Antes de que Laura hablara, Teresa volvió a gritar, -¡Ay! ¡Otro pequeñín! ¿Quién es este pequeñín tan lindo?-
Estaba pensando si ese era el niño que vio solo una vez hacía cinco años.
Teresa miró a Laura emocionada, y esta última asintió con la cabeza, -¡Teresa, este es Andrés! Mi hijo...-
-¡Ay! ¡Tengo dos ahijados! Cariño, vamos, la tía no da favoritismos, ¡déjame darte un besito!- Mientras Teresa lo decía, se inclinó para abrazar a Andrés y dejar una marca de pintalabios rojo en su cara.
El rostro avergonzado de Andrés se sonrojó de inmediato y volvió para mirar a Laura.
Laura se rio, -Andrés, ¡esta es la tía Teresa!-
-Cariño, yo te abracé cuando naciste. Fui la primera persona que te vio además del médico, incluso antes que tu mamá. ¿Qué pasa? ¿Te has puesto tímido?- dijo Teresa ansiosa.
-¡Hola, tía Teresa!- Andrés finalmente dijo algo, pero le tenía mucho miedo a los desconocidos.
-¡Buen chico!- Teresa continuó abrazándolo, y luego abrazó a los dos niños juntos. Pero de repente vio una figura alta de pie en la habitación.
-¡Ay! ¿Quién es este?-
Entonces Milagros se dio cuenta de que la mujer elegante y brillante frente a él solo se había visto de su presencia hasta ahora. Por su lado, Laura se rio, -Teresa, este es mi colega del trabajo, ¡Milagros!-
Después de la presentación, Teresa se sintió un poco avergonzada, -Lo siento, ¡estaba tan feliz de ver a mi ahijado antes que no te vi!-
-¡No pasa nada!- A Milagros no le importaba. Luego llevó directamente las compras del supermercado en su mano a la cocina, -¡Laura, ve a descansar, os llamaré cuando la comida esté lista!-
-Tío Milagros, ¿sabes cocinar?- preguntó Iker de inmediato.
-¡Sí!- asintió Milagros.
-¡Guau, eso es genial!-
En ese momento, Teresa notó los ojos rojos e hinchados de Laura y preguntó con sospecha, -¿Estás bien?-
-¡Ella no goza de buena salud, el médico dijo que tiene que descansar más y necesita más nutrición!- dijo Milagros.
-Ah, también he notado que tiene mala cara. Te ayudaré a cocinar. Los niños que se vayan a jugar a la habitación. Laura, tú descansa, ¡yo ayudo a Señor Milagros!-
-¿Sabes cocinar?- Se rio Laura, ¡porque sabía que Teresa no sabía nada de cocinar!
Teresa inmediatamente frunció el ceño, guiñó un ojo y advirtió en voz baja, -Oye, aunque no sea una buena esposa o madre, tengo que fingir que lo soy, ¿no? Al menos sabré lavar las verduras. No puedes dejar que el invitado que ha venido por primera vez sea el cocinero, ¿no?-
-Ja, ja... Bueno, tú ayuda a Milagros, ¡volveré a la habitación!- El teléfono de Laura sonó de nuevo, y su rostro palideció cuando miró hacia abajo y vio que era el número de Oscar.
-Laura, ¿es Oscar?- Teresa se dio cuenta de su cambio, -¿Tú y Oscar realmente habéis terminado?-
-¡No pasa nada! Estoy bien, ve y ayuda a Milagros- Luego volvió a su habitación.
Laura colgó y dejó el teléfono sobre la mesa.
Cuando Oscar vio la llamada colgada, sus manos que estaban conduciendo agarró con más fuerza el volante, se le notaban lo huesos de tanto que apretaba. Su rostro estaba lleno de disgusto. Volvió a llamar, ¡pero descubrió que sus manos temblaban mucho!
El teléfono de Laura volvió a sonar y tuvo que contestar.
-Laura, ¿dónde estás? ¡Voy a buscarte!- gritó Oscar ansiosamente.
-¡Te has equivocado de número! ¡Si vuelves a llamar a este número, cambiaré el número de teléfono!- susurró Laura con voz temblorosa.
-Laura, ¿me dices dónde estás? Alguien dijo que fuiste al hotel con un hombre, ¿es cierto? ¡Quiero que me lo confirmes!- expresó apresuradamente su preocupación sin pensar.
Pero tan pronto como las palabras fueron pronunciadas, Laura sintió que una frialdad invadía todo su cuerpo.
¿Ir al hotel?
¿Ir al hotel con un hombre?
Ella sostenía una taza en la mano, apretaba fuertemente la taza de agua. Se la llevó a la boca con una pinta hecha desastre. El agua estaba muy caliente, pero solo sintió el frío, tanto que su cuerpo no paraba de temblar.
-Laura, ¿de verdad vas a hacer eso?- preguntó Oscar con la misma voz temblorosa, -¿De verdad quieres torturarme así?-
Laura se sintió cada vez más triste, parecía que estaba cayéndose al abismo sin fondo y su espalda estaba sudando frío. Dejó temblando la taza sobre la mesa y se apoyó en la mesa. El dolor emergía de su interior.
¿Quién diablos le dijo eso?
¡Pero estaba tan enojada porque él no confiaba en ella! Estaba enojada con él por creer tan fácilmente en las palabras de otras personas. ¿Que había ido al hotel con alguien? ¡Quizás no se sentiría tan miserable si pudiera hacer eso!
Pero su desconfianza la hizo sentir como si la frialdad había invadido todo su cuerpo, estaba muy angustiada, pero preguntó con voz fría, -¡Sí! ¡He ido al hotel con alguien! Señor Oscar, ¿y a ti qué te importa?-
Notó que repentinamente no se pudo escuchar nada, y luego se escuchó un frenazo rápido por el teléfono...
-¿Oscar? ¿Oscar?- Laura estaba ansiosa, pero no hubo sonido al otro lado de la línea, luego se escuchó pitidos, ¡y el teléfono se cortó!
Estaba aterrada, Laura se quedó atónita. Parecía que el ambiente de la habitación también fue invadido por el frío y no pudo evitar temblar.
Volvió a marcar su número, pero nadie respondió...
-Laura, ¿qué te pasa?- Teresa vio a Laura salir corriendo de la habitación, presa del pánico.
-Algo ha pasado, Teresa. ¡Puede que a Oscar le haya pasado algo!- La mano de Laura estaba helada cuando agarró la mano de Teresa.
Ella se sintió aliviada y preocupada al mismo tiempo, -Señor, ¿dónde está el hombre?-
-¿Oscar? ¿Oscar?- Max fue el primero en darse cuenta de que Oscar todavía estaba en el auto. Dio unas palmaditas en el auto, solo para encontrar que Oscar estaba sentado en el asiento de conductor con la mirada perdida en la nada, como si estuviera petrificado.
-Señor, no golpee más. Tengo las manos entumecidas por dar golpes, pero este caballero no abre la puerta. No nos quedó más remedio que investigar el número de matrícula y llamar a su empresa de acuerdo con el registro. Es que estacionó el automóvil en la intersección más transitada, trescientos autos estaban bloqueados detrás. ¡Sospechamos que conducía en estado de ebriedad y no se atreve a abrir la puerta por miedo de que lo detengamos y le quitemos el carné de conducir! Realmente no nos quedó otra que llamar a la Grúa...-
-¡Imposible!- explicó Max, -¿Cómo iba a quedarse borracho de buena mañana? ¡Ni siquiera ha pasado la hora de la comida, no debería haber bebido!-
-¡Voy a llamarlo!- Laura exhaló un suspiro de alivio, pero también sintió un dolor en su interior. ¡Ese tonto! ¿Cómo pudo aparcar el coche en medio de la calle?
-Oscar, abre la puerta, ¡soy Laura!- Ella golpeó la ventanilla.
Pero como el hombre que estaba adentro no respondía, Laura continuó golpeando, -Oscar, si no abres la puerta de inmediato, nunca te perdonaré en esta vida, ¡nunca! ¿Lo has escuchado?-
La policía de tránsito suspiró y de repente se dio cuenta de algo, -¿No me diga que ha sido por una ruptura?-
-Pues le has dado, realmente es por eso. Mi amigo ha perdido a su amor. ¡Por eso está un poco abatido y raro!- explicó Max avergonzado.
-¡No puede bloquear deliberadamente el tráfico a pesar de que ha tenido una ruptura! ¡De acuerdo con las disposiciones pertinentes de la “Ley de sanciones de la Administración de Seguridad Pública” quienes bloqueen el tráfico y alteren el orden público serán castigados y detenidos!-
-¡Oh! ¡Señor, múltale, la multa es mejor que lo otro!- Max dijo todo tipo de halagos, y finalmente consiguió el perdón de la policía de tránsito.
-Bueno, cuando salga, ¡tenemos que comprobar que no ha conducido después de beber para ponerle solo la multa!-
Laura lo había amenazado con todo, pero Oscar seguía sin reaccionar, -¡Oscar! Oscar, abre la puerta...-
Laura caminó hacia la parte delantera del auto y se paró allí para mirar fijamente a la persona que estaba en el auto.
Oscar parecía estar inmerso en algún pensamiento, y seguía sin reaccionar, parecía que había tenido un largo sueño.
Laura lo había estado mirando desde fuera, marcando su móvil, pero él estaba indiferente ante eso. O, mejor dicho, sus ojos no tenían enfoque y no podían verla. Laura tenía muchas ganas de destrozar el auto.
Al verlo así, un sentimiento indescriptible fluyó en su interior, era amargo. Sentía mucha pena por él con esa pinta, ¡cómo podía dejarlo ir así!
Laura se rompió a llorar de repente. No supo cuántas lágrimas derramó en una mañana. Al ver que él no abrió la puerta, ella empezó a llorar. Cuando Max la vio llorar tan tristemente como si se iba a desmayar en el siguiente segundo, de inmediato fue a sostenerla, -Laura, no pasa nada. Está bien, ¡no te preocupes!-
-¡Max!- Laura movió sus pálidos labios, su rostro sin rostro de color estaba lleno de lágrimas, -No abre la puerta, no abre...-
-¡Yo voy a llamarlo!- Max también se paró al frente, sacudiendo sus manos, -Oscar, abre la puerta. Laura está llorando, abre la puerta! ¡Abre la puerta!-
De repente, al darse cuenta de algo, Laura pensó en la llamada telefónica que le había hecho antes. Dijo que fue al hotel con alguien. ¿Acaso era por eso?
De repente se puso de pie, caminó hacia el auto, se inclinó y se agachó en el costado de la ventanilla del auto, -Oscar, no es verdad. No estoy con nadie. No fui al hotel. ¿Podrías abrir la puerta?-
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: El hombre con la máscara de zorro