El Amor De Antonio romance Capítulo 337

Desde el hospital, Clara y Lucas fueron personalmente a la comisaría.

La policía escuchó lo que dijeron. Inmediatamente abrieron un caso para empezar a investigar esta desaparición.

Aunque no se encontró a Boris, Lucas le dio las gracias en repetidas a Clara.

Clara sabía que la desaparición de Boris debía estar relacionada con ella. Así que ante la gratitud de Lucas, la culpa en su corazón era cada vez más profunda.

Tras separarse de Lucas en la comisaría, Clara volvió directamente a casa. Quería descansar bien antes de la cena. Pero no esperaba que llegara Nina.

No estaba sola sino con una maleta.

Los ojos de Clara recorrieron la maleta junto a Nina. Luego se trasladó a la cara suya. Su ceño se frunció ligeramente. -Nina, qué estás...-

-Me quedo aquí por un tiempo.- Respondió Nina con una sonrisa de satisfacción.

Clara levantó las cejas sorprendida. -¿Antonio está de acuerdo?-

Nina negó con la cabeza. -Antonio aún no lo sabe. Pero...-

Levantó una ceja hacia Clara. -Pero sólo estás de acuerdo ya me vale, cuñada.-

Clara -...-

Ni siquiera quiso aceptar. Esta es su casa y la de Antonio. Una persona más potencialmente peligrosa. No se sentiría cómoda de ninguna manera.

Así que... -Lo siento, Nina, no puedo tomar la decisión. Será mejor que le preguntes a Antonio.-

Deja que lo decida Antonio. Estaba segura de que le dará un resultado satisfactorio.

Su rostro se oscureció al instante y dijo en voz alta. -Cuñada. No me das la bienvenida.-

Clara se rió. -Cómo que no te doy la bienvenida. Es que no puedo tomar las decisiones yo sola. Todavía tienes que pedirle permiso a Antonio.-

Nina cerró los labios con fuerza. -Muy bien. Llamaré a Antonio y le preguntaré.-

Luego cogió su teléfono del bolso y lo marcó delante de Clara.

Clara sonrió. Se dio la vuelta y se dirigió al sofá del salón y se sentó.

Acabo de oír la voz de Nina tan pronto como se sentó.

-Antonio.-

Clara giraba la cabeza. Sus ojos se posaron en Nina, que estaba hablando por teléfono.

-Antonio, ¿puedo quedarme en tu casa por un tiempo?-

-¿Por qué no?-

Al otro lado del teléfono la rechazó Antonio. Su voz se elevó.

Clara tenía una sonrisa imperceptible. ¿Cómo podría Antonio querer ser molestado en un mundo de dos personas?

Pero Nina no era de las que se rinden tan fácilmente.

-Si no estás de acuerdo con que viva aquí. Entonces volveré a la capital y se lo diré al tío Cutberto. Dile que organice nuestra boda antes.-

Eso era una amenaza obvia.

Clara levantó las cejas y miró a Nina con una pizca de frialdad en los ojos. El hecho de que estaba chantajeando a Antonio era una prueba de que no era inocente.

Entonces más razón que no podía vivir aquí.

Nina usó la excusa del tío Cutberto, pensando que así su Antonio se escandalizaría más o menos y la dejaría vivir en la misma casa.

Pero quién sabía...

-Nina, el viejo no es nada en mis ojos. Así que no tienes que amenazarme con él.-

Y entonces... Antes de que pudiera decir algo. El teléfono estaba colgado.

Los grandes y bonitos ojos de Nina tenían la incredulidad escrita en ellos. Agarró el teléfono con fuerza, aunque el teléfono le hiciera daño en la mano. Era como si no se diera cuenta.

Aunque ella ya había adivinado el resultado, Clara se alegró secretamente al ver la expresión de decepción de Nina.

Tosió ligeramente y le preguntó con preocupación. -Nina, ¿qué pasa? ¿Por qué estás tan pálido?-

Viendo su cara de preocupación hipócrita, a Nina le pareció enfermizo. Debería estar especialmente satisfecha en su corazón cuando verla rechazada por Antonio.

Nina se sintió mal ante la mirada de falsa preocupación en su rostro. Verla rechazada por Antonio. Debía estar especialmente satisfecha de sí misma.

Si no fuera por Clara, Antonio habría tenido que casarse con ella.

¡Todo por ella!

Un rápido destello de odio apareció bajo sus ojos. Nina respiró profundamente, ocultando la tristeza en sus ojos. Tenía una sonrisa de impotencia. -Cuñada, Antonio no me deja vivir aquí.-

Clara frunció los labios y luego la calmó suavemente. -Está bien. No dejará que te quedes. Pero no te impidió venir. Puedes volver más tarde si quieres.-

Nina sonrió un poco. -Gracias, cuñada.-

Clara sonrió suavemente. -No hace falta que me des las gracias. Tú también eres la hermana de Antonio. Aunque no sois hermanos biológicos, Antonio te trata como una hermana real. Así que no te enfades con él.-

Nina no era una tonta. ¿Cómo no pudo entender el significado de sus palabras?

¿Hermana? Nina se rió en secreto. ¿No es una forma de decirle que sólo sea su hermana y no se haga ilusiones?

-Cuñada, estás siendo paranoica. Antonio y yo hemos jugado juntos desde que éramos niños. Los sentimientos pueden ser más profundos de lo que crees. Entonces, ¿cómo puedo enfadarme con Antonio?- Nina sonrío. Pero si se mira con atención, podía ver la frialdad en sus ojos.

-¿De verdad? Entonces me siento aliviada.- Clara mantuvo su amable sonrisa. Pero en su corazón, se reía fríamente.

Era inútil ser cariñoso. Antonio todavía la trataba como una hermana.

Ambos guardaron silencio durante un rato. Entonces Nina agarró la palanca de la maleta y le dijo a Clara -Cuñada. Ya que Antonio no quiere que me quede aquí. Luego volveré al hotel.-

-Es casi la hora de la cena. Volvamos después.- Clara se puso de pie y la retenía.

Nina sonrío y sacudió la cabeza. -No, estoy bien. Volveré al hotel a comer.-

Clara sólo pretendía retenerla. Así que no insistió. -Está bien, entonces ten cuidado en el camino. -Cuñada. Adiós.-

Nina le hizo un pequeño gesto con la cabeza. Entonces se dio la vuelta y se fue con su maleta.

La sonrisa en los labios de Clara se desvaneció lentamente.

Sinceramente. Si no tuviera sentimientos por Antonio más que de hermano y hermana. Podrían haber sido amigas, ¿no?

Suspirando suavemente, Clara volvió a sentarse en el sofá. Los ojos miraban al techo con incredulidad apoyando la cabeza en el respaldo del sofá.

Había demasiadas cosas que la molestaban. Su mente era un caos. Así que sólo quería estar así de quieta y no pensar en nada.

Antonio llegó a casa. No pude evitar reírse a carcajadas cuando la vio así.

Se acercó a ella y miró hacia abajo. Sólo para ver sus ojos cerrados. No sabía si estaba dormida.

Así que llamó en voz baja. -Clara.-

Clara, que deambulaba en la oscuridad, escuchó la voz que resonaba en sus oídos. Abrió los ojos de repente. Se encontraron con un par de ojos oscuros llenos de sonrisas.

Se quedó paralizada por un momento entonces reaccionó. Sus labios rojos se curvaron. -Antonio, has vuelto.-

-Sí. He vuelto.- Antonio habló en voz baja. Levantó la mano y le acarició suavemente el pelo suelto.

-¿Qué estás haciendo?-

-Estoy...cerrando los ojos.- Clara le sonrió. Luego se sentaba con la espalda recta. -Estoy un poco cansada, así que me iba a tomar un descanso.-

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