El empresario del corazon roto romance Capítulo 61

[Isabel]

—¿Lista? — Me pregunta Quentin emocionado mientras tiene mis ojos cubiertos.

—Lista.

—Ok, ábrelos.

Abro los ojos poco a poco y de pronto veo todo el piso lleno de flores, una sonrisa se dibuja en mi rostro.

—¿Es en serio?

—Después de tantos meses ausente este piso se obscureció por completo así que decidí llenarlo de flores para ti.

—Gracias mi amor, las amo.— Le contesto mientras entró recargándome sobre el bastón al piso.

Las secuelas del disparo de Vincent me cobraron factura haciendo que perdiera un poco la movilidad de la pierna por lo que después de tantos meses de rehabilitación he logrado caminar pero ahora debo apoyarme de un bastón y no puedo usar tacones por el momento.

—¿Quieres sentarte?— Me pregunta Quentin.

—No, estoy bien…sólo quiero caminar un momento por este lugar, lo extrañaba.

—Y yo te extrañaba más…— Me confiesa y se acerca a mí para abrazarme fuerte.— Pero me alegra que estés recuperada.

—Quentin… prácticamente viajabas cada fin de semana a Nueva York.

—Lo sé, pero en la semana el piso no era lo mismo, ni mi vida sin ti. Pero me alegra que ya estemos en primavera y que ya no tendré que verte con esos abrigos enormes.

Sonrío y él me abraza.

—Sé que lo de la pierna te limita y sobre todo crees que esa cicatriz se ve horrible ahí, pero te juro mi Isabel que eso no importa, eres hermosa de los pies a la cabeza.

—Lo que importa es que estoy viva, y que fue en la pierna y no en mi pecho…— Y lo señalo.

—No, tu hermoso pecho no… ahí está tu corazón... y yo lo amo.

—¡Qué romántico!— Expreso y le doy un beso.

“Tío”

Escuchamos y nos damos la vuelta para ver a Lea quien se encuentra en la habitación de visitas. Nos quedamos en silencio mientras la pequeña camina hacia nosotros.

—Hola Lea.— Le murmuro.

—Hola, me alegra que ya estés aquí.— Contesta.

—Gracias, me alegra que estés con tu tío.

La niña me sonríe levemente, es obvio que la noticia de sus padres le ha caído mal, sobre todo de la manera en como sucedió. Ella escuchó todo, la discusión, las balas, a la policía… todo y sin embargo, le sonreía. Lea, ya sabía que su madre había muerto en la cárcel. Quentin decidió decirle la verdad antes de que se enterara por otro lado y parece que las sesiones de terapia han ayudado, o al menos eso se ve.

Quentin abraza a Lea y le da un beso sobre el cabello.— Ya le dije a Lea que no viviremos aquí, que iremos a una casa con más habitaciones y cosas por hacer y que después empezará la escuela aquí, no en el internado como era lo que estaba planeado.

—Gracias Isabel.— Me dice ella y yo me quedo en silencio mientras la veo.

—Le dije que tú tuviste la idea de que se quedara.— Me habla Quentin.

—Ah… bueno, Quentin es tu tío y creo que no hay mejor lugar ¿cierto?

Ella asiente y me abraza, para luego salir corriendo hacia su habitación. Me quedo un poco sorprendida y él se ríe —¿Qué pasa? — Pregunta.

—Es que, jamás pensé que ella me iba a recibir así, sobre todo con el antecedente de su madre.

Me vuelve a abrazar.— Resulta que su madre antes de salir le dijo que eras una buena persona y que la íbamos a cuidar… así que, Lea tiene gracias a su madre una buena perspectiva sobre ti.

—¿Quién lo diría no? — Comento.

—Lo mismo pensé… Aún así, es verdad, eres una mujer increíble Isabel, no me ha dado tiempo te agradecerte todo lo que hiciste por mi. Me ayudaste a descubrir esto, a recuperar mi vida y ahora… soy otro gracias a ti.

—No, no digas eso… eres otro por tí, porque tú tomaste la decisión de darte otra oportunidad y eso, te dio el mundo entero.

—O sea a ti.

Sonrió y luego suspiro.

—¿Qué te parece si para festejar tu regreso vamos a cenar?

—Me encantaría.

—Sí, pero no a nada elegante, iremos a Du Lait ¿Qué dices?

—Me encantaría, muero por comer Croissants con Quentin…

—Perfecto, le diré a Nora que se quede con Lea hoy, te quiero para mi y sólo para mi.

—Ok, entonces supongo que tendré que cambiarme de ropa y darme una ducha.

—Esa idea me encanta porque te compré algo que te encantará.

Quentin me toma de la mano y paso a paso vamos caminando hacia la habitación donde veo una hermosa blusa color blanco con transparencias y mandas vaporosas como si fueran nubes, una falda corta tableada de color negro y unos tacones del mismo color, al lado una caja.

—Es precioso, gracias.

—Sé que no quieres usar falda por la cicatriz de tu pierna, pero nadie la verá con ese hermoso cabello negro y esos labios que te pintas de rojo... y antes de que me digas algo, los tacones son bajos así que podrás caminar perfectamente con tu bastón nuevo.

—¿Bastón nuevo? — Pregunto y él abre la caja para revelar un hermoso bastón negro con la cabeza dorada.— Quentin, es…

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