La cena en compañía de Williams le había agradado mucho a Eileen… la rubia se sentía a gusto en compañía de ese hombre. No lo negaba, el haber aceptado la cena le cayó como anillo al dedo ya que Williams no paraba de hacerla reír y eso le gustaba.
Pero por desgracia la noche había llegado a su fin, necesitaba descansar así que ambos se encontraban subiendo las escaleras en dirección a su habitación.
— La cena estuvo divina Williams, de verdad que muchas gracias por todo.
— No hay de que, para mí es un gusto tenerte aquí. Sonríe. Ambos se detienen en la puerta de su recamara. — Hemos llegado, te he traído sana y salva.
— Si. Ésta se ríe con gracia, pero algo dudosa de si entrar o quedarse allí parada como idiota.
Williams al notar sus dudas, lentamente se acercó a ella lo que causo que la rubia retrocediera un poco. Éste envolvió su cintura con el brazo apoderándose de sus labios. Eileen dejo que la besara, el beso fue dulce muy tierno… nada comparado con los que Lión Walker le había dado, tan toscos y a lo bruto. Pero, ¿Por qué estaba pensando eso en esos momentos? ¿Estaba loca? Mira que venir a comparar los besos.
Entonces fue cuando el rubio separo su boca de la de ella… Eileen miro aquellos penetrantes ojos verdes tan brillosos y llenos de vida, pero tampoco eran como unos azules penetrantes que la habían visto muchas veces… ¿Qué carajos estaba pasando con ella? ¡Mierda! ¿Estaría tan traumada?
— ¿Todo bien? Este susurra cerca de ella.
— Si. Responde queda.
— Lamento haberte besado… pero es que, tú me gustas Eileen. Ella abrió los ojos como platos ante su confesión. — Y si me lo permites, y sientes lo mismo estaría encantado en que salieras conmigo.
[…]
Eileen acomodaba sus cosas en la maleta que había sacado de su apartamento, necesitaba dejar todo ordenado para cuando pasara en la tarde a recoger todo… pero mientras introducía las prendas de ropa en su mente solo rondaba una cosa, la confesión de Williams. La joven no le había dado una respuesta, simplemente se despidió del rubio para terminar por refugiarse en la habitación.
Pero es que tampoco sabía que responderle, todo le cayó como un balde de agua fría. Ni tiempo le dio de pensar en nada. Si le gustaba Williams, pero ¿tendría una relación con él?
— Dios mío Eileen, estas hecha un lio. ¿Qué piensas hacer? Ella misma se preguntó justo cuando alguien toca su puerta.
— Eileen, ¿estas lista? Era la voz de Williams, se había ofrecido de llevarla al museo.
— Ya salgo. Dice cerrando la maleta y tomando su cartera.
Por fortuna y a la vez rareza la mañana y parte de la tarde de Eileen fue bastante normal… aunque un loco desquiciado quisiera asesinarla a diario ese día había sido bastante normal. Ella pudo terminar el trabajo con tiempo de sombra, Williams la pasaría buscando con sus cosas para llevarla a su casa. Solo imploraba al cielo que hubieran reparado todo para entonces.
La rubia recogió su bolso para sacar el móvil, ya era hora de llamar a Williams… pero de la nada la puerta de su oficina se abrió de par en par. Ésta abrió los ojos como platos pensando que había alabado en vano su buena mañana.
— ¿Por qué carajos has pasado la noche en la casa de Williams Severu? Este le reclama caminando decidido hacia ella. Estaba más que cabreado no más al verla.
— ¿Y qué coño es su problema? ¿Por qué diablos me está siguiendo? La rubia lo ve acercarse a ella, así que toma la decisión de tomar todos los objetos que consigue para tirárselo a ese hombre quien iba osado a por ella.
El solo sonríe mientras se mete entre las piernas de ella con mucha facilidad… condujo la palma de la mano por su pierna, subiendo la tela de la misma hasta descubrir la suavidad de su muslo.
— ¿Esto no te gusta? Decía metiéndose en el hueco de su cuello.
— No, quiero que te quites de encima.
— A mí sí que me gusta.
Éste consiguió subir toda la falda llevándola hasta la cintura de la joven… tan solo la tela de las bragas de Eileen impedía que el mafioso pudiera introducir su mano. Lentamente condujo la mano hasta coronar una de sus nalgas mientras levanto la mirada hasta el rostro de ella pudiendo divisar las pupilas dilatadas de la rubia.
Eileen no alcanzaba a entender como era que no estaba como una loca teniendo a ese sujeto encima. Pero algo muy extraño se estaba formando en su vientre bajo, y el culpable de todo eso era Lión. Mientras la besaba en el cuello, llevaba su mano hasta la tela de sus bragas lo que causo tensión en ella. ¿Pensaba follarsela en el sofá de su oficina o que carajos? Y como era que ella no tenía algo llamado dignidad, ese hombre intentaba asesinarla y allí estaba dejándose seducir.
— ¡Maldita sea! Masculla en voz alta empujando al sujeto pesado metido entre sus piernas a punto de tocar su coño. — No me toques. Grito a todo pulmón.
Salió corriendo como alma que lleva el diablo mientras se bajaba la falda… ese día el museo estaba más solitario que nunca lo que la impulso a correr más a prisa. Las intenciones de Lión ya no eran de asesinarla, sino más bien abusar de ella.
— Eileen, con un demonio. Grita yendo tras de ella.
La chica colmaba su maldita paciencia, y no es que tuviera mucha que digamos. Siempre que se calentaba cuando la tenía así de cerca ella buscaba las maneras de escabullirse ágilmente.
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