Desde el día en que perdió a sus padres, era como una hierba sin raíces.
Ir a la deriva sin rumbo era su destino.
Una relación con Samuel era imposible. Todo eran sus deseos.
-Ayer me hice otro chequeo y le mostré el informe a Samuel. —Kathleen evitó el plato que le producía náuseas y comió otra cosa.
Mila frunció el ceño.
«Samuel no estaría tan tranquilo si supiera que Kathleen estaba embarazada. Tal vez lo hayamos entendido mal».
-En cualquier caso, no te preocupes, Katie. Estamos de tu lado. —Wynnie acarició la cabeza de Kathleen—. Se está haciendo tarde. Mila y yo nos iremos ahora. Vendré a buscarte cuando te den el alta mañana.
—No tienes que hacerlo, Wynnie. Puedo conseguir el alta por mí misma mañana. -Kathleen no quería molestar a Wynnie.
-No te preocupes. Te llevaré a la residencia de los Macari durante unos días para que recuperes el estómago -respondió Wynnie-, Llamaré a María y le diré que empaque algunas cosas para ti y las envíe.
Kathleen apretó los labios con una expresión de impotencia.
«Samuel estará aún más enfadado conmigo ahora».
No mucho después de que Wynnie y Mila se fueran, Samuel llegó con la cena.
Frunció el ceño cuando vio los platos en la mesa de Kathleen.
-¿Los hizo la Sra. Hunt?
Kathleen asintió.
—¿Cómo supo que estabas hospitalizada? —Samuel estaba descontento.
-No sólo la Sra. Hunt, sino incluso mamá lo sabe también —dijo Kathleen con calma—. Mamá también dijo que me llevaría a quedarme en la residencia Macari por un tiempo.
Ella pensó que Samuel se pondría furioso, pero para su sorpresa, estaba tranquilo.
-Está bien.
Kathleen frunció los labios.
-¿Vas a venir?
-La residencia de los Macari está un poco lejos de la empresa. Puede que no me quede allí -respondió Samuel con indiferencia.
Kathleen sonrió con amargura.
—Puedes decir que quedarte en la residencia de los
Macari te impedirá cuidar de Nicolette. No hay necesidad de tales excusas. Antes de casarnos, viajabas a la empresa desde la residencia Macari, ¿verdad?
Samuel sabía que ella estaba siendo sarcástica.
-Me alegro de que lo sepas.
A Kathleen le dolía el corazón.
-He investigado el incidente. Nicolette no envió a esa persona a atacarte —explicó Samuel—. Benjamín provocó a alguien y la otra parte pensó que eras su novia. Por eso te atacaron.
Kathleen no creyó lo que dijo.
No hacía ni veinticuatro horas que ella y Benjamín se habían reunido. No había romance ni intimidad entre ellos.
La otra parte no podía creer que fuera su novia.
Eran sólo excusas y razones que Samuel inventó para defender a Nicolette.
-¿Has contactado con tu tío? -preguntó Samuel con
frialdad.
-Samuel, he dicho que es inútil que me amenaces con mi tío. —La suave voz de Kathleen era fría—. Casi me matan. ¿A quién más puedo salvar? Si Benjamín muriera, todo sería culpa mía. Sólo soy una humana. No puedo decidir quién vive o muere. Haz lo que quieras. Puedes matar a mi tío para amenazarme u obligarme a morir. Es tu elección.
El rostro de Samuel se ensombreció.
-¿Crees que te estoy amenazando?
—¿Qué otra cosa podría ser? ¿Me estás mostrando preocupación? -preguntó Kathleen con sarcasmo-. No esperaba que la forma de mostrar preocupación del Sr. Macari fuera tan especial. Ahora lo entiendo.
—Kathleen, deja de ser sarcástica. —Samuel estaba disgustado.
-¿Estaba haciendo eso? —Kathleen le miró fríamente.
En el pasado, sus ojos siempre brillaban como un claro manantial. Ahora, la luz de sus ojos había desaparecido sin dejar rastro.
Samuel se enfureció.
-No me obligues, Samuel. —Las gruesas y largas pestañas de Kathleen cubrían la luz de sus ojos-. Estoy preparada para ir a por todas, así que vamos a divorciarnos cuanto antes.
Samuel replicó:
—¿Y si no estoy de acuerdo?
-¿Te has enamorado de mí? —Kathleen le miró con indiferencia-. Si lo admites, reconsideraré la posibilidad de divorciarme.
La voz de Samuel era fría como el hielo cuando respondió:
-No me gustas. Nunca lo has hecho y nunca lo harás.
El rostro de Kathleen palideció.
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