El Jefe romance Capítulo 7

Esa mañana Eileen redactaba un informe semanal que iba dirigido a Romel. Se encontraba metida de lleno en ello sin darse cuenta de la presencia masculina que se encontraba recostado de brazos cruzados en la entrada de su oficina.

Lion observaba detenidamente aquella rubia que había visto la noche anterior en compañía de un idiota. Inclina un poco la cabeza, realmente parecía bastante distinta a la mujer que conoció el día anterior. La sexy rubia con aquel hermoso vestido de noche había desaparecido. Ahora solo veía a una rubia con el cabello recogido y una muy cubierta camisa.

Era cómico, llevaba cinco minutos allí de pie y ella ni cuenta se había dado de él. ¿Acaso era tan distraída? Parecía interesante jugar un poco con ella. Pero, primero a lo primero.

—¡Buenos días, señorita Smith!

—¡Demonios! Exclama está exaltándose en su silla. —¿Quién es usted? ¿Qué hace aquí?

Pregunto poniéndose en pie, y pensando que necesitaba una maldita secretaria… ¿y donde carajos estaban los putos guardias? Los intrusos lograban pasar muy fácilmente hasta su oficina. Un día de estos la encontrarían bien muerta.

Eileen amusga los ojos al fijarse mejor en el rostro de aquel sujeto, si no se equivocaba era el mismo que había visto en el bar. El que no paraba de mirarla. ¿Qué estaba haciendo en el museo? ¿Y cómo había dado con ella? Lo pillo caminar hacia ella, lo que la hizo ponerse erguida. ¿Por qué le aterraba ese tío?

—¿No te acuerdas de mí?

—¿Qué está haciendo en mi oficina? ¿Qué es lo que desea?

—Hablar un poco… dice sentándose como un rey en su trono en la silla ante ella.

—¿Conversar sobre qué?

—Disculpa mis modales, me llamo Lion Walker. Este le sonríe.

La rubia queda con la boca abierta… tenía en su oficina a Lion Walker, el tipo más peligroso de todo Tampa. Su corazón comenzó a palpitar frenéticamente, se le iba a salir por la boca como si no la cerrara de una maldita vez. ¿Qué estaba haciendo ese tipo en su oficina? Ahora es que advertía porque le espantaba su presencia.

—¿Usted que está haciendo aquí?

—Bueno, ya que ha rechazado todas las ofertas posibles que le he enviado con mi gente he decidido venir yo mismo.

—¿Su gente? Frunce el ceño. —Así que todos esos maltratos y acosos ¿han sido obra suya?

—¡Así es! Y quiero ser lo más cortes posible señorita Eileen. Pero mi paciencia es limitada, y estoy seguro que no querrá que la pierda por completo.

—Señor Walker, el señor Romel ha sido muy claro. El no desea vender el museo, no sé cómo hacer que lo entienda usted y su “gente”. La chica termina la frase haciendo comillas con los dedos.

—Veo que mi personal no ha sido el más educado. Pero ya sabe cómo es esto señorita Eileen. No somos personas con mucha paciencia.

—Pues disculpe. Responde con ironía. —Lamento ser una molestia que entorpece sus planes, pero la respuesta es definitiva. ¡No hay venta!

Lion frunce el ceño, aprieta la mandíbula mientras hace de sus puños una bola. Esa mujer iba a ser difícil de convencer.

—Escucha Eileen. Se pone el pie. —Yo le recomiendo que se lo piense mejor, convérselo con su jefe nuevamente y lleguen a un acuerdo. Mi oferta es la mejor que podrán recibir por ese viejo museo.

—Bueno, no sé qué más puedo hablar con el señor Romel. Él ya ha tomado su decisión. Y la verdad es que, no pienso hacerlo cambiar de opinión.

—Todo el mundo cambia, señorita Eileen. Le sonríe con malicia.

—Pues creo que está buscando en el lugar equivocado. Y le recomiendo que le diga a su personal que deje de molestarme, o me veré forzada a ponerle una denuncia con la policía.

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