-Francisco es realmente un cabrón. Es repugnante por su parte salir con una estrella en privado cuando Cecilia está embarazada.-
Lydia miró hacia la puerta cerrada de la habitación con una mirada de desprecio.
-¿Si nos vieron hace un momento?- Lydia miró a las otras dos y preguntó con curiosidad.
-Creo que no.- Alejandra y Clara se miraron y respondieron inseguras.
-Entonces... ¿ese hombre es un guardaespaldas?- preguntó Lydia de nuevo.
Al hablar del hombre, Alejandra se quedó pasmada por un momento, pero se recuperó rápidamente y dijo, -Probablemente sí. Cuando estaba tomando fotos a escondidas, él se dirigía a la puerta de la habitación y no le presté mucha atención. Pero por su gesto de borrar las fotos, si no es el guardaespaldas de Francisco, será el de Amaya.-
Clara puso frente a ellas los platos y los palillos lavados de uno en uno, -Está bien, no hablemos de ellos. Este es nuestro momento.-
Al escuchar eso, Lydia frunció los labios, -¿Quién quiere hablar de ellos? Es el amor innato que tenemos las mujeres por los chismes lo que está causando esto.-
Llegando a eso, suspiró suavemente, -Es una lástima que una noticia tan candente no se pueda hacer pública.-
-No te preocupes, será expuesto algún día.- Clara le sirvió una taza de té con una sonrisa significativa en los labios, -En el mundo no hay secretos que se pueda ocultar para siempre.-
...
Al salir del restaurante de chucrut con pescado, Alejandra caminaba muy despacio y al cabo de un rato quedó muy atrás de Clara y Lydia.
-Alejandra, tenemos que ir de compras, ¿te vienes?- Lydia se volvió para preguntarle a Alejandra, pero descubrió que no estaba a su lado.
Enseguida, Lydia y Clara miraron hacia atrás y la vieron caminar lentamente, entonces la urgieron, -Alejandra, ¿eres una tortuga? ¿Por qué caminas tan despacio?-
Alejandra las miró con una pizca de vacilación en sus ojos.
Clara se dio cuenta de que algo andaba mal con ella, así que se acercó y le preguntó preocupada, -¿Qué te pasa?-
Alejandra negó con la cabeza y sonrió, -Estoy bien. Solo siento como si hubiera dejado algo en la tienda.-
-¿En la tienda?- Clara frunció el ceño, -Te acompañaré a buscarlo.-
Mientras lo decía, tomó su mano para regresar a la tienda.
-No es necesario.- Alejandra apartó su mano y le sonrió, -Puedo ir sola, iros primero y me encontraré con vosotras después.-
Antes de que Clara pudiera reaccionar, dio media vuelta y corrió hacia la tienda.
-Clara, ¿no crees que Alejandra está un poco rara? Ha estado muy callada cuando estábamos comiendo, como si estuviera preocupándose de algo.-
Lydia se acercó y miró preocupada a Alejandra que entraba corriendo a la tienda.
Clara frunció los labios y miró pensativa ese restaurante.
...
Al regresar a la tienda, Alejandra le dijo a la jefa que tal vez se había dejado algo, luego caminó hacia donde estaban sentadas hacía un momento y empezó a buscar lo que ella había dejado.
En el proceso de búsqueda, su mirada consciente e inconscientemente miró hacia la habitación que aún estaba cerrada.
En realidad, no se había dejado nada, solo fue una excusa para volver a la tienda.
Ella solo quería ver a esa persona una vez más.
Pero el tiempo pasaba y la puerta seguía cerrada.
Alejandra, que fingía estar buscando algo, perdió gradualmente la paciencia. Entonces, por el rabillo del ojo vio que la jefa se acercaba, era consciente de que vendría a preguntarla si lo había encontrado o no porque ya había tardado mucho.
-Señorita, ¿lo has encontrado?- preguntó la jefa preocupada.
Alejandra miró hacia arriba y sonrió disculpándose, -Siento molestarte, pero todavía no lo he encontrado.-
Cuando escuchó que no lo había encontrado aún, la jefa frunció el ceño, -¿Cómo es posible que no lo has encontrado? Este lugar tampoco es muy grande, es imposible que tus cosas hayan desaparecido así sin más.-
Alejandra sonrió con la conciencia culpable, temiendo que la jefa se enterara de que le estaba mintiendo, y cuando la jefa no le prestaba atención, levantó la mano y quitó un pendiente de la oreja.
Se sintió afortunada de que hoy llevaba pendientes que se podían quitar fácilmente, sería más problemático si fueran pendientes de botón.
-Te ayudaré a buscarlo.- dijo la jefa con entusiasmo.
El cliente había perdido algo en su tienda, no podía quedarse allí de brazos cruzados y no ayudarla a encontrarlo.
-No hace falta.-
La jefa la miró con extrañeza porque Alejandra se negó demasiado rápido.
-...Quiero decir que puedo encontrarlo yo misma. No quiero molestarte más.-
Era el Xabier que había mencionado.
Miró hacia donde estaba ella antes con una mirada muy complicada.
...
Al salir del restaurante de chucrut con pescado, Alejandra levantó la mano para secarse las lágrimas, y sin darse cuenta vio dos figuras familiares en no muy lejos.
Ella estaba atónita, todavía la estaban esperando.
Al volver a su consciencia, corrió hacia ellas rápidamente.
-¿Por qué no os habéis ido primero?-
Era posible que había estado dentro por más de media hora, y habían estado allí esperando por ella.
-Queremos esperarte para ir juntas.- Clara sonrió suavemente.
-¿Se te cayó algo? ¿Por qué has tardado tanto tiempo para buscarlo?-
Lydia preguntó con sospecha.
-El pendiente.- Alejandra extendió su palma, revelando el pendiente “caído”.
Clara frunció el ceño, si no recordaba mal, cuando Alejandra salió con ellas hacía un momento, tenía pendientes en ambas orejas.
Observó a Alejandra con una mirada pensativa y luego dijo, -Afortunadamente lo encontraste, de lo contrario no podrás utilizarlo sin el otro par.-
-Sí.- Alejandra sonrió levemente.
-Ten cuidado en el futuro, que si no es una lástima.-
Lydia le recordó.
-Sí, lo sé.-
Al mirar a las dos amigas que se preocupaban por ella, Alejandra se sintió culpable porque las había mentido.
Pero había cosas que no se podían contar.
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