El hombre se giró sorprendido. Mirando a Laura cuya hermosa espalda desnuda se estremeció. Se sintió un poco conmovido.
"¿Ha muerto alguien?" él pensó.
Se acercó. Se sentó frente a ella. Vio que la sangre fluía por la comisura de su boca. Cuatro dedos fueron mordidos en la boca.
Frunció ligeramente el ceño, se sintió un poco lamentable.
-¡Me voy, ahora mismo voy!- Laura colgó de repente el teléfono y se levantó. Pero como le dolía demasiado la pierna, estuvo a punto de caerse. El hombre la sostenía a teimpo.
-¿Qué ha pasado?
Laura no lo miró pero las lágrimas fluyeron en silencio.
Nico estaba muerto, no le quedaba nada. El único miembro de la familia se había fallecido.
Ella iba a buscar a Nico Abasto. -Quiero salir. Quiero salir. No quiero el dinero. Nuestro contrato ya ha cancelado. ¡No quiero el dinero!
-¿Estás segura? -El hombre frunció el ceño.
Laura se separó de él y cogió su ropa. No le importó en absoluto el hombre detrás de ella. Recogió su bolsa y estaba a punto de marcharse.
Pero el hombre la agarró.
-No hay coches que bajen por aquí de noche. ¿Qué ha pasado?
Se le llenaron los ojos de lágrimas. -¡Quiero bajar al hospital!
El hombre no dijo nada más. Sus ojos oscuros se entrecerraron. -Te llevaré al hospital.
En el camino, las lágrimas de Laura no dejaban de fluir. Y el hombre que conducía a su lado guardaba silencio.
La llevó directamente al hospital.
-Si no quieres hacerlo más. No te forzo. Te daré la mitad del dinero como compensación por tu primera noche.
Laura se bajó rápidamente del coche sin decir nada.
Mirándola correr hacia el hospital, sus largos dedos agarraron con fuerza el volante. Se quitó la máscara con fastidio.
Reveló un apuesto rostro guapo como el dios, se veía un poco triste...
Laura se precipitó a la sala. La enfermera acababa de cubrir el cuerpo de Nico con una sábana blanca.
-¿Dónde está mi hermano? ¿Dónde está mi hermano? -preguntó como una loca al ver a todos.
-Laura, lo siento. No se puede hacer nada más.- El médico que la atendió se disculpó con culpa ante Laura.
Sin embargo, era común que los pacientes murieran. Como médico, ya había hecho todo lo posible para salvarlo.
Pero este niño sólo tenía quince años. Es una verdadera lástima que se muera.
En la cama del hospital, su delgado cuerpo yacía en silencio cubierto con una sábana.
Ella dejó escapar un grito -¡No!
Avanzó rápidamente. En el pasillo, se apresuró a chocar con un amplio abrazo.
-¡Uh! ¡Perdón!
Instintivamente miró hacia arriba. Vio una figura esbelta. El traje negro envolvía su robusto cuerpo.
Su rostro parecía la nieve invernal, muy frío. Los ojos, profundos y oscuros, eran como estrellas, vagos pero sombríos.
Su nariz era recta como una antigua escultura griega.
Los labios finos y angulosos carecían de emoción.
-Señor. Lo siento!- Laura se disculpó una vez más. Inexplicablemente sintió algo familiar en este hombre.
Pero por un momento no pudo recordar dónde lo había visto.
El hombre bajó la cabeza mirando a Laura. Se congeló y luego asintió. -¡Nada!
La voz baja era tan fría como el hielo. Laura inexplicablemente se estremeció. Se inclinó ligeramente. Se dio la vuelta y se fue.
El hombre no la detuvo. Se volvió para observar la espalda de la mujer. Sus misteriosos ojos parecían estar pensando en algo, pero nadie podía hacerse una idea.
Cuando bajó la cabeza, encontró un informe tirado en el suelo. Al ver el nombre escrito Laura con el resultado de estar embarazada, los ojos del hombre se entrecerraron. Giró la cabeza para mirar a la mujer de lejos.
Sus peligrosos ojos eran como los de un leopardo que veían a su presa con horrible precisión ...
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