El Jefe romance Capítulo 17

Pero Eileen sentía que no fuese nada. ¿Por qué habría de llamar a su abogado? ¡Claro! Tampoco es que pudiera interrogar a su jefe, eso no era asunto suyo a fin de cuentas.

—Bueno ya hemos terminado Romel, me retiro para que puedas hablar con la señorita con más tranquilidad.

—Muchas gracias por venir Lumier. Ambos se dan la mano.

—Fue un gran placer conocerla señorita Eileen, espero volver a verla muy pronto.

—Sí, claro. Esta asiente.

En cuanto se quedó a solas con su jefe se sentó en la misma silla que se sentó el abogado de Romel.

—¿Todo está bien, señor Romel?

—¡Claro! No tienes por qué preocuparte. ¿Qué me traes?

—¡Ah sí! El informe.

Mientras el viejo lo revisaba la rubia mordía sus labios en señal de nerviosismo y apretaba sus manos con fuerza. La chica solo pensaba en como le decía a su jefe que estaba siendo acosada por un peligroso mafioso que intentaba asesinarla si no lo convencía de que vendiera el maldito museo.

[…]

Lión recibe una llamada de Kara mientras mantenía una junta con algunos proveedores. A éste no le importo la reunión, así que contesto de inmediato.

—¿Qué pasa? Espero que sea importante Kara.

—Esa mujer está ahora mismo en la casa del viejo.

—Muy bien… cuelga la llamada. —La reunión ha terminado señores. Dice poniéndose en pie.

Walker es el primero en abandonar la sala de reuniones. No tardo nada en subirse al coche para dirigirse a casa del viejo.

[…]

—Señor Romel, tengo algo muy importante que decirle… o bueno mejor dicho preguntarle.

—Tú dirás Eileen.

—Bueno, usted de vedad no le gustaría vender el museo. Pregunto porque, bueno está bastante mayor y no lo sé yo…

—No. La interrumpe. — ¡No venderé! ¿Qué pasa Eileen? ¿Ha pasado algo que no ha querido contarme? Pregunta achicando los ojos.

—Las personas que quieren comprar el museo están muy interesados en él, la verdad se han vuelto un poco molestos.

—¿Te están molestando? ¿Te han hecho algo?

La chica mordió sus labios. Tenía las palabras atascadas en la garganta, y no sabía cómo soltarlas. Aparte de que no estaba segura si contarle a su jefe las cosas horrible que había pasado los últimos días. Probablemente y sea ella misma la que terminara asesinándolo por la preocupación.

—No me han hecho nada malo, señor Romel. Simplemente me han insistido mucho en hablar con usted para que lo convenza de vender el museo. ¡Es todo!

—Pierden el tiempo, jamás venderé ese museo. Lo único que quieren es construir un maldito casino hotel. Y no pienso permitirlo.

—Entiendo.

Eileen suspira internamente ya que con la decisión de su jefe ella tendría que apañársela sola. Al menos que tomara una medida drástica… renunciar era la única manera que existía para liberarse de todo aquel problemón. Ese hombre la seguiría molestando hasta llevarla al límite, bueno ya casi que lo estaba.

[…]

Lión detuvo su coche ante la verja de la mansión de Romel, éste magnate se baja del mismo pero por alguna razón el portero le impide la entrada. Lo que lo cabrea muchísimo. Walker saca su arma de la espalda apuntando al vigilante justo en la frente.

—He dicho que me dejes entrar, ¿o prefieres un hoyo en la cabeza?

—Señor… es que… no tengo permitido, yo…

—Señor Romel, ¿está bien?

—Sí, sí. Decía con la máscara en su boca. —Quédate aquí a mi lado.

—Está bien. Responde con evidente preocupación. Entonces levanta la mirada para ver a Lión quien seguía de pie ante ellos. —¿Qué está haciendo aquí? No ve lo que está provocando, váyase. Lo mira furiosa.

—¿Lo has convencido ya?

—El señor Romel no piensa vender nunca, es que no lo entiende. Desista de una vez por todas.

—Quiero ese museo, y será mío cueste lo que cueste.

—No venderé. Vocifera Romel sacándose la máscara. —Pierdes tu tiempo, porque no pienso darte mi museo.

—Eres un cabezota Romel. Mientras más te resistas más interesante haces esto. Dice sonriendo.

—Esto no es un juego, váyase de aquí. Le dice Eileen.

—¡Ah, valiente! Responde amusgando los ojos.

Pero aquella valentía le costó el estremecimiento de todo el cuerpo de Eileen… podía ser valiente al lado de su jefe aunque estuviera casi moribundo, pero fuera de esa mansión podría pasarle cosas muy malas por ser una bocazas.

—Espero que reconsidere mi propuesta Romel. Véndeme el museo y prometo que dejare de molestar. Pero sus ojos estaban puestos en Eileen. —Solo quiero el museo, no volverán a saber más de mí. Y créeme mi oferta es muy ostentosa.

—Ya tengo suficiente dinero. Clama el viejo.

—¡Solo una semana! Y los días están contando.

Lión abandono la habitación dejando la advertencia hecha, pero solo estaba dedicada a Eileen.

En cuanto éste se marcha la rubia logra respirar con calma, pero su mente no paraba de pensar en el ultimátum de ese hombre. Estaba consciente de que solo estaba destinado para ella.

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