El suave sonido de la música de piano fluía en el restaurante. El ambiente era especialmente romántico y cálido.
Antonio la miró con ojos sonrientes. Le preguntó con voz suave. -¿Cómo me das confianza?-
-Dame la mano. - Clara sonrió misteriosamente.
Antonio levantó las cejas. Le tendió la mano.
Clara la cogió con la mano. Lo miró un momento y luego bajó la vista y escribió en su mano.
Eres la vista más hermosa.
Esta fue la palabra que escribió.
Los ojos negros de Antonio se desbordaron de ternura durante un rato. La curva de sus labios se ensanchó.
-¿Qué te parece esto? - Clara levantó la vista con una sonrisa, -¿Estás seguro ahora? -
-Sí. Especialmente seguro. - Antonio tomó su mano entre las suyas. Suavemente, le preguntó, -¿Cuándo aprendiste a hablar así? -
-Um... - Clara reflexionó un momento. Luego sonrió y dijo, -Lo he aprendido de memoria en mi vida diaria. Es algo natural...-
-Lo has aprendido de memoria. - Antonio repitió la palabra juguetonamente. Luego preguntó, -¿Mi mujer se dejó influenciar por mí?-
-¿Qué te parece? - Clara hizo un guiño juguetón.
-Entonces tendré que decirlo más a menudo. Así me sentiré honrada de escuchar tus palabras de amor. - dijo, medio en broma, medio en serio.
-Querido Antonio. ¿No sabes que demasiadas palabras de amor se vuelven inútiles? - Clara lo miró con fingida seriedad.
-No. Las palabras que se te dicen no son inútiles. -Su apuesto rostro estaba lleno de confianza. -Porque todas salen de mi corazón. -
Clara se sintió conmovida en su corazón. Pero fingió que no podía soportarlo y sacudió su cuerpo, -Antonio. Eso es mucho hablar de amor -.
Antonio se rió a carcajadas, -Acostúmbrate. -
Entonces. Le soltó la mano. La conversación cambió, - En el coche. ¿Qué querías decirme? -
Él cambió de tema bruscamente. Clara se congeló y luego dijo, -Es ese centro de investigación en Estados Unidos.-
-Sí. ¿Qué pasa? -
-Es.- Clara se quedó pensando un rato, -Lydia tuvo una cita a ciegas hoy. Y su cita a ciegas solía ser un miembro del Instituto. -
Las cejas de Antonio se fruncieron, -¿Un miembro del Instituto? -
-Eso es lo que me dijo Aquiles. Lydia dijo que acababa de regresar al país. -
La investigación era ilegal y estaba prohibida. Podían imaginar la clase de gente que trabaja allí.
Esta vez prometieron tratar a su suegro. Pero sólo gracias a la enorme cantidad de dinero que dio accedieron a hacerlo.
Así que Ignacio del que hablaba Clara tampoco era un hombre sencillo.
-¿Qué clase de hombre es? - preguntó Antonio.
Clara pensó por un momento, -Era un hombre muy amable. Tenía un temperamento amable. No se sentía como si hubiera trabajado en un centro de investigación como ése. -
-No se puede juzgar a un hombre por su apariencia. -dijo Antonio con ligereza.
Clara no pudo evitar reírse, -¿Cómo puedes decir lo mismo que Lydia? Ni siquiera sabes lo mala que ha sido hoy con Ignacio. -
La expresión de Antonio cambió bruscamente. Le dijo a la persona que estaba al otro lado del teléfono, -Estaremos allí enseguida- y colgó.
Clara, en la cama, giró la cabeza para mirarle. Tenía el ceño ligeramente fruncido. Un rostro contrariado se quejó, -¿Quién es? Llamando en mitad de la noche para molestar a la gente. -
Antonio la miró y reflexionó un momento, -Clara, es el hospital. A papá le ha pasado algo. Los médicos están intentando salvarle. -
Clara se quedó helada, -¿Qué has dicho? -
-Algo le ha pasado a papá. -
La frase "le ha pasado algo a papá" despejó instantáneamente la confusa mente de Clara. No podía pensar demasiado. Al instante saltó de la cama y corrió hacia el vestuario.
Antonio se apresuró a seguirla.
Era temprano en la mañana. Un Maybach gris plateado circulaba a toda prisa por la carretera hacia el hospital de la ciudad, y Clara giró la cabeza y miró por la ventanilla. Su expresión era grave. Sus manos, apoyadas en el regazo, se agitaban inquietas.
Antonio le dirigió una mirada. Luego extendió la mano de ella y la apretó. Le dijo con voz suave y tranquilizadora, -Papá estará bien. -
Clara giró la cabeza. Su boca se tensó pero no dijo nada.
El médico había dicho que papá seguía inconsciente. Todas las demás funciones corporales se estaban recuperando bien. Mientras lo enviaran al extranjero para recibir un tratamiento sistemático, debería poder despertar.
Pero ahora de repente, algo sucedió. Todo su corazón quedó suspendido en el aire. El miedo y la ansiedad seguían rompiendo su corazón.
Su madre había muerto cuando ella era muy joven. Ella ya no tenía madre. No podía vivir sin su padre.
De camino al hospital, Antonio le cogió la mano con fuerza, consolándola en silencio. Y le dio fuerzas para seguir adelante.
El coche se detuvo en la entrada del edificio del hospital. Antonio y Clara entraron corriendo en cuanto bajaron del coche.
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