeth."

"Respira, solo respira."

La voz del doctor Reginald intenta tranquilizarme mientras que yo hago el intento por no vomitar la valiosa comida que contiene mi estómago.

El doctor Stone está haciendo lo propio mientras que consuela con mucho afecto a Iris.

Solo que ella si está vomitando lo poco que comió esta mañana.

"Toma princesa Elizabeth."

El pañuelo de tela bordado con las iniciales "RR" aparece ante mis ojos.

"Gracias."

Lo tomo mientras agradezco hacia el doctor.

Me limpio la boca y me seco las lágrimas que corrieron por mis mejillas.

Aun siento el estómago completamente revuelto...

Pero ahora que ha pasado el malestar corporal, mi mente me empuja hacia lo que debo hacer.

"Elizabeth, a donde vas?"

"No puedes entrar ahí!"

"ESPERA ELIZABETH!"

"NO ENTRES!"

Nadie puede detenerme en este momento.

Me quito el vestido en la entrada de la cueva quedando solo con la ropa interior mientras espero que mis ojos se aclimaten a la oscuridad.

Doy un respiro profundo y casi puedo escuchar el tintineo de la cadena que salía del grillete al que estaba encadenado mi tobillo.

Por mas de un año viví de esa forma.

En condiciones similares a las de esta cueva.

Por ese motivo puedo entender porque estas mujeres están aquí refugiadas.

Putos reales de mierda!

No jodieron la mente por completo!

"No te acerques!"

"Te golpearé si das un paso más hacia aquí!"

La temblorosa voz de alguna de las chicas detiene mis pasos mientras observo como las mujeres se agazapan juntas hasta el fondo de la mohosa cueva.

Todas tiemblan tomando huesos largos.

Solo el pavor las impulsa, pues sus brazos son casi tan delgados como los huesos que empuñan en sus minúsculas y esqueléticas manos.

"Te mostraré mi marca real."

Digo con voz plana y tranquila.

Me quito los zapatos y las calcetas que traía puestas.

"Muestrame la tuya."

Digo hacia las mujeres que me observan con una mezcla de intriga y miedo.

"Tam..."

"También..."

"También fuiste princesa...?"

Otra voz quebrada y podría decir que vieja resuena en la cueva.

"Fuimos princesas."

Asevera Iris quien se planta a mi lado, desnuda completamente.

Creí que mi acondicionamiento había sido retorcido y cruel, pero el torso de Iris...

Por dios!

La piel de su espalda está cruzada por marcas profundas de latigazos que ya sanaron.

Tiene miles de cortes en su vientre, costillas y no tiene un pezón de sus pechos.

"Hice enfurecer a mi Rey mientras me cogia..."

"El bastardo me quitó el pezón de una mordida."

Parece ser que nos podemos leer la mente.

Instintivamente me quito toda la ropa para mostrar también mis heridas de acondicionamiento y entrenamiento.

Sanaron, pero se notan a simple vista.

"Como..."

"Como han..."

"Como pueden vivir?"

Podemos ver que las mujeres han soltado los huesos al suelo y han relajado su postura un poco.

"Mi Rey me desechó como la basura inmunda que dijo que era."

"No le di el placer que necesitaba a pesar del acondicionamiento y entrenamiento, por lo que se deshizo de mi en una bolsa negra de basura."

"Una mujer llamada Sofia me rescató."

"Y ella me ayudó a vivir de nuevo."

La ira me invade cuando escucho la declaración tranquila de Iris.

Ese bastardo se deshizo de ella encerrándola en una bolsa negra como si fuera basura!

Basura!

Pagará con su vida ese puto Rey!

"Yo pude escapar."

Les cuento rápidamente todo lo que he pasado hasta llegar a ese punto donde estamos desnudas frente a ellas.

"Pero esos hombres quieren violarnos de nuevo."

"Quieren encerrarnos en sus sótanos de nuevo!"

"NO queremos sufrir más!"

"NO confiamos en ningún hombre!"

Yo también pensaba lo mismo y lo sigo pensando.

Sin embargo, tuve la oportunidad de salir con vida del macabro club donde me tenían prisionera como esclava sexual.

Y aunque no confie en los hombres...

Ahora veo que no puedo dejarlos por completo de lado.

"Puedes confiar en Elizabeth."

Responde Iris hacia la masa femenina.

"Ella rescató frutas de la despensa del chef."

"Ella salvó a las cortesanas de las jaulas de la casa Real."

"Elizabeth fue su salvadora."

Iris enlaza mi mano.

Ambas miramos serenas hacia la primera mujer que se nos acerca.

"Tengo las mismas marcas que tú."

Dice ella hacia mi.

"Somos putas princesas jodidas por un pervertido demente sádico y retorcido hijo de puta que nos torturó, uso, humilló, ultrajó y robó nuestra inocencia como y cuanto le dió la gana."

"Y prometo que pronto, todos los reales pagarán por sus atrocidades."

La mujer hace mueca adolorida y puedo jurar que llora.

Pero debido a su grado de desnutrición y deshidratación no le sale ni una sola lágrima.

"Déjame sacarte de esta cueva que se parece al sótano donde nos tenian encadenadas."

"Déjame ayudarte a que vuelvas a vivir."

Se escucha movimiento de huesos derrumbándose en el suelo cuando las mujeres nos rodean.

Son solo seis.

"Yo quiero morir."

Comenta la mujer más esquelética de ellas.

"Tengo treinta años y ya no quiero vivir."

"Por favor..."

Se me estruja el corazón al verla y escucharla.

Solo el piel y huesos su lastimosa imágen.

"Lo haré."

"Aquí están las frazadas, Elizabeth."

La voz de Miranda me asombra y asusta al mismo tiempo.

"Miranda, que susto me haz dado!"

Exclamo con el corazón acelerado.

"Lo siento tanto pequeña muñequita."

"No fue mi intención asustarte, solo ayudarte."

Miro en todas direcciones pero no hay nadie más aquí...

"Los doctores fueron por un auto especial para transportar a las frágiles muñecas que han estado en esta cueva por tantos años..."

"Pobrecillas..."

"Nadie pudo ayudarlas ni hablar con ellas."

"Realmente eres especial, muñequita Elizabeth."

Siento que las palabras de Miranda no son auténticas...

Como si fueran dichas con demasiado sarcasmo, pero recubiertas con una delgada capa de amabilidad.

"Está bien, gracias."

Antes de que entre, Miranda me detiene un segundo.

"Muñequita Elizabeth, debes hacer que ellas entren en el vehículo especial."

"Tu viajarás con ellas para que no griten, de acuerdo?"

Esa era mi intención.

No iba a permitir dejarlas a su suerte.

"Está bien."

Respondo enseguida, como siempre, debido al puto acondicionamiento.

Iris toma una frazada y abriga a una chica.

Hago lo mismo con todas hasta que las mujeres parecen delgados rollos de tela.

"Ahora, saldremos una por una a esperar el vehículo que nos transportará a la casa."

"Comprenden?"

Las mujeres susurran un si mientras tiritan de miedo y frio.

"Tú irás primero."

Tomo la mano de la mujer que quiere fallecer.

Iris toma la mano de la niña que no se le ha despegado para nada.

Las cuatro caminamos descalzas hacia la salida de la cueva.

El pequeño vehículo blanco, parecido a un ambulancia ya nos espera en la entrada de la cueva.

"Te ayudaré a subir."

Cargo con gran facilidad a la mujer moribunda para recostarla en la suave camilla de color rosado pálido.

Iris deja sentada frente a ella a la otra chica.

"Volveré enseguida."

Miranda retrocede y no se acerca para nada.

Ni emite un solo sonido.

Solo nos mira.

Las demás mujeres se toman de la mano y salimos las seis de una vez de ese lúgubre e insalubre lugar.

Solo nosotras tocamos sus cuerpos cuando suben al vehículo.

Solo nosotras cubrimos bien sus gastados y exhaustos cuerpos.

Solo nosotras comprendemos el dolor, la angustia, el trauma y el maltrato psicológico y físico por el que pasaron.

Pero solo yo he comprendido mi próxima meta en la vida.

Y la pondré en práctica tan pronto como me recupere del todo.

Es hora de devolverles a los reales un poco de su propia medicina.

***By Liliana Situ***

Valoro mucho tu opinión.

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