La encantadora sonrisa de Debbie hizo que el corazón de Carlos se acelerara.
Tal vez esa mujer fuera molesta, pero no podía negar que era bastante atractiva.
De inmediato, recobró el sentido con una sonrisa disgustada y se apartó de ella lo más rápido posible.
Pero apenas Carlos retrocedió un paso, Debbie sonrió maliciosamente. Ese hombre había caído directamente en su trampa. Entonces, ella levantó sus esbeltos brazos y lo empujó con fuerza.
Carlos estaba parado justo al lado de una piscina. No era muy profunda, pero sería terriblemente vergonzoso si se cayera.
Él no tardó en darse cuenta de lo que Debbie tenía en mente.
Al ver su expresión engreída, se decidió a no dejar que triunfara. Por lo tanto, agarró rápidamente el vestido de Debbie para atraerla a sus brazos...
Y luego se escuchó un fuerte chapuzón.
El estruendo del agua salpicando atrajo la atención de todos.
"¡Señor Hilton!", gritó una voz aterrorizada. "¡ Señora Hilton!".
Emmett corrió a toda velocidad con el rostro lleno de pánico.
Carlos salió de la piscina completamente empapado. A pesar de que estaba avergonzado, tenía un aspecto más o menos decente, ya que llevaba un traje.
Sin embargo, Debbie era todo un desastre. Carlos había rasgado su vestido accidentalmente, dejando al descubierto su blanca y perlada piel. El vestido rojo vino estaba mojado y se aferraba a su cuerpo con fuerza, acentuando sus curvas.
Cuando la hermosa mujer salió de la piscina, se veía devastadoramente deslumbrante.
Debbie le dirigió a Carlos una mirada agraviada, con los ojos enrojecidos por las lágrimas. Era terca y hermosa al mismo tiempo, lo que hizo que los espectadores sintieran lástima por ella.
Todos los hombres se quedaron atónitos cuando la vieron salir del agua.
Sin embargo, antes de que pudieran desvestirla con los ojos, una empapada chaqueta negra se posó sobre sus hombros, cubriendo la mayor parte de su cuerpo.
"¡Carlos Hilton!", siseó Debbie con los dientes apretados.
Antes de que pudiera recriminarlo, un par de fuertes brazos la levantaron repentinamente.
Carlos la estaba cargando.
"¿Es esta tu manera de seducirme?", preguntó con una ceja alzada. "Genial. ¡Simplemente genial!".
Debbie lo miró fijamente, estupefacta. No podía creer lo que acababa de escuchar.
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