El empresario del corazon roto romance Capítulo 57

[Isabel]

La reportera se nos veía sin saber qué decir, mientras del otro lado Vincent se quedaba mudo sin saber dar una explicación. Ya lo viví una vez, no sé quién siente más vergüenza, la amante o el que engaña.

—¿Vincent? — Pregunta Jacqueline.

—Es mi amiga.— Contesto.

—¿Una amiga? — Pregunta Jaqueline un poco indignada.

—Sí, le dije a Isabel que podía invitarla, porque después de aquí partimos al aeropuerto y bueno, Isabel no podrá verla después.— Habla Quentin.

—¿Cómo? ¿Invitaste una invitada de ella a la fiesta de tu sobrina?

—No pasa nada Jaqueline, digo, no creo que no tengas suficiente comida y vino para una invitada más.— Comento

Ella se volteó molesta y caminó hacia su marido que pronto la tomó de la cintura y ambos caminaron hacia otra parte del Solarium. La reportera se voltea de inmediato y un poco confundida de lo que pasa se acerca a mí.

—¿Qué está pasando? — Me pregunta.

—No sé, yo solo soy una invitada más aquí. Me trajeron.— Le comento y me río.— Pero aprovecha el vino está buenísimo.

La reportera ve a Quentin que se queda un poco serio, o más bien ansioso por saber qué es lo que haré tal y como le dije ayer por la noche.

—Bueno, no sé a que debo el honor de estar en la misma casa que Quentin Valois.

—¿Por qué? ¿No sabías que estábamos aquí?

—No, me llamaron que Vincent quería hablar conmigo acerca de unas pruebas, así que vine, pero bueno..hay sorpresas.

—Con respecto a qué.— Pregunto haciéndome la interesada.

—No sé si te convenga escuchar esto, Isabel.— Comenta ella.

—Christine ¿cierto? Creo que ya podemos hablarnos de tú después del encuentro afuera de la empresa ¿No crees?

—Creo que sí.— Murmuró.

De pronto, ella se pone en un papel más digno después de que yo le salvé la vergüenza de saber que sus propio amante la había invitado a su casa, supongo que pensó que se verían en un encuentro apasionado o algo así.

Los invitados de la niña comenzaron a llegar y el solarium poco a poco comenzó a llenarse de gente. Quentin no dejaba de prestar atención a mi conversación con la chica mientras él platicaba con unos amigos de su hermana que lo reconocieron de inmediato.

Ya entrada un poco en copas la reportera se acercó a mi.— Te ves muy bien en esa ropa Isabel, parece que te cayó muy bien que Quentin te “vistiera”.

—Ya sé, me veo genial, mejor que tú, parece que a ti no te dan mucho.

—¿De qué hablas querida?

—Es broma. Pero tienes razón, jamás podré ser como Nadine… dijiste que tú y ella eran cercanas ¿qué no?

—Sí, muy cercanas, muy amigas, por eso te digo que jamás te veras como Nadine.

— La verdad no me interesa pero no sé si creerte que eran amigas, Quentin no me lo había dicho.

—Es que Quentin, bueno, hemos tenido nuestras reservas porque no le gustan mis métodos.

—¡Ah!— Expreso.— Ya me imagino lo que haz de pensar ¿No?

—No sé, dímelo tú.

— Pues bueno, siendo una amiga tan cercana de Nadine, finísima persona, rubia, ojos verdes, haz de pensar ¿cómo es que Quentin termino conmigo? No.

—Exacto, eso es lo que pienso.— Respondió nerviosa mientras tomaba vino y de reojo veía a Vincent que no dejaba de abrazar a su esposa.

—Es raro ¿sabes?

—¿Qué? — Responde de inmediato.

—Que dices que eras una de las amigas más cercanas de Nadine ¿qué no? Pero Quentin me ha dicho que lo conociste después del accidente, digo, que puede ser que Nadine no le haya comentado sobre ti, pero lo que se me hace más raro… es que seas tan, tan, tan amiga, que nunca te hayas fijado que sus ojos eran azules, no verdes.

Comentarios

Los comentarios de los lectores sobre la novela: El empresario del corazon roto