-No hace falta. -
Alejandra hacía una bola con toallas de papel y las tiró a la basura. Luego sacó unos cuantos más para envolver la herida.
-Mira. Ya está.- mostró su mano herida.
Clara se quedó sin palabras.
Al ver que la sangre volvía a empapar la toalla de papel, la cara de Clara se puso muy rígida y dijo en serio, -Alejandra, escúchame. Ve y deja que la enfermera te vende la herida.- La seriedad de su tono se mezclaba con una insistencia incuestionable.
-Yo...-
Alejandra estaba a punto de decir algo. Llamaron a la puerta y siguió una voz conocida.
-Clara. He venido a verte. ¿Puedo pasar?-
Era la voz de Guillen.
-Sí, pasa.- Clara levantó la voz al responder. Miró a Alejandra, pero vio sus ojos bajados y estaba tan tranquila que no se sabía lo que estaba pensando.
Los ojos de Clara se entrecerraron como si entendiera algo.
Guillen empujó la puerta y entró. Cuando sus ojos se dirigieron a la esbelta figura que estaba a su espalda, se quedó un poquito de estupefacto. Pero se recuperó rápidamente. Puso una sonrisa y preguntó a Clara, -Cuñada. ¿Mi hermano no ha venido a hacerte compañía?-
-Se acaba de ir.- Clara sonrió ligeramente. -Ha estado conmigo toda la tarde. Esta noche hay una cena de negocios. Puede que llegue un poco tarde.-
Guillen asintió y se acercó a sentarse junto a la cama. Su mirada se posó francamente en Alejandra al otro lado de la cama que tenía la cabeza inclinada, sonriendo dijo, -Subgerente Alejandra, ¿por qué no me dijo que iba a venir? Puedo llevarte conmigo de paso.-
Al oír de su boca el título tan cortés y distante como "Subgerente", ella frunció el ceño con el ánimo un poco complicado.
-No quería causarle molestia, señor Guillen.- Ella devolvió la misma respuesta fría y distante.
Guillen levantó las cejas y sonrió burlándose de sí mismo.
Clara les miró del uno al otro y creía con intuición que el ambiente entre ambos era extraño y que Alejandra le estaba llevando la contraria a Guillen.
Alejandra se percató de su mirada indagadora y se asustó, temiendo que notara algo. Por eso se levantó y se marchó apresuradamente. -Voy a la enfermería.-
Guillen miró su figura que se alejó apresuradamente. Una mirada complicada apareció en sus ojos.
¿Se estaba escondiendo de él ? Desde que entró por la puerta hasta ahora, ni siquiera lo miró. Esa sensación de indiferencia le hizo sentirse incómodo.
¿Era porque tenía una prometida? Si a ella le importaba tanto esto. De hecho, podría pedirle a Antonio que le ayudara a hablar con el abuelo. Tal vez el compromiso podría ser cancelado.
Pensando en ello, se sobresaltó en el fondo. Se dio cuenta de un problema muy serio.
¡A él se le ocurrió la idea de cancelar el compromiso!
Este absurdo pensamiento le asustó. Se apresuró a sacudir la cabeza y retiró su mirada. Inesperadamente, se encontró con un par de ojos astutos pero amables.
-Dime. ¿Qué pasa entre tú y Alejandra? -preguntó Clara.
“¡Dios mío! ¿De dónde había sacado ella la idea de que él y Alejandra tenían problemas?” pensaba Guillen.
Se sorprendió un poco. Pero dijo con calma, -¿Yo con ella? Nada.-
-¿De verdad?- Clara entrecerró los ojos con una señal de sospecha, -Se le cortó el dedo cuando Alejandra pelaba la manzana...-
-¿Es grave?-
No había terminado su frase cuando fue interrumpida por su ansiedad.
Al ver su mirada ansiosa y preocupada, Clara esbozó una sonrisa significativa. Y Guillen estaba muy avergonzado.
Sabía que no podía esconder sus sentimiento de Clara.
-Me gusta.- Guillen ya no ocultó su amor.
-Se nota.- Clara levantó las cejas, -Pero tengo mucha curiosidad. No parece que tengáis mucho contacto entre vosotros. ¿Cómo te has enamorado de ella? ¿Fue amor a primera vista?-
No culpó a Alejandra por contenerse. Después de todo, era un asunto privado para ella.
Al saberlo, no dejaría pasar tan fácilmente. Creía que era responsable de este asunto.
Si ella mismo hubiera ido a la comisaría esa noche, esto no habría ocurrido.
Clara respiró profundamente. Luego miró seriamente a Guillen y le preguntó, -¿Qué vas a hacer?-
Guillen se encogió de hombros y le contestó con sinceridad, -No lo sé.-
¡¿No lo sabes?!
Clara se reía por rabia, -¿Un “no lo sé” es la respuesta? No me digas que hacer amor con una chica inocente sea algo normal en la sociedad moderna.-
-Clara. No quería decir eso.- Guillen sonrió con amargura, -De verdad que no sé qué hacer. Quiero estar con Alejandra. Pero ella no lo quiere.-
-Es normal que dice no.- Clara sonrió friamente con los manos cruzadas en el pecho, -Tienes una prometida, Guillen.-
-Lo sé.-
-De verdad. Me he dado cuenta de que hay algo amoroso entre vosotros dos y me gustaba verlo porque Antonio me ha dicho que no quieres a tu prometida.-
Guillen no dijo nada. En cambio, mantuvo la cabeza baja y se sabía qué estaba pensando.
Clara le lanzó una mirada. Luego giró la cabeza para mirar por la ventana. El cielo estaba oscuro. Sólo titilaba las estrellas.
Ella le dijo suavemente, -En una familia tan poderosa, sé que no puede decidir el matrimonio por ti mismo. Pero no olvides que tanto la vida como la felicidad está en tus propias manos. Tienes derecho a vivir la vida que quieras, también tienes la libertad de buscar tu amor, a quien quieras acompañar para siempre.-
Su voz era suave y gentil. Cayó en los oídos de Guillen y le sorprendió profundamente.
Sí. La vida era suya. Igual que cuando no quiso entrar en el ejército ni en la política, se decidió a dedicarse a los negocios.
Ese tipo de valor. Siempre lo ha tenido.
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