El corazón de Señor Peréz romance Capítulo 261

Cuando Vinay salió del baño, Mauren no estaba en la habitación.

Estaba tan ansioso que se olvidó incluso de ponerse la ropa y se dispuso a ir a buscar a Mauren.

No fue hasta que Luisa le aseguró que Mauren estaba abajo, en el pasillo, que se cambió a toda prisa y corrió escaleras abajo.

Abajo, en el comedor, Mauren estaba sentado a la mesa tomando sopa.

Vinay se sintió aliviado al ver que Mauren seguía en casa.

Dudó cuando quiso ir allí.

Vinay estaba un poco nervioso porque temía que Mauren se asustara.

Llevaba mucho tiempo buscándola, desde la primera vez que la vio hasta que supo que era su fea futura cuñada.

Había buscado durante mucho tiempo, pero sin un solo resultado.

Nunca había dedicado tanto tiempo y esfuerzo a una mujer. Había nacido como hijo de la familia Pérez, y en los veinte años transcurridos desde su nacimiento, habían sido muchas las mujeres que se habían acercado a él por voluntad propia.

Pero nunca había estado tan nervioso como para que le sudaran las palmas de las manos al mirar a una mujer.

No quería ir muy lejos, y tenía miedo de acercarse.

Por primera vez en su vida, se encontraba de ese modo.

-Ve, la comida está lista.- Luisa le dio un suave empujón.

Vinay respondió entonces, dudó y se acercó.

Tras ducharse, su mente estaba despejada.

Se acercó a Mauren y se sentó, con el cuerpo tenso y los movimientos rígidos.

Mauren quiso reírse al ver su aspecto.

Era la primera vez que veía a Vinay tan alterado.

Dejó su cuenco y le miró.

Vinay apartó inmediatamente los ojos, temiendo que su mirada la asustara.

-¿Tanto miedo doy?- dijo Mauren en voz baja.

-¡No, yo soy el que da miedo!- Vinay se apresuró a explicar.

Al principio, Mauren tenía una mala impresión de Vinay, ya que había huido de él una y otra vez.

Cuanto más pensaba Vinay en ello, más se sentía como un idiota en el pasado.

Ahora, frente a Mauren, ni siquiera tuvo el valor de mirarla a los ojos.

-¿Cómo te ha ido? He oído antes que estabas enferma, ¿estás bien?-

Vinay había ido al hospital, pero Mauren había estado en coma sin haber tenido la oportunidad de verlo.

Por no mencionar que Vinay estaba completamente confundido sobre lo que piensa de ella ahora mismo.

Siempre pensó que debía odiar a Mauren, pero en realidad estaba preocupado por su salud.

Las emociones de Vinay estaban demasiado mezcladas como para tener el valor de visitarla.

Además, la gente del señor Angelo estaba vigilando la sala en ese momento y ni siquiera tuvo la oportunidad de entrar a visitar a Mauren.

-Ahora tengo buena salud.-

Mauren no quería hablar con él, pero Luisa la miraba de reojo con una mirada suplicante.

Entonces Mauren suspiró antes de decir, -He oído que no has comido en dos días, ¿no tienes hambre?-

Vinay no sabía cómo responder a la pregunta.

Mauren señaló el plato que tenía delante, -Come.-

-…Bien, come.-

Vinay recogió sus utensilios y la miró, -¿No te gustan estos platos? Si no es así, puedes pedirle al chef…-

-Me encanta.- Mauren se miró la barbilla.

Vinay siempre había cuidado su aspecto, pero ahora tenía dos manchas de sangre en la barbilla.

Le faltaba la barba, probablemente porque acababa de rascarse la cara en su prisa por afeitarse.

-Yo… no era mi intención…-

-¡Pfft!- Mauren finalmente no pudo evitar reírse después de aguantar durante mucho, mucho tiempo, -Ja, ja, jaja,…-

-…- Luisa estaba un poco angustiada por su hijo porque era muy embarazoso.

-Pues, Mauren…-

-Es mi culpa.- Vinay agachó la cabeza, reflexionando sobre sí mismo y sobre por qué seguía haciendo cosas tan humillantes delante de Mauren.

El rostro de Vinay se enrojeció y volvió a palidecer.

Mauren detuvo su risa y le miró, -Vinay, si no eres bueno bebiendo, bebe menos en el futuro o perderás la cordura.-

-Yo… tropecé con una silla porque estaba borracho?-

Esa explicación le salvaría más o menos la cara.

Vinay se relajó y dijo, algo descontento, -Bueno, no voy a beber mucho más…-

-¿No vamos al salón a tomar el té?- Luisa hizo un gesto y los sirvientes fueron inmediatamente a preparar el té.

Luisa levantó a Vinay y le dijo en voz baja, -Escucha a Mauren y bebe menos la próxima vez.-

-Bien.-

-Ve a tomar un té.-

Después de una hora de estar juntos, Vinay se había relajado poco a poco de su nerviosismo inicial.

No hizo nada más que seguir mirando a Mauren mientras bebían su té. No dijo una palabra, ni se atrevió a hacerlo.

No fue hasta que Mauren estaba a punto de irse que se levantó de golpe, -¡Te acompañaré de vuelta!-

-No es necesario.- Mauren negó con la cabeza, -Has estado bebiendo y es ilegal conducir borracho.-

-¡No! Yo… me quedaré contigo, no voy a conducir.-

Aunque Mauren se negaba, Vinay la siguió hasta el coche.

Pero al salir, pasaron por delante del Pabellón de Río y, de hecho, vieron que el coche de Senda volvía de fuera y les pasó rozando…

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