Isabella Holmes
Termina la semana con todas las tribulaciones que ella conlleva hasta que es viernes, el día que quise nunca llegara, me arrastro por el trabajo triste y cabizbaja.
Valente se ve feliz, de retirarse, no sabe lo mucho que lo voy a extrañar, lo difícil que se volverá todo para mí en la clínica si él no está.
—Quita esa cara larga pequeña, que me asegurare de que nos veamos constantemente después. — Promete él y no le creo nada.
—Este trabajo, no será igual sin ti.— Le digo haciendo un puchero, mientras hago pasar a la siguiente paciente, mi jefe es ginecólogo, y aunque ahora es un hombre mayor, en sus buenos tiempos fue famoso por ser muy mujeriego.
— ¿Cómo es que un hombre como usted está soltero?, ¿nunca se enamoró?— Cuestiono después que se va la paciente que atendió, él me ve y sonríe con una mueca que simula una sonrisa.
—Me enamore pero era joven y estúpido cometí muchos errores que me llevaron a perderla, tú me la recuerdas mucho, era hermosa— Me confiesa, me pongo totalmente roja, yo no me creo "hermosa"
—Nunca es tarde, si el amor es verdadero, el amor todo lo soporta, todo lo puede, ella estará para ti. — Le respondo.
—No en mi caso. —Dice él negando con su cabeza, y una mirada super triste, que me encoge el corazon.
— ¿Por qué?— Cuestiono con curiosidad, él no es de lo s que se da por vencido facilmente.
—Ella murió, dando a luz a la única hija que tuve. —Me confiesa, con los ojos brillantes de lagrimas no derramadas
—Nunca antes me has hablado de tu hija. — Le respondo, que yo sepa esta absolutamente solo en el mundo.
—Porque ella no sabe de mi existencia.— Suelta y yo no sé llevada por que impulso lo abrazo, como siempre el inoportuno de Andrew entra y carraspea, nos separamos de inmediato y me limpio una lagrima que se me escapo de forma involuntaria, el tipo me ve de una forma acusatoria.
—Vamos a beber para celebrar tu retiro de la forma que mereces. — Dice el recién llegado.
—Te escribiré. — Me dice Valente tomando su saco y una caja con sus cosas, dejando el espacio donde trabajamos los últimos tres años sin nada que lo recuerde, me siento mal
—Te extrañare.—Respondo, sin que me importe que escuche mi futuro jefe.
Apenas salgo de la oficina me topo con Carol en el pasillo, es una de las enfermeras de la clínica y mi mejor amiga.
—Está divino, ¿no crees?— Carol comenta señalandolo en la distancia a el doctor Andrew Cole, sin tener idea todo lo que estoy pasando hoy, me siento huérfana, sin Valente aquí
—No entiendo que es lo que le ves, es un tipo de lo peor. — Respondo de mal humor, ese hombre es un limón agrio.
— ¡Ah!, cómo eres aguafiestas —Se quejó mi amiga ante mi falta de reacción…Según ella no soy normal, ¿Cómo no me puede gustar Andrew Cole?, eso no le cabe en la cabeza.
—Vamos Carol de verdad ¿Podemos hablar de otra cosa que no sea de ese engreído? ¡Además tú eres una mujer felizmente casada!— Le respondo
—Pero no soy ciega, ¡tal vez ese es el problema!, esos lentes tan gruesos que usas, te dañaron más la vista, ese hombre se ve delicioso.— Me responde
Ruedo los ojos, entrando al vestidor, para quitarme el uniforme de enfermera al frente de mi amiga, mi ropa consiste, en unos jeans gastados una playera negra básica, tenis y nada más…
— ¡Es perfecto, amiga!— Parlotea ella cambiándose frente a mí, ella si es coqueta se coloca un vestido juvenil y tacones, se aregla el cabello y se maquilla.
—Voy a casa. — Le informo, no estoy de humor para salir a divertirme hoy como lo hacemos todos los viernes.,
—La semana que viene, ¡no te escapas!, y te traeré algo de mi ropa sexy para que ninguno pueda quitarte la mirada de encima. — Promete ella, esas cosas ni me importan, estoy enfocada en lo mio.
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