Me gusta el sexo, me gusta tener poder, me gusta ver a una mujer sumisa, me gusta apretar, morder y azotar, me gusta verlas probar mi polla y me gusta empujarles la cabeza hasta el tallo. Me encanta la sensación que tengo cuando los escucho gemir, rogándome que empuje más fuerte. Me gusta chuparles el coño hasta que se retuercen por todas partes, y luego meterles la polla dentro sin darles tiempo a respirar. No siempre soy un animal en la cama, ya que no a todos les gusta este estilo de sexo, pero cuando encuentro a alguien dispuesto a complacerse de esta manera conmigo, paso a otro modo. No sé cómo reaccionaría si tuviera la oportunidad de follarme a Celine. ¿Cómo sería si metiera mi polla en esa deliciosa boca suya, o cómo sería apretarle los pezones? Me pone cachondo imaginarla desnuda y abierta de par en par frente a mí. Mi mano quedaría perfectamente marcada en ese culo caliente que tiene.
- Santa mierda. Me puse duro otra vez y solo faltan 5 minutos para volver al salón de clases. Pensé. Menos mal que no había nadie a mi alrededor. Me concentré en leer un libro mientras mi pene comenzaba a comportarse de nuevo. Regresé al salón de clases y di las dos últimas clases del día.
Me quedé para ir a almorzar con Eduardo, un viejo amigo de fiesta. Fui a casa, me di una ducha y me puse ropa más informal, luego fui a encontrarme con él.
- Este animal nunca envejece, dije apenas llegué a la mesa donde ya estaba. Eduardo: Mi esposa tiene un gimnasio, verdad hijo, me sigue molestando para que todo esté en orden, pero tú tampoco eres malo, debes estar comiendo muchas mujeres para seguir así.
- Algunas sí, todas dentro de los límites establecidos. Me senté y nos pusimos al día con toda la conversación. Eduardo tiene 32 años y es dueño de una multinacional, y con las prisas de su trabajo y el mío, se nos hizo un poco difícil programar una cita, pero él es como yo, a pesar de estar casado, vive saltando la cerca y tomando una mujer más sexy que la otra, la única diferencia es que él tiende a encariñarse con ellas.
- Entonces Edu, ¿qué mujer es esta vez? Eduardo: Ky, estoy con una rubia de 23 años, alta, caliente y una delicia en la cama, pero...
- Jeez, tiene que haber un pero..
Eduardo: Es un escort de lujo, le pagué una vez y ahora quiero pagar siempre.
- No es broma Edu, ¿entonces uno que es una comida granfina?
Eduardo: Pero ella es top Ky, hace una mamada deliciosa, ademas de hermosa es una puta mujer.
- ¿Y la has estado viendo desde cuándo? Eduardo: Han pasado nueve meses.
- ¿Nueve meses? amigo estas loco? esta mujer te arrancará el alma si te quedas con ella.
Eduardo: Peor que estoy enamorado de esta perra Ky, y lo peor ni te lo diré.
- Incluso tengo miedo de preguntar. Eduardo: Mi mujer contrató a una nueva educadora física para el gimnasio, ¿y adivinen quién es?
- ¿Hablas jodidamente en serio? solo puedes estar bromeando Edu. ¿Tu amante está trabajando en el gimnasio de tu esposa? Amigo, esto va a ser muy malo. Es obvio que esto no va a funcionar Edu.
Eduardo: ¿Y si lo consigues y acabas enamorándote?
- ¿Me estás quitando Edu? ¿Cuándo me viste enamorada? La intención es enamorarla de mí, y me la puedo comer cuando quiera. Ella es una perdedora. Eduardo: Ten cuidado de no perderte y olvidar el camino de regreso, hombre. Dijo riéndose una vez más. Pasamos horas hablando, y acabamos de reservar para salir el fin de semana, él no viajará, así que estará libre para disfrutar de la noche. Y otra que la vida no es solo trabajo. Cuando llegué a casa, ya era de noche, fui a darme una ducha, y luego fui a separar el material para la clase que daría al día siguiente. Cuando pensaba en la clase, era imposible no pensar en Celine.
- Joder, ¿siempre será así ahora? ¿Voy a estar pensando en esta chica todo el tiempo? Me pregunté, pero ya sabía la respuesta. Ya no podía dejar de pensar en ella. Encendí mi laptop y busqué archivos con datos de los estudiantes, como nombre completo y teléfono, y busqué el de ella.
- Está aquí, señorita Celine. Tomé mi celular y marqué su número, poco después de que ella respondiera. Me quedé en silencio, escuchando su dulce voz. Me preguntó quién era y yo permanecí en silencio. Cuando amenazó con colgar, respondí.
- Señor. Céline. Se quedó en silencio por un momento y me pregunté cómo reaccionaría a mi voz.
Luego dijo que esperaba que la llamara para hablar sobre mi historia. Mal sabía ella que llamé solo para escuchar su voz, pero no iba a revelar eso. Así que le pregunté sobre la situación de su ropa interior, lo que ciertamente la molestó. Dijo que no tengo la capacidad de dejar sus bragas en situaciones precarias, y respondí que ella era la que no tenía la capacidad de controlar su libido mientras estaba cerca de mí. Dijo que no podía sacarle ningún suspiro, y mucho menos su libido. Dejé una promesa de que esto lo veríamos si era realmente cierto. Hice una amenaza indirecta y estaba seguro de darle una noche llena de conjeturas y ansiedades.
- Oh Sr. Céline. Maldita sea, fue el momento en que decidiste que tenías más poder que yo.
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