El Oscuro CEO romance Capítulo 3

Alicia *recuerdos*:

Como era de esperarse, ni bien el hombre abandonó el gran salón, corrí al despacho de mi padres, ¡sí, a ese lugar que me había dicho que no fuera!

En ese momento no entendía bien que era lo que sucedía. Ahora sí…

Mi padre había sido asesinado en su despacho. Su cuerpo yacía sentado en la silla, pero su cabeza sobre el escritorio nadando en un mar de sangre.

Corrí hacia él y comencé a sacudirlo.

- ¡Papi despierta, papi…!

Pero mi padre no despertaba. Comencé a gritar mientras lloraba desconsoladamente. De pronto mi Nana irrumpió en la habitación, perecía no sorprenderse por la escena. Me tomó en brazos y me llevó a mi dormitorio. Mientras me cargaba, observé el suelo y noté marcas, de pisadas ensangrentadas, que atravesaban el salón.

Esa imagen me acompañaría por mucho tiempo

Cuando me dejó en el dormitorio, ya se encontraba allí un hombre con aspecto aún más duro que el de los tatuajes, aunque ahora sabía que se llamaba Luka.

- Imagino que ya habrá arreglado todo lo que la niña necesita llevar

- Sí, señor, está en el armario

Cuando abrió la puerta de dicho mueble, pude observar un par de bolsos y una maleta grande. ¿Cuándo había empacado? ¿Acaso sabía que esto pasaría?

- Perfecto, tome a la niña y vayamos al coche

- Nana, ¿A dónde vamos, porque no me dijiste que saldríamos de viaje? – comencé a llorar - ¿mi papi se pondrá bien?

- Anda, Alicia mi niña bella – y me alzó en brazos – ahora empezarás una nueva vida lejos de aquí, procura ser feliz

Me estrecho con fuerza contra ella y no dejaba de besar mi cabeza. Pero no respondía a ninguna de mis preguntas, por más que insistiera y las repitiera, solo se mantenía callada. Lloré desconsoladamente. Me metieron en un coche, aseguraron las puertas, el hombre de traje subió del lado del acompañante y el chofer comenzó su marcha.

Vi a mi Nana parada en el jardín, se hacía cada vez más pequeña mientras me alejaba, hasta que transcurridos unos segundos ya desapareció por completo

Nunca más volvía a esa casa, jamás se me permitió, no sé qué fue de ella, sé que mi padre murió por que me lo dijeron, también me lo hicieron ver en el noticiero, pero a su sepelio no me dejaron ir, así que tampoco pude despedirme de él.

Luka *recuerdos*:

Al despertar nuevamente en aquella habitación, se encontraba la joven enfermera que me estaba cuidando.

- Eh, ¿tú no tienes otro sitio para estar que no sea aquí conmigo? - pregunté un tanto irritado

- Miles, miles de sitios tengo para estar, pero elegí estar contigo aquí - dijo sonriendo - ni te lo creas, eres mi paciente y debo hacerlo, para eso me pagan, así que no te ilusiones demasiado

- Perdona - me di cuenta que había sido un grosero con la pobre que lo único que hacía era cuidarme - es que no estoy acostumbrado a tanta atención

- Descuida - se puso de pie y apoyó el estetoscopio frio sobre mi pecho desnudo - todos cuando se despiertan suelen ser un poco groseros

- ¡Ahhh…! Eso era necesario - me quejé

- ¿Sino cómo crees que escucharía tu corazón?

- Pero está muy frío - rezongué

- Anda, no te quejes y compórtate como un hombrecito, hazme el favor

- Ok, si me aceptas una cerveza cuando salga de aquí

- No creo que pueda esperar tanto para beber una, pues tu no saldrás de aquí en un largo tiempo

- ¿Me raptaste? - y le hice mi mirada seductora, ella, en lugar de rendirse a mis pies, se rió a carcajadas

- ¡Que más quisieras!, pero no, tu herida ha sido muy profunda y necesitarás mucho tiempo para recuperarte - suspiró - así que cuando termine mi turno, iré por esa cerveza y brindaré por ti

La conversación era amena y la chica me agradaba. No era despampanante, si bien estaba bien formada, no tenía un cuerpo de gimnasio, si cabello rubio recogido junto con sus ojos color café, coronado con unas gafas, la hacían por demás atractiva. No quería, pero yo era un ser por demás se*xual, así que tuve una erección casi de inmediato. Ella se puso seria, creí que se había enfadado por mi reacción física ante su contacto, pero en realidad observaba las muchas cicatrices que tenía en mis muñecas. Levantó la vista y me miró con pena. Por primera vez en mi vida, algo me causaba vergüenza, así que retiré mi muñeca de su agarre

- ¿Nunca trataste de suici*darte?

- No, la verdad es que no, siempre creí que era de cobardes

- ¿Cobardes? - su afirmación me molestó - yo no diría eso, cansados… tal vez

- Disculpa - notó mi enfado - no quise incomodarte, a veces soy muy franca a la hora de expresarme

- ¿Tampoco habías tratado con alguien que hubiera intentado quitarse la vida?

Capítulo 3 – “Apareciste en mi radar” 1

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