El Chico Dhall © romance Capítulo 41

Capítulo cuarenta

Pov Elián

Tengo un muy mal presentimiento.

Son las doce de la noche y aún no he recibido ningún mensaje de Jex, tampoco le llegan los míos y la he llamado, pero sale apagado.

Quiero pensar que apago el móvil, porque el tema con su madrastra es serio y se le olvido prenderlo después de arreglar todo.

Quiero pensar que es así, pero no lo sé.

Si tanto te inquieta, ¡levanta tu trasero de la cama y ve a buscarla!}

¿Crees que no lo he pensado, Ameth? Pero tengo miedo de arruinar las cosas si aparezco.]

Al menos te quedarás más tranquilo si te das cuenta de que está bien, además, me gustaría hablar aunque sea un ratito con Fally.}

Vale, tú ganas.]

Me levanto y voy directo al armario para sacar una suéter negro, me lo pongo y cambio la pantaloneta que cargo por unos pantalones del mismo color que la camisa, me pongo el primer par de zapatillas que veo y salgo al cuarto, tomo las llaves del BMW y antes de salir por la puerta principal veo a mi padre saltar del tercer piso al primero.

—¿Qué sucede? —cuestiono impresionado por verlo tan agitado.

—Llama a Kayla y Yannick, —sus ojos se prenden en un rojo fuego —tu hermana está en problemas, luego te explico —y con esto desaparece de mi vista en cuestión de segundos.

¿Cómo?

Zuani...

Subo las escaleras hasta el segundo piso y estrello las puertas de la biblioteca haciendo que la rubia me mire de mala manera al despertarla, pero al ver la preocupación en mis ojos se levanta rápido y me sigue, entro en el cuarto de Yannick dándome cuenta de la compañía que tiene y le señalo que nos tenemos que ir.

Él con cuidado sale de la cama y usa su velocidad para ponerse la ropa, cierra la puerta sin hacer ruido detrás de él y bajo imitando el acto de mi padre, salgo al exterior y escucho su fuerte aullido al este, fuera de los límites de la manada.

Entramos al bosque corriendo a todo lo que los tres podemos con Yannick en la delantera y dejó salir a Ameth para abarcar más terrero por si hay alguna fuga o trampa y no caer juntos.

Saltamos los tres los límites de la manada y reconozco rápidamente el lugar donde fue la última vez que la vi, el lugar donde casi muero.

"Había uno y ahora hay tres, de uno a tres..."

Uno-tres.

Claro que entendí el código, pero quería saber que sucedía y ahora con esto es más que evidente que aquí hay algo que a ninguno nos han contado.

¿En qué has estado metida hormiga?

Poco a poco una ola de calor nos golpea y observo desde la montaña como arde, con llamas gigantes, una casa abandonada.

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