El Socio de mi padre romance Capítulo 35

Amaia Domínguez García

León, Guanajuato, México

Axel y yo, nos amamos por horas en el nuevo departamento. Yo me había quedado muda ante tal detalle hermoso de su parte, él siempre me conquistaba de todas las formas posibles. Después del último encuentro, me empecé a sentir muy mal, muy mareada y por poco me caía al piso, por suerte Axel me tenía abrazada y eso evitó que me cayera.

–Amaia cariño ¿Te sientes mal, cierto? Yo tengo la culpa de todo, no hemos comido nada – Me dijo Axel, muy preocupado – Por favor preciosa, háblame.

–Axel, se me mueve todo, todo está dando muchas vueltas, no me sueltes que siento que me voy a caer – Respondí muy asustada, nunca me había pasado algo como eso.

Axel me acomodó acostándome en la cama y abrazándome, quedando pegada a su pecho. Él me abrazaba, mientras con su mano libre pedía algo para que pudiéramos comer. Me quedé dormida en sus brazos y cuando desperté, él ya tenía todo listo para que pudiéramos comer. Me cubrí con la sabana y estaba aún bostezando cuando, me senté en la cama para comer.

–Te amo preciosa, vamos a comer algo para que te sientas mejor y quiero que te quedes hoy a dormir aquí, conmigo – Me ordenó Axel – Mañana vendrán aquí los del laboratorio para tomarte la muestra, para que te realices los estudios que nos ha pedido la doctora del Tec. Entre tanta cosa, no te los has hecho, mi reina.

A mí, se me había olvidado por completo lo de los estudios, pero tendría que pedir permiso al Tec, esos estudios se tenían que hacer desde temprano.

–Axel, es entre semana, pero está bien, yo veré que le invento a Ale. Esta noche es especial, es la primera noche en nuestro nuevo departamento – Dije sin contener la emoción – Claro que, lo que más quiero es pasármela contigo, mi rey sabes que te amo.

Este sitio iba a conocer más nuestro amor que cualquier otro, todo el tiempo que fuera posible lo quería pasar en sus brazos, era lo que más me importaba.

–Amaia, yo te amo más y por eso quiero hacerte feliz y darte todo lo que una reina como tú se merece, por eso he ordenado muchas cosas de comer, para que escojas lo que más te guste.

–Gracias, mi amor.

Nos pusimos a comer juntos, ahí en la cama. Axel había llevado una mesa con ruedas, él había pensado en todo y eso era una de las cosas que más amaba de él, su perfección ante los detalles y que toda esa perfección ahora era solo para mí, aunque fuera en ratos, pero con eso me bastaba.

–Amaia, mi amor ¿Cómo te sientes preciosa? – Axel me abrazó – Espero que, ya que hemos comido, te sientas mejor.

–Sí, mi amor, ya me empiezo a sentir mejor, pero ya me está dando mucho sueño – Bostecé – Quisiera dormir un rato.

Me pasaba mucho cuando me sentía así, quería estar durmiendo todo el tiempo, pero no era de cansancio, era otra cosa, no lo podía explicar.

–Sí, preciosa, vamos a descansar.

Axel se acostó a mi lado y nos quedamos dormidos, abrazados, un buen rato hasta que despertamos y vimos que ya todo estaba muy oscuro y era bien entrada la noche. Él vio la hora y nos levantamos rápido para qué me llevará a casa de Ale y vería con qué pretexto salirle para pasar la noche con él, que me esperaría en la calle de atrás dónde nos despedíamos siempre, pues íbamos a pasar a ver a Elisa al hospital antes de irnos al departamento.

Salimos juntas de la recámara y me despedí cordialmente de sus amigas, caminé rápido hasta llegar a dónde Axel me estaba esperando y él en cuanto me vio, se bajó del auto y subimos mis cosas a la cajuela, sobra decir que después de miles de besos y de abrazos subimos al auto y nos fuimos directo al hospital para ver a Elisa.

Al llegar allá sus padres de Axel, nos recibieron en la sala de espera y también sus hermanas, estuvimos con ellos hasta que pudiéramos pasar a ver a Elisa, primero entró Axel y mientras yo estuve fuera Lore quiso hablar conmigo, así que acepté.

–Amaia, acompáñame por un café, por favor – Me pidió Lore – Mientras Axel, sale de hablar con Elisa.

–Claro, vamos Lore.

Salimos del hospital y fuimos a un establecimiento cercano en el que vendían café y ahí compramos uno cada una. Lore estaba muy misteriosa y eso me estaba intrigando y también poniendo muy nerviosa.

–Lore, ¿Qué está pasando contigo? Te ves muy rara. – Me atreví a preguntarle.

Ella me quedó viendo y sabía que lo que me iba a decir no me iba a gustar o por lo menos era algo muy delicado, pues me hizo salir del hospital.

–Amaia, tenía que salir contigo para decirte esto en privado. No quería que mis padres se enteraran. Las cosas con Cecilia y Axel no están bien.

Era algo por lo que no me atrevería a preguntarle a Axel, creo que esas cosas no se deben hablar en nuestras condiciones, no es un tema a tratar. No era algo que me interesara en realidad, porque en vez de satisfacer una curiosidad era perjudicial para mí.

Historial de lectura

No history.

Comentarios

Los comentarios de los lectores sobre la novela: El Socio de mi padre