El sudor que emana de los cuerpos musculosos se mezcla con sangre, al mismo tiempo en que los alaridos de aquellos conquistadores se unen al chirrido de las espadas.
El alfa Tron, cuan imponente y fiero guerrero, lame los cuerpos de sus enemigos sin un atisbo de piedad ni remordimiento.
—Por favor, seré su esclavo de por vida si me deja vivir —suplica un joven entre lágrimas y grandes espasmos.
—¿Por qué crees que debo dejar con vida a una rata asquerosa como tú? Le haré un bien a nuestro continente si te borro de la faz de la tierra.
El chico traga pesado al escuchar su voz ronca y poderosa, que podría ser comparada al trueno.
—Por favor, no quiero morir —llora con gran angustia, pero antes de que pueda volver a suplicar, la espada de Tron se levanta en su contra y la cabeza del joven rueda sobre el terroso suelo, que de inmediato es manchado por la sangre que chorrea del joven.
Con cara de asco, Tron limpia su espada y tira el trapo encima del cadáver mutilado, entonces continúa con la cruel labor de acabar con toda una manada sin dejar a ningún sobreviviente.
***
La llegada del alfa junto a sus guerreros se anuncia, por lo que muchos miembros de la manada salen a recibirlo.
—Traje semillas sagradas de nuestro viaje —anuncia airoso—. Lo que significa que tendremos una buena cosecha este año.
Todos aplauden y celebran con euforia la gran noticia.
Ese tipo de semillas es muy difícil de conseguir, pero es el mejor abono para que la tierra de las mejores y más abundantes cosechas.
Después de alcoholizarse junto a sus guerreros, el alfa Tron se dirige a su mansión a descansar.
—Cariño, te prepararé un baño —lo intercepta Vesti, quien lo recibe con un hermoso vestido rojo y el perfume más costoso, que su padre le trajo cuando regresó de su último viaje.
—¿Qué diablos haces en mi casa? —interpela él con hastío.
—Azucena me dijo que hoy regresabas de tu viaje, así que quise darte una buena bienvenida. Ven, mi alfa, te voy a consentir como te gusta. —Ella se ase del brazo grueso y pesado, pero este la empuja con brusquedad y la mira con fastidio.
—Deja de comportarte como si fueras mi esposa. Me asfixias, mujer. ¿Cuántos polvos nos hemos tirado? ¿Diez? ¿Quince? ¡Ja! No eres mi mujer ni nada que se le parezca, solo una zorra que me abrió las piernas.
Ella aprieta los puños y lo enfrenta con rabia.
—¿Hasta cuándo tendré que humillarme ante ti? ¿Acaso se te olvida quién soy yo?
—No, cariño, es a ti a la que se le olvida con quién estás tratando. Vete, no tengo ganas de ti hoy.
—¿Qué significa eso? ¡¿Acaso me reemplazarás por tus nuevas rameras?!
Él entorna los ojos.
—Debo estrenarlas, ya que no he tenido tiempo de probarlas —dice airoso, y sus labios forman una sonrisa diabólica—. De todas formas, tu vagina ya me tiene cansado. ¿Por qué no me dejas un tiempo en paz? Quizás así me vuelva a dar deseo de buscarte. Es que eres tan obsesiva, que no permites que te extrañe.
Él no espera a que ella le refute porque de inmediato se pierde en el pasillo, dejándola humillada y con el corazón herido.
Con los ojos llenos de lágrimas y los celos carcomiéndole la razón, se dirige a las habitaciones que pertenecen a las amantes del alfa y las reúne a todas, entonces, junto a sus cómplices y a escondidas de Tron, empieza a maltratarlas y a desquitar su dolor con ellas.
Esa noche, el alfa no solicita la compañía de ninguna mujer como tiene por costumbre, en su lugar decide dormir, puesto que se encuentra muy agotado.
***
Pronto llega la mañana y cada cual empieza su tarea.
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