-¡Divorciémonos!- dijo Mauren López frustrada, mirando al apuesto y perfecto hombre sentado frente a ella que volvía locas a las mujeres.
Senda Pérez era el hombre más popular entre las mujeres de Ciudad Norte, misterioso, noble y guapo.
Desafortunadamente, el hombre no pertenecería a ella para siempre.
Aunque llevaban casados tres años y Mauren intentó todo lo que pudo, todavía no podía intercambiar su compasión.
Hoy, tres años después, ya estaba cansada y desesperada.
-Divorciémonos, te liberaré, y nunca tendremos nada más.- dijo con dolor, sin volver a mirarlo.
Senda estaba inexpresivo, no respondió y se quedó en silencio por un tiempo, luego tomó el bolígrafo y rápidamente firmó algunas palabras.
Después de eso, se levantó y se fue. La figura alta y hermosa obsesionó a las mujeres de la cafetería.
Él siempre hacía esto, ignorando todo lo que ella había hecho.
En ese caso, lo dejó ir, aunque Mauren estaba realmente triste.
Cuando salía de la cafetería y caminaba por la carretera, sonó su teléfono.
-Hermana Bita- después de responder a la llamada, Mauren se mordió el labio y susurró -Te escuché y le pedí que firmara el acuerdo de divorcio.-.
-¿Realmente firmado?- la voz de Bita sonaba un poco emocionada y alegre.
Mauren frunció el ceño y no lo entendió -Firmado, hermana, tú...
-Ja ja... inesperadamente tomaste la iniciativa de divorciarte con Senda, ja ja ja... ¡qué tonta!-
-... ¿Qué quieres decir?- frunció el ceño, sintiendo un poco inquieta en la mente.
-¡Nada, por supuesto que estoy feliz! Te divorciaste con Senda, pues tengo la oportunidad de enamorarme de él, ¿no crees que estoy feliz?-
El dolor punzante se extendió por todo el cuerpo en un instante.
Ella era como una hoja caída en el viento, derribada por un camión y cayó levemente.
Pasado todo era como humo, las escenas destellaron en su mente.
Pasó la mitad de su vida obsesionada con Senda, pero no pudo obtener una mirada cálida en sus ojos.
-Si tuviera la oportunidad de volver a vivir, nunca más te amaría, nunca amaría a un hombre que nunca me ama...
Mauren cerró lentamente sus ojos.
No podía ver a Senda, el hombre tan guapo que enloquecía a todas las mujeres, quien salió corriendo de la multitud para recoger a la ensangrentada; tampoco podía ver este hombre que era como un dios en el corazón de todos tenía lágrimas en los ojos; y mucho menos ver el acuerdo de divorcio que se cayó de su bolso, en el lugar donde se suponía que debería estar firmado el nombre de Senda dice "¡A menos que muera!"
El cuerpo de Mauren se enfrió y el último aliento de su cuerpo desapareció...
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