El Socio de mi padre romance Capítulo 47

Amaia Domínguez García

León, Guanajuato, México

Llegué a casa de Ale a bordo de un taxi, ella estaba ya en la cocina haciendo de desayunar. Esperaba por todos los medios que, no se diera cuenta que había estado llorando.

–Hola Amaia – Ale abrió la puerta – Esto tuyo con Luis Miguel va demasiado en serio hermanita, ya casi no duermes aquí y no te hagas que me debes unas bebidas ¿Está bien esta noche?

No le podía decir que no, ya habíamos llegado a un acuerdo y para no hacerlo más largo, que fuera hoy, estaba perfecto para mí.

–Hola Ale – La abracé intentando no llorar – Sí, esta noche. Te lo prometo, esta noche si nos las tomamos. Es más, las compraré saliendo del Tec y ya me quedaré aquí, hoy no saldré con Luis Miguel.

Tendría que llamar a Luis Miguel, para decirle del cambio de planes, pues debíamos apegarnos a cualquier cambio, que surgiera durante el día.

–Está bien Amaia, por cierto, te tengo una sorpresa vamos al garaje.

–Vamos, Ale.

Fui con Ale al garaje y ahí ella ya tenía una nueva batería para mi auto, lo que me hizo sentir demasiado feliz. No sabía para cuándo podía tener el dinero completo para comprarla, y ahora me caía como anillo al dedo, ya no iba a necesitar que me llevaran al Tec.

–Espero que te guste la sorpresa Amaia, yo no sé la sé poner, puedes ponérsela tú por favor y ya así, no tienes que andar pidiendo quién te lleve a clases.

Exactamente y eso la incluía a ella también, pues sabía yo que era una molestia para el que se tenía que desviar o levantar más temprano para que me pudieran llevar al Tec.

–Gracias Ale, ya mismo se la pongo –La abracé – Le quito la vieja y le pongo la nueva, eso tomará apenas un segundo.

Esa clase de regalos, eran los que más se apreciaban, le agradecía a mi hermana que se tomara la molestia de comprarla, estaba lista para hacer ese cambio de batería.

–Te espero en la cocina, para servir el desayuno. No tardes, por favor.

–No, ahorita mismo te estaré alcanzando, Ale.

Cambié la batería en cuestión de unos pocos minutos y ya que estaba todo listo para irme al Tec, sin necesidad de pedir aventón, escuché que tocaron el timbre, no sabía que mi hermana había pedido algo de la tienda, regresé con Ale a la cocina.

–Siéntate Amaia, Axel se fue a lavar las manos para ya sentarnos a desayunar – Declaró Ale – Es que no te dije que, ayer lo invité a desayunar cuando me llamó para avisarme que le dijiste lo de Luis Miguel.

–Ok de acuerdo Ale, está bien – No pude hacer nada y no lo quería ver.

Me senté y llegó Axel a la mesa, yo no lo quería mirar, si fuera por mí, ni le dirigiría la palabra, pero estaba mi hermana presente y no iba a ser grosera.

–Sí, como ustedes quieran – No tenía de otra – Yo no tengo problema.

Desayunamos, aunque a decir verdad no me supo a nada ese desayuno. No podía ni ver a Axel a los ojos, no después de la humillación y de la regañada que me había dado anoche. No quería saber nada, pero nada de él. Por mí, se podía ir al diablo.

–Yo los dejo, tengo que irme ya al Tec, que tengan bonito día – Me levanté de la mesa – Nos vemos más tarde.

Tomé el plato, los cubiertos y la taza que había utilizado, para llevarlos a la cocina, había comido a la velocidad del rayo, ya no quería estar aquí.

–Nos vemos Amaia – Axel se puso de pie para despedirse.

No lo determiné, me dirigía a la cocina y dejé todo en el lavabo, caminé por el otro lado para no pasar por su lado, así que ya estando cerca de la puerta me habló mi hermana.

–Suerte Amaia, no se te olvide comprar lo que quedaste – Me recordó Ale – Tenemos que darle con todo al trabajo y así lo hacemos mejor.

–Está bien, no se me olvida, adiós.

Fui al garaje a sacar mi auto, para que no tuviera pretexto para decir que me llevaba, y me fui a toda velocidad, no fuera a ser que Axel quisiera detenerme o hablar conmigo, yo no quería para nada hablar con él, ya le había dejado claro que lo de nosotros hasta anoche había llegado a su fin. Mientras conducía las lágrimas se hicieron presentes y yo, no podía dejar de llorar, estaba muy dolida con todo eso que me hizo en la noche.

Llegué al Tec, como pude tomé mis clases, siendo la primera vez que lo emocional me afectaba, pues no recordaba nada de una de ellas, algo raro en mí que siempre fui una estudiante muy dedicada. Saliendo al estacionamiento para irme, cuando salí de mis clases. Ahí estaba él con un ramo de girasoles recargado en mi auto, muy guapo, lo que iba a hacer las cosas más difíciles para mí.

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