El Amor De Antonio romance Capítulo 248

Para que Lydia y Alejandra volvieran a la normalidad, Clara iba a cocinar sola. Cocinó unos cuantos platos que les encantaban comer. Y luego las llamó a todas a la casa.

No hay nada que una comida no pueda arreglar. Si una comida no funciona. Entonces dos comidas.

Concepción Pinedo se dirigió a la puerta de la cocina. Miró la figura ocupada dentro. Preguntó mientras sonriendo - ¿Necesita mi ayuda? -

-Albina. No. Puedo hacerlo yo misma. - Clara le devolvió la sonrisa. -Se sentirían mejor si yo cocinara para ellos.-

-Está bien. Llámame si me necesitas. -

Albina vio lo insistente que era. Así que no dijo nada más.

-Está bien. -Respondió Clara. Luego volvió a cortar las verduras.

La comida le llevó más de dos horas de preparación. Clara sintió una especial sensación de logro al contemplar los deliciosos platos sobre la mesa.

Levantó la vista de la ventana del comedor. Ya estaba oscuro. Las luces del patio también estaban encendidas.

Miró la hora. Estaban a punto de llegar.

Así que salió y se reunió con Antonio, que acababa de volver a casa.

Sonrió como el sol del verano. -Antonio, has vuelto. -

Antonio asintió y la miró impasible.

Ella llevaba un delantal. Llevaba el pelo recogido despreocupadamente detrás de la cabeza. El cabello travieso estaba esparcido al azar. La pequeña y delicada cara sonreía alegremente.

Obviamente, estaba terminando su trabajo en la cocina. Pero él sintió que en ese momento era particularmente hermosa. No pudo apartar los ojos.

-¿Has cocinado? - Preguntó con voz suave.

Clara sonrió y asintió. -Sí. He cocinado mucha comida. Lo pasarás bien esta noche. -

-¿Oh? -Levantó un poco las cejas. -¿Estás segura? -

Sus dudas hicieron que Clara se sintiera insatisfecha. -¿Qué? ¿No te gusta mi receta? -

Antonio se rió. -No. Aunque la cocines mal. Yo también me la comeré. -

Al oír eso, el corazón de Clara estalló de alegría. Pero aun así dijo con desagrado -Vamos. No te creo. -

-Luego me creerás. -

Dijo Antonio con una voz grave que parecía referirse a otra cosa.

-¿Eh? -Clara se quedó atónita. Entonces se dio cuenta de lo que quería decir. Levantó el puño molesta y le golpeó levemente. -Realmente no te gusta mi receta. -

Antonio se rió con fuerza. Luego tomó la mano de ella en su palma y la besó suavemente. Los ojos oscuros que la miraban eran claros y luminosos. -No me importa. Subiré a cambiarme de ropa y bajaré. -

Luego le tocó la cabeza y se dirigió directamente hacia las escaleras.

Clara se dio la vuelta, viéndolo subir las escaleras con una leve sonrisa.

-Clara. Tus amigos están aquí. - Albina se acercó y dijo.

Clara retiró los ojos y giró la cabeza. Alejandra y Guillén vinieron juntos.

Ella curvó los labios. -Estáis aquí. -

La luz anaranjada se derramó hacia abajo. Ambientaba el comedor de forma especialmente cálida.

Pero en realidad.

El pequeño rostro de Lydia estaba tenso, sin una sola sonrisa.

Alejandra, por su parte, fruncía el ceño. La expresión no era muy buena.

Todo el ambiente estaba lleno de incomodidad.

Sólo Aquiles que no sabía nada le dijo juguetonamente a Clara - Cuñada, ¿Por qué eres tan amable con nosotros hoy? ¿Cómo puedes preparar tantos platos? -

Pero las palabras no estaban listas para decirlas cuando vieron a Guillén abrazar a Aquiles.

Todo el comedor se sumió en un silencio sepulcral.

La cara de Clara cambió al ver a los dos hombres abrazarse.

¡Qué buena vista!

-Joder. ¿No puedes pensar en nuestros sentimientos? -Lydia fue la primera en gritar disgustada.

Guillén y Aquiles se separaron rápidamente por su grito.

Aquiles se estremeció. -¿Por qué me abrazas?-

Guillén extendió las manos. -Me has pedido que te abrace. -

-Te pedí que... -Aquiles giró la cabeza pero al instante se encontró con la mirada severa de Antonio. Las palabras casi salieron de su boca y se las tragó. Cambió vergonzosamente sus palabras -Sí. Te pedía que me abrazaras. -

-¿Por qué eres tan cobarde?-

Aquiles se rió torpemente. -Sí. Soy un cobarde. -

Lydia ...

Clara se rió y calmó a todos. -Bien. Vale, se acabaron las bromas. Ahora vamos a ir al grano. -

Al oírla decir, las caras de Lydia y Alejandra volvieron a levantarse en un instante mientras se relajaban.

Clara suspiró y abrió la boca con impotencia. -Lydia, Alejandra. Podemos solucionar esto hablando a fondo. No es necesario mantener una cara tensa. -

-No hay nada que decir. -dijo Lydia con frialdad.

Alejandra frunció los labios sin decir nada.

-Lydia. -Clara la fulminó con la mirada. -Me dijiste que querías hablar con Alejandra. No me defraudes. -

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