Lydia parecía una madre que protegía a Alejandra como su bebé, mientras que se enfrentaba a Gregorio con su lado feroz.
Gregorio conocía a esas dos amigas de Alejandra.
Lydia venía de una familia adinerada, tenía un temperamento irritante, pero era enérgica y optimista, definitivamente no era alguien que pudiera provocar.
Clara tenía una personalidad más gentil, pero como la última vez su marido le había dado una lección, sabía bien claro que tampoco era alguien que podía provocar.
Por lo que Gregorio no se atrevió a hacer nada, miró a Alejandra con frialdad y disgusto en los ojos, -Alejandra, realmente me das asco.-
Una persona que no paraba de decirle que nunca tendría sexo con él antes del matrimonio, ahora se acostó con otro hombre después de romper con él.
Dicho eso, cogió a Lolita con intención de irse, pero Lydia no iba a dejar que se fuera tan fácilmente, de modo que corrió hacia él, -Cabrón, ¿qué derecho tienes tú para decir que Alejandra te da asco?-
Gregorio dijo con rostro hosco, -Pregúntaselo a ella misma.-
Luego, la apartó y se fue con Lolita.
Lydia no reaccionó de inmediato, y cuando lo hizo, ya no había rastro de esa pareja descarada.
-¡Maldita sea!- maldijo antes e regresar con Alejandra. Estaba a punto de preguntar lo que había pasado, pero vio la gente a su alrededor, así que frunció el ceño y les gritó, -Dispersaros todos, ya no hay espectáculo aquí.-
Luego, agarró rápidamente a Alejandra y Clara para alejarse de la multitud.
En una cafetería cerca del centro comercial de muebles.
Alejandra y Clara estaban sentadas en el sofá de un lado, mientras que Lydia estaba sentada sola frente a ellas.
Con sus dedos golpeando la mesa rítmicamente, Lydia lucía un poco indignada, pensó por un momento, y luego se puso de pie, -Tengo que ir a buscar a Guillen.-
Clara se apresuró a extender la mano y la agarró, -Lydia, no te lo hemos dicho por temor a que vayas a buscar a Guillen impulsivamente, de esa manera solo empeorarías la situación.-
-¿Qué hay peor? Si se atreve a hacerlo, debe tener las agallas de soportar las consecuencias.-
Nunca se le ocurrió que les pasaría algo así a Guillen y Alejandra, encima más de una vez.
Eso era algo que Lydia ni siquiera podía imaginárselo. Después de todo, Alejandra era una chica tan educada y tradicional, ¿cómo podría haber hecho algo tan sorprendente?
-Lydia.- susurró Alejandra.
Lydia y Clara se volvieron para mirarla al mismo tiempo.
-Lo que pasa entre él y yo ya se acabó, solo haced como si nada hubiera pasado.-
Alejandra dijo suavemente, con un rastro de tristeza en su voz tranquila.
-Pero…-
Lydia abrió la boca y quiso decir algo más, pero en ese momento Alejandra levantó la cabeza y suplicó, -Lydia, olvídalo, ¿de acuerdo?-
Lydia se tragó lo que pensaba decir, aunque estaba un poco reacia por dentro, solo pudo acceder a su súplica.
Ella se sentó y dijo enojada, -Bueno, a tus órdenes.-
Su tono era un poco impaciente.
-Lydia, ese asunto es mucho más problemático de lo que piensas.- Clara conocía muy bien el carácter de su amiga, aunque ahora accedió, no descartaba la posibilidad de que fuera a buscar a Guillen en privado.
Entonces decidió dejar las cosas claras.
-¿Qué significa eso de que es más problemático de lo que pensaba? ¿No es solo que se han acostado juntos y hay que hacer que Guillen se haga el responsable de eso?-
La tenue luz del sol reflejaba en su rostro a través de las ventanas francesas, su expresión estaba envuelta en tanta luz que parecía irreal.
Pero aún se le notaba una pizca de tristeza y soledad.
Clara y Lydia se miraron y ambas suspiraron levemente, sin decir nada.
Para evitar que Alejandra se sumergiera en la depresión, Lydia se puso de pie y dijo, -¡Vamos, os llevaré a comer una cena estupenda!-
-Vale, pero tú invitas.- Clara le siguió el rollo a Lydia.
-¡Yo invito, podéis comer lo que queráis!- Lydia se palmeó el pecho con orgullo.
Clara se rio y se volvió hacia Alejandra para decir, -Alejandra, tenemos que aprovecharnos bien de ella.-
Sabiendo que estaban tratando de ponerla contenta, Alejandra sonrió alegremente, -Sí, tenemos que aprovecharnos bien de ella.-
-Aunque estoy mentalmente preparada para que os aprovechéis de mí, todavía quiero pedir a las dos hermosuras que tengan algo de piedad conmigo.-
Clara y Alejandra se miraron con una sonrisa y dijeron al unísono, -¡Ni lo pienses!-
De repente, Lydia tenía una cara amarga, -Ya es tarde para arrepentirme, ¿verdad?-
Sabiendo que estaba fingiendo, las tres se rieron al mismo tiempo.
Sentían que todas las cosas tristes y descontentas habían desaparecido en ese momento.
No importaba si sucediera acontecimientos felices o tristes, siempre iban a tener buenas amigas a sus lados.
De hecho, eso ya era suficiente.
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