Amaia Domínguez García
Puerto Vallarta, Jalisco, México
–Amaia mi amor, tengo que volver al curso, pero quise verte apenas me dijo Bin Laden que estabas aquí – Declaró Axel – Esta noche, ¿Podemos vernos aquí mismo? Como a las 11 por favor, ya que no haya gente en la playa.
Su idea me encantó de inmediato, iba a ser una noche romántica bajo la luz de las estrellas, en pleno Puerto Vallarta.
–Claro que sí mi amor, a esa hora nos vemos aquí. No te preocupes por mí, tú ve a tu curso y yo, andaré con la güera y con Luis Miguel, allá están en el mar.
La güera al ver a Axel, levantó una mano y él los pudo ver. Estoy segura que se alegró al ver que Luis Miguel, estaba feliz y entretenido con la güera y que por eso no me dijo nada, sobre que él viniera con nosotras. Nos dimos más besos antes de despedirnos por completo, para que él volviera al curso y yo siguiera ahí en la playa, esperando a que pasará rápido ese día para vernos por la noche, mi Axel y yo, ahí mismo.
Todo el día se me pasó muy lento, más que nada, porque odiaba la playa, el mar y el calor en general. Como a las 7 de la noche, ya no aguanté el ritmo de la güera y de Luis Miguel y me subí a nuestra suite, además tenía que bañarme y ponerme hermosa para mi Axel, para verlo esa noche como habíamos acordado ambos. Justo acababa de salirme de bañar, cuando la güera entró sola a la suite, para darme algo.
–Amaia, te he comprado algo hermoso para que lo uses esta noche con Axel – La güera me dejó una caja gigante de regalo y una más pequeña – Esperaré aquí para verte con él puesto y ayudarte con tu peinado.
Ella estaba muy emocionada cuando me entregó las cajas, pues ya me imaginaba de qué se trataba, pues yo no había traído casi nada para este viaje, pero no me importaba, yo solo quería ver al hombre que me hacía suspirar todo el día.
–Gracias, güera pero no era necesario en serio. Además, falta mucho para que sean las 11 pm.
–El tiempo vuela, así que te ayudaré Amaia. Cámbiate y ahorita vemos.
Me vestí y la güera hizo su magia al peinarme, me veía hermosa con un vestido corto color negro, con escote en v en la espalda, que estaba segura que a Axel le iba a encantar, zapatillas de tacón alto y mi cabello suelto, perfectamente peinado y arreglado y qué decir del maquillaje que era impecable y era espectacular, la güera había hecho maravillas.
–Gracias por todo güera, ya me voy – La abracé – Faltan tan solo 10 minutos.
Así como había dicho la güera el tiempo había pasado volando y apenas me iba a dar tiempo de llegar al lugar del encuentro, esperaba no llegar tarde, Axel era muy puntual, eso me gustaba de él.
–Sí hermosa, te quiero mucho. Que pases una hermosa noche y no agradezcas nada, lo hago porque te quiero y también a mi amigo. – Me dijo la güera.
Los besos y caricias subieron rápidamente de intensidad, Axel, colocó su mano bajo mi vestido y comenzó a acariciarme haciendo que me corriera varias veces todo eso, sin dejar de besarnos ni por un momento, me despojó del vestido casi de inmediato dejándome sólo en ropa interior, bajó las cortinas de ese espacio que era solo para los dos y me acostó en la cama, quitándose él la camisa, la corbata y el pantalón para subir encima de mí y seguirme besando.
No me preocupó ni por un momento que estuviéramos en la playa, porque al parecer, estaba desierta, no se veía a nadie por loe alrededores y eso me hizo que me entregara a plenitud. Con mucho cuidado fue entrando en mí, después de haberse puesto un preservativo. Sus movimientos eran tan certeros, me hacían vibrar de la emoción, como si fuera mi primera vez, él me adoraba con su cuerpo.
–Te voy a amar toda la vida, preciosa. – Me dijo entre besos.
–Y yo te voy a amar a ti, Axel, por sobre todas las cosas.
Le respondí con todo el amor brotando por mis poros. Las emociones recorrían mi cuerpo, era como si me quisiera fundir con él, su olor me trasportaba a la primera vez que lo hicimos, me elevé a lo más alto, tensé mis piernas alrededor de su cintura y de un momento a otro, la respiración se me cortó, y sentí que me desmayaba, poco a poco sentí como él me hacía reaccionar, abrí los ojos y le sonreí, luego lo abracé y besé.
–Todo está bien, mi amor. – Le dije al terminar el beso.
No me dijo nada y continuamos amándonos durante toda la noche, no quería que se acabara el día, estaba volando sobre nubes de dicha y felicidad, las estrellas estaban siendo testigos del amor que nos prodigábamos, de la manera más pura, nos fuimos entregando y haciéndonos uno, nos quedamos dormidos. Saciados y satisfechos.
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