En lugar de tomar un taxi, medio para el cual sí tenía cómo pagar, Hope se subió a un bus y se ubicó al lado de una señora. Lo había hecho con tal de retrasar su llegada a la mansión, pues el medio de transporte a cada rato hacía paradas y allí se le iba el tiempo, en el que observaba a una que otra persona que subía al bus, otros debido a la falta de puestos ya que todos habían sido ocupado, se quedaron de pie.
Ella miraba por la ventanilla, hasta que una anciana subió también, e hizo una obra muy buena al darle su lugar cuando ni siquiera otra persona lo hizo al menos ella le demostraría a la viejecilla que aún había un poco de humanidad en la gente y se sintió bien por haber hecho ese acto tan bonito. Pronto llegó su parada y no era el destino que se había fijado desde un principio, sino la casa de su supuesta madre, esperaba que ya no estuviera allí y solo Leonardo, el día en que esta la había echado de casa, ella llevaba consigo sus cosas en las que todavía conservaba una copia de las llaves de aquella puerta principal y si no lo habían cambiado las cerraduras entonces aún tendría acceso a la vivienda para recoger un poco más de ropa, ya que ese día no se pudo llevar completamente sus cosas; no tenía otra opción que hacerlo de ese modo como si fuera una maleante al meterse sin permiso al lugar al que no tenía derecho con suerte sus pertenencias seguirían en la habitación si es que su tía no las habría echado a la basura aunque sí Leonardo estaba presente, todos sus intentos iban a ser en vano.
Se llevó una gratificante sorpresa a pesar de todo, al ver a Leonardo en el interior de la vivienda; se encontraba sentado en el living y dio un salto al percatarse de su presencia inesperada; nunca se imaginó verla por esos lares y mucho menos aquel mediodía en el que su esposa por fortuna no se encontraba allí sino haciendo unas compras o quizás ya en la tertulia con sus amigas. En todo caso se alegró de verla por allí y se levantó de su sofá, la abrazó con mucho cariño, la había echado tanto de menos que revivió de solo sentir su contacto físico, su incomparable dulzura y no quería soltarla.
Volvía a sentir la vitalidad, la forma en que volvía a él y lo hacía sentir bien. Hubo lágrimas, la emoción fuerte que los rompió.
—¡Papá! —la palabra emanó desde su corazón, de otra manera no habría salido.
Y era sincera al decirlo. A pesar de todo le otorgaba de nuevo el título. No importa si no era su padre real, para ella siempre lo sería. Era una tontería estar enfadada con él. Sí, le había mentido, pero seguía siendo importante, lo averigüo ese día.
—Me gusta mucho que estés aquí, te extrañé, perdona si note he llamado estos días, la verdad me he visto envuelto en mucho trabajo, ha sido difícil encontrar un momento para visitarte, ahora que estás aquí, sé que debí sacar tiempo antes para verte. Por favor, siéntate.
Antes de hacerlo, Hope miró a todos lados, no quería que su tía apareciera de pronto, y aún no sabía si ella estaba allí presente, estaba dispuesta a retirarse en caso de que ella hiciera acto de presencia. No la soportaba, menos si llegaba soltar más veneno de lo que ha ha la escupido ese día.
—No te preocupes, ella no va a aparecer, ha salido. No vendrá ahora, siéntate y deja que te sirva algo de comer, ¿de acuerdo?
—Bien, gracias, papá.
Este sonrió, se le hinchaba el rostro de alegría cada vez que la escuchaba pronunciar esa palabra, tenía mucho poder y que lo retomara a él le venía bien.
Fue a la cocina y sirvió dos vasos de jugo, habían galletas que compró ayer en el mercado, las puso en la bandeja y pronto ya estaba de regreso con ella. Se sentó a su lado, quería tenerla lo más cerca posible, le hacía demasiado bien. Y en ella pasaba lo mismo.
Bebió y comió un poco antes de iniciar la plática con él.
—Voy a ser sincera, solo he venido a buscar algo de ropa, mis cosas siguen allí dentro y me hacen falta, ¿aún siguen allí, no es así? —quiso saber, ya toda ella temblaba, no quería imaginarse si todas sus pertenencias fueron echadas por su madrastra.
—No, no es así, todo sigue allí, no le permitirá jamás que botara a la basura todo eso que es tuyo. Puedes llevarte lo que necesites, sabes que yo no te lo voy a impedir. —le dejó saber, ella lo agradeció, se sintió más aliviada por lo que él le decía, ya sabía que podría confiar en encontrar todo tal cual lo había dejado.
—Te lo agradezco. —estaba dispuesta a ponerse en pie y dirigirse a la habitación, pero él se lo impidió.
—¿Me vas a decir quién la dejó embarazada? Solo sé que ha sido alguien mayor. ¡Dios santo! ¿Cómo es que no se hizo cargo de ella? —se quejó por la posible irresponsabilidad que había tenido su padre verdadero, del cual no tenía un solo dato.
Ya Leonardo presentía que todo sería más duro de lo que imaginaba para ella. Aún así debía decir todo ahora y no esperar más tiempo, cada vez que se sumaban las horas y luego los días, el peso de la verdad era más grande.
La joven seguía a la expectativa, no soportaba más la espera, ya era hora de que le dijeran todo sin omitir una sola coma. La ansiedad creció mucho, ya sentía el corazón que se le batió con fuerza en su pecho, así que suspiró, un poco de paciencia no le vendría mal, solo que conseguirla era un acto demasiado difícil.
—Hope.
—Por favor, quiero saberlo todo, es necesario. ¿Es tan difícil contarme la verdad de por qué ese hombre no se hizo cargo de mamá?
Ya se hacía ideas de todo tipo, incluso llegó a pensar que su verdadero padre biológico era un asesino o algún tipo loco, pero no creía que eso fuera cierto. Solía tirarse unas películas, demasiada ficción ya la estaba afectando. Mejor esperaba lo que Leonardo tendría que contarle y mejor que se diera prisa, porque podía llegar su tía en cualquier momento e interrumpir como pasaba en las cintas, que justo en el instante de suspenso pasaba lo inimaginable.
—Mónica era muy joven cuando se enamoró de una persona a la que yo le tenía muchísima estima, de hecho era mi mejor amigo, yo no sabía que ellos estaban saliendo. Y es que sabían mantener todo en secreto para que nadie notara que ellos tenían una relación, todo se debía a su edad; no era mayor de edad y eso podía meter en problemas a Marcos, tu padre, aún así siguieron viéndose y yo un día fui a su casa pero la puerta estaba abierta y pensé que algo malo había sucedido, entonces subí a la segunda planta y los vi en su habitación teniendo sexo. Fue un choque brutal para mí porque nunca imaginé ver a esa pequeña de esa manera y mucho menos que mi amigo fuera el protagonista de esa escena. En ese momento yo estaba saliendo con tu tía y me sentí culpable porque de otra forma tu mamá no hubiera conocido a Marcos, resulta que el solía ir conmigo los fines de semana donde la familia de tu madre porque era mi amigo, y nunca pensé que el pondría los ojos en una jovencita. Sin embargo, ya lo peor había pasado, se había acostado con una menor no pensando en las consecuencias que todo eso podía ocasionar.
—¿No le dijiste nada a los padres de mi madre?
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