Ella es mi medicina romance Capítulo 26

Bajo del carro y me dirijo a la sala mientras Estiben se queda en el garaje.

Estoy un poco cansada de tanto molestar con Estiben y p por lo que caminó casi arrastrando los pies. Claro está, descalza porque con este cansancio hasta los zapatos me molestan (sobretodo cuando son los tacones que llevo)

Voy caminando como zombi en dirección a las escaleras, literalmente estoy muerta, no tengo fuerzas de nada. Cansada, suspiró.

— Vaya, vaya —dice una voz masculina detrás de mí— ¿Estas cansada de huir de mí?

Y allí fue como toda la pereza que tenía me desaparece en segundos, para correr. Sin embargo, mi huida no se puede efectuar. Él es más rápido que yo.

— No, no, no —dice negando— esta vez no escaparás de mí —dice agarrando mi muñeca—’

Maldición, estaba más cerca de lo que pensé. Mi respiración se torna pesada y se que lo que le hice no se le olvidó.

Piensa rápido Paulina, busca la manera de escapar, si no estarás muerta — pido mentalmente.

— ¿Por qué tan callada? —dice jalándome hacia él — no me digas que el gato te comió la lengua. — se burla.

Volteo para quedar frente a frente. Al mal tiempo, enfrentarlo a la cara.

— No, solo que no tengo interés de hablarte, estoy muy cansada para tus juegos.

— Mira Pablo, tú me molestaste la vida, yo te hice pagar por ello, volviste a molestarme y yo me volví a vengar. Entonces ¿No crees que ya es suficiente de esto?

Me mira pensativo por unos segundos.

— Para nada, a decir verdad me gusta mucho este juego. Después de todo, es entretenido — responde.

Grandioso, soy la distracción y entretenimiento de Pablo.

— Sin embargo, eso no quiere decir que me haya gustado tu forma de vengarte —dice muy tranquilo—

— ¿Sabes Evans? —digo soltándome de su agarre— me da igual lo que pienses. A la final, lo que pienses o digas no son de mi interés —digo volteando para llegar a las escaleras—.

— En ningún momento dije que podrías irte —dice jalándome nuevamente hacia él —.

Maldición, debo buscar una manera de escaparme o si no literalmente me matará por lo de mi pequeña venganza.

Estiben ¿Por qué te demoras tanto en el garaje? ¡Ahora mismo te necesito!—pienso— solo él me puede salvar.

Pablo es gruñón y todo, pero respeta mucho a su familia, por lo que respeta bastante a su hermano mayor. Sin otra opción y dando más tiempo a Estiben de que aparezca, comienzo a actuar.

— Mira Pablo —digo "furiosa"— ya me tienes harta con tus tonterías. Para serte sincera, te estás ahogando en un vaso de agua, ni que fuera la primera vez que te ven tus vergüenzas —digo intentando estar furiosa pero el recordarlo hace que se me escape una risa—.

— ¿Y te atreves a reírte en mi cara? —pregunta indignado—.

— Sí, de frente es más interesante, ya que si me río a tus espaldas tal vez nunca sepas que me río de ti —digo restándole importancia—.

— ¡Tú! —dice jalándome hacia él comedor— te voy a dar una lección que jamás olvidarás.

De repente, se escucharon unos estruendos desde el garaje y aunque sabía que Estiben estaba allí solo como lo había dejado, una idea apareció por mí mente.

Estiben ha demorado en el garaje y si José llegó aquí y escondió hombres en el garaje y Estiben.... No, no, no, no, no eso no puede ser cierto —pienso mientras niego con la cabeza—

— Pablo, Estiben estaba en el garaje ¿Por qué se escuchan tantos estruendos? —digo casi en un susurro—.

Pablo me hace señal de que me calle y camina lentamente hacia la puerta que comunica el garaje con la casa. Yo voy detrás de él con el corazón en la boca. Pablo abre la puerta e inmediatamente un disparo alcanza su brazo.

Palidecí inmediatamente ¿Qué rayos está pasando?

— ¡Maldición! —escucho decir de Pablo cuando la bala le rozó el brazo— sube al segundo piso y ve a la habitación de invitados allí estarán durmiendo Harry y Aidan, cuéntales lo que está sucediendo y ellos sabrán que hacer —dice mientras saca un arma de la pretina de su pantalón—.

Santa virgen de la papayera ¿Desde cuándo Pablo carga un arma encima?, ¿Por qué carga un arma encima?, ¿Por qué está sucediendo esto aquí en una casa tan custodiada?

— ¡Paulina, vete ya a hacer lo que te dije! —grita mientras entra al garaje disparando—.

Mis piernas me tiemblan, por lo que no me puedo mover. Escuchó disparos detrás de la puerta en la que Pablo entro y mi piel se eriza. ¿Qué rayos está pasando aquí?

Escucho unos estruendos a mi espalda pero el cuerpo no me permite moverme.

— ¿Qué rayos está pasando? —dice una voz masculina que reconozco como Fred— ¿Que pasó Paulina? —pregunta al llegar a mí lado—.

Señaló la puerta con una mano temblorosa mientras que Fred me mira confundido. Ya que, todo esta en silencio.

¿Tal vez lo imaginé? Después de todo, la casa está en silencio. De repente suenan varios disparos y mi hipótesis queda en el olvido al igual que la incomprensión de Fred.

— Entiendo —dice mientras sale corriendo—.

Segundos después llega con Harry y Aidan armados.

— Paulina, necesito que vayas a avisar a la familia para que se marchen al cuarto del pánico ahora mismo —me dice Fred— ¿ Paulina? —dice mientras me estremece— te necesitamos o si no esto será una noche sangrienta para la familia Evans.

Palidezco con lo anteriormente mencionado mientras ruego que lo dicho no sea cierto. Soy médica, tener emergencias es normal pero estar en medio de esto es muy distinto. Sin embargo, no puedo quedarme paralizada mientras la familia puede estar en peligro. Así que, asiento y poco a poco recuperó la movilidad de mí cuerpo, segundos después corro al segundo piso despertando a todos los Evans y dándole las indicaciones que me dio Fred.

El último por despertar fue Miguel, es muy alegre y dulce pero cuando lo despiertan es un espectáculo sin contar que se amarga todo el día. Pero esto es urgente.

Logró despertar a Miguel y corro a la habitación del pánico con él. Jamás había visto o estado en una habitación así, para ser franca con lo único que puedo relacionar esta habitación es con una caja fuerte, debido al color y a lo que digo yo, los materiales que tomaron para hacerla. Ya que, parece de acero —digo yo ya que no tengo conocimiento del tema— Sin embargo, no es un lugar frío, sino, una habitación con cobijas, comida, medicina y una pared de cámaras de toda la casa.

Estamos todos en la habitación confundidos hasta más no poder, pero con una preocupación nivel Dios por lo que pueda o esté pasando allá afuera.

¿Será que si fue José el autor de todo esto? — me pegunto mentalmente con temor de que este caos nuevamente sea mi culpa.

Comentarios

Los comentarios de los lectores sobre la novela: Ella es mi medicina