El corazón de Señor Peréz romance Capítulo 289

Mayo se congeló un poco y luego dijo, -El señor Senda no ha viajado últimamente, ha estado en la Ciudad Norte.-

Las puntas de los dedos de Mauren se tensaron ligeramente; si Mayo hubiera dicho que por supuesto Senda estaba en la Ciudad Norte, tal vez, ella habría sospechado.

Pero, con eso, era imposible encontrarle defectos a Mayo.

-Señorita Mauren, ¿me preguntas para ver al señor Senda por algo?-

Mayo era siempre tan amable cuando se enfrentaba a ella, -¿Por qué no lo llamo por ti?-

Literalmente, sacó su teléfono para marcar el número de Senda.

Mauren bajó los ojos y negó con la cabeza, -No, no tengo nada que decirle.-

Dado que el hombre seguía en la Ciudad Norte, se trataba de una auténtica reticencia a no venir a verla, no de una incapacidad para hacerlo.

¿Ella había hecho algo malo? No parecía que, bueno, hubiera nada malo.

-Que me empujen a descansar, Mayo, gracias por las molestias de hoy.-

-De nada, el señor Senda ha ordenado que la señorita Mauren debe ser tratada bien, de lo contrario, se sentirá culpable.-

Mayo la empujó suavemente y se dirigió a la puerta del quirófano.

Mauren no dijo ni una palabra, la palabra -culpable- había desvanecido cualquier esperanza que le quedara.

Él realmente, realmente no la quería.

Angelo estaba esperando fuera, y cuando vio que Mayo la empujaba hacia fuera, la saludó inmediatamente, -Mayo, ¿qué tal?.-

-Básicamente no hay nada malo, todavía hay tres lugares más que se pueden hacer en un mes para un segundo arreglo.-

-Lo tengo.- Angelo asintió y se fue detrás de la silla de ruedas, -Gracias, me pondré en contacto contigo en un mes.-

-Bien.- Mayo asintió con la cabeza y los vio salir.

De vuelta en la habitación del hospital, Mauren estaba a punto de levantarse cuando Angelo la cogió en brazos y la colocó suavemente en la cama.

El movimiento se hizo con tanta facilidad que estaba claro que ya era experto en ello.

-En realidad, ya me puedo ir.- Mauren le miró, sin emocionarse demasiado.

-Antes me dolía la parte lesionada y me costaba caminar, pero, hoy lo he intentado y ya no me duele.-

Angelo asintió, -De acuerdo, cuando salgas del hospital mañana, caminarás sola.-

Ella no dijo nada mientras Angelo apartaba la silla de ruedas y comenzó a acomodar sus almohadas.

-Mayo ha dicho que hoy se ha utilizado mucha anestesia a ti, aunque es una anestesia local, pero, es mejor que duermas cuando vuelves y no comas hasta cuatro horas después, si no, me temo que vas a vomitar.-

Mauren no dejaba de mirarlo, de ver cómo empacaba sus cosas, de ver cómo organizaba su medicina, de ver cómo la cuidaba en todos los sentidos.

Al final, dijo de repente, -Conoces muy bien a Mayo, de hecho, eres uno de esos hermanos de Senda.-

Angelo se congeló y la miró.

Mauren sabía desde hacía tiempo que Senda tenía unos hermanos que habían pasado el tiempo bueno y el malo juntos.

No se veían a menudo, pero cada vez que lo hacían, volvían oliendo a alcohol.

Ella, en cambio, no podía acercarse lo suficiente como para observarlo desde la distancia, esperando a que pasara por ella y oliendo el aroma que dejaba, como si estuviera junto a él.

Antes había sospechado de Angelo, pero no estaba segura.

Pero ahora, estaba segura.

Angelo la miró, y la mirada de la chica era tan abierta que su expresión no cambió mucho ni siquiera cuando lo adivinó.

Fue él mismo, en el momento en que ella lo adivinó, que de repente su respiración se volvió un poco loca.

-¿Y luego?- Preguntó.

-¿Y luego?- Mauren se encontró con su mirada y parpadeó, -Angelo, no entiendo lo que quieres decir.-

Sin embargo, Angelo se sintió un poco avergonzado; a ella no le habría importado reñirle si ella se hubiera enfadado.

Ahora, así, sin hacer ruido, tan tranquilo, le hacía pensarse cómo llevarse bien con ella.

-Entonces, ¿fue Senda quien te pidió que cuidaras de mí? ¿Cuándo empezó? ¿Cuando te acercaste a mí por primera vez?-

-No.- En aquel entonces, era de pura curiosidad, preguntándose qué cualidades había en esta chica que podían hacer que su hermano Senda se obsesionara hasta este punto.

-¿Entonces por qué me buscaste?-

-Por curiosidad.-

-¿Curiosidad?- ¿Curiosidad por qué?

Si era demasiado formal, no encajaba del todo... con su imagen de nobleza.

Al final, Angelo se limitó a mirarla y a fingir que no le importaba, -Yo... al menos es verdad.-

-¿No me mientes?-

-¡No te miento!-

-Vale, te creo. Pero, ¿por qué eres tan amable conmigo? ¿Lo es, sólo porque Senda te lo dijo?-

-Tal vez.-

-¿De verdad, tal vez?-

-Quién sabe.-

Media hora después, Mauren se durmió plácidamente.

Sin embargo, Angelo cogió su teléfono, salió de la habitación del hospital y marcó el número conocido.

Tres segundos después, la otra parte recibió el teléfono.

-¿En persona?-

-No.-

Colgó el teléfono de inmediato y se quedó en el pasillo, agarrado a la barandilla y mirando el cielo que se oscurecía.

¿Qué demonios estaba haciendo en el otro lado del cielo?

A la mañana siguiente, temprano, Mauren recordó por fin algo muy importante, -¿Dónde está mi teléfono?-

El teléfono parecía haber estado fuera de su vida durante mucho tiempo, y nunca se acordaba de usarlo.

Angelo buscó largamente su teléfono y al final lo encontró en el cajón de su bolso.

El teléfono estaba muerto y apagado, y probablemente llevaba mucho tiempo en el cajón.

Mauren le puso el cargador, lo enchufó, lo encendió y aparecieron innumerables mensajes y llamadas perdidas de golpe.

Se quedó un rato hojeando, y finalmente se dirigió al mensaje de Xavier Muñoz, -El informe lo he recibido, ¡eres realmente la nieta de la Madame Leide!-

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