El corazón de Señor Peréz romance Capítulo 116

Dónde estaban, Mauren López no lo sabía.

Todo lo que sabía era que el hombre que la sostenía era guapo, y ningún hombre en el mundo podía ser más guapo que él.

Su cuerpo era largo y alto, sus hombros anchos y fuertes, su pecho lleno de músculos.

Y sus brazos, bien musculados y llenos de fuerza a primera vista.

La abrazó, con su voz tan agradable.

- ¿Crees que me importaría? -

La dio una sensación de seguridad al escucharlo.

La miró con unos ojos que parecían contener todo un universo de estrellas.

Este hombre, era el más encantador y carismático que había conocido en su vida.

Ella había pensado que, en una nueva vida, los dos no volverían a cruzar sus caminos, pero sucedió que su vínculo se hizo más y más profundo.

Extendió la mano y acarició suavemente su rostro apuesto e inigualable.

En el sueño, el rostro del hombre rezumaba sudor, indescriptiblemente irresistible.

Como sólo es un sueño, di y haz todas las cosas que normalmente no te atreverías a hacer o decir.

Ella tomó la iniciativa de buscar sus labios.

El hombre pareció ser conquistado por ella y le devolvió el beso.

Mauren López abrió las piernas y cerró los ojos para disfrutar de todo lo que no podía en la realidad, para disfrutar de todos los olores que le pertenecían.

El momento fue tan hermoso e inocente como un sueño.

¿Pero cómo pudo doler tanto?

Espera, espera, espera…

¿Cómo pudieran los sueños ser tan reales?

……

No sabía cuánto tiempo había pasado, pero se despertó con una brisa tranquila fuera de su ventana y el sol brillando tranquilamente en la habitación.

Se frotó los ojos doloridos, claramente por no haber dormido lo suficiente, pero no pudo evitar pensar en lo que había pasado.

¿Estaba muerta? No. Parecía que había estado en el mar, rescatada por alguien.

Después, en una subasta del mercado negro, comprada por Vinay...

Ahora estaba dolorida, ¿había sido violada por Vinay?

-Bastardo…- La voz de Mauren era tan ronca como la tierra seca y agrietada, atascada en su garganta, apenas capaz de exprimirla.

Pero en el momento en que abrió los ojos, vio la cara que había estado anhelando.

¿Senda?

Los recuerdos inundaron su mente como un maremoto, todos a la vez.

La enviaron a la habitación de Vinay y éste intentó desnudarla.

Senda vino, pero se fue porque no la reconoció.

Vinay comenzó a desnudarla de nuevo y en el momento en que estaba desesperada por morir, Senda volvió mágicamente…

Mauren López, todavía en un poco de trance de conciencia, fijó sus ojos en él que dormía a su lado, con sus largas pestañas revoloteando ligeramente. Había un matiz de vulnerabilidad en sus rasgos que volvía locas a las mujeres.

Dios, era increíble que pensaba que el todopoderoso Senda tenía un aspecto vulnerable.

Pero el aspecto que tenía hoy era realmente desgarrador.

Tenía evidentes ojeras, como si no hubiera dormido durante mucho, mucho tiempo.

También, en su barbilla, tenía una barba azulada de varios días, completamente ausente de su habitual aspecto brillante y ordenado.

Un Senda con barba desaliñada era sin duda la primera vez que veía una en su vida anterior, o en esta.

¿Cómo no podía saber lo estricto y pulcro que era este hombre de forma habitual?

Ahora, con esas ojeras y ese desaliño, aunque intentara fingir dureza de corazón, no podía evitar sentirse angustiada.

Comentarios

Los comentarios de los lectores sobre la novela: El corazón de Señor Peréz