Encuentro cercano romance Capítulo 133

Cuando Danitza se disponía a ir al baño, se puso de pie y se sintió un poco mareada, así que se apoyó en la mesa. El Sr. Jones al ver esto se levantó para ayudarla.

—Srta. Danitza, ¿está usted enferma? —Preguntó el Sr. Jones.

—No, no es nada... estoy bien. Solo me sentí un poco mareada, quizás sea porque estoy muy feliz. —Danitza no lo pensó demasiado. Se tranquilizó y sonrió al señor Jones antes de ir al baño.

Al salir del baño, Danitza sintió que algo no estaba bien. Estaba mareada y su cuerpo se sentía caliente, así que volvió a lavarse la cara con agua fría, pero no sirvió de nada.

—Señorita Danitza, la señora le ha pedido que vaya a la habitación 808 a descansar. Ella ya se fue a descansar también. —Un camarero se acercó y se lo dijo a Danitza.

Danitza asintió. Se sentía muy mareada y realmente necesitaba encontrar un lugar para descansar. Se dio la vuelta y tomó el ascensor hasta el octavo piso.

En cuanto llegó a la habitación 808, empujó la puerta con impaciencia. Se sentía muy mareada y con mucho calor, por lo que tenía mucha sed y quería beber agua.

«¿Por qué me siento igual como en la noche de bodas? ¿Me volvieron a drogar?».

Danitza tuvo un mal presentimiento, por lo que quiso salir, pero descubrió que la puerta estaba cerrada con llave. Un sonido de agua provenía del baño, eso significaba que ya había alguien en la habitación.

Obviamente le tendieron una trampa, aún así ella no se asusto. Como se sentía cada vez más mareada, se mordió el dedo para mantenerse sobria. La mordida fue tan fuerte que su dedo sangraba.

No sabía qué tipo de persona le habían preparado esta vez, así que miraba con cautela la puerta del baño, pensando en la manera de cómo escapar de ahí.

Al ver que había un cenicero en la mesa de café, Danitza se acercó a cogerlo. Sus piernas estaban sin fuerza, así que se acercó a la mesa de café con gran dificultad, luego sujetó con fuerza el cenicero en sus manos.

El sonido del agua se detuvo y la persona que estaba dentro parecía salir. Efectivamente, la puerta del baño se abrió y salió un hombre. Llevaba una simple camiseta y unos pantalones cortos, con el agua goteando de su pelo.

Danitza estaba por perder el conocimiento, su visión era borrosa, y aunque se mordiera el dedo con fuerza, ya no tenía ningún efecto.

—¿Srta. Danitza? —Cuando el hombre vio a Danitza en la habitación, se sorprendió mucho. Lo más sorprendente fue que Danitza estaba sosteniendo un cenicero y no estaba en su sano juicio.

—Srta. Danitza, ¡Srta. Danitza!, ¡¿qué le ocurre?! —El hombre se puso en cuclillas y quiso ayudarle a levantarse.

—No te acerques. Aléjate... de mí. —Dijo Danitza con todas sus fuerzas. Estaba advirtiendo al hombre, pero su voz era suave y seductora.

—¡Cielos! Estás quemando. —El hombre tocó la frente de Danitza y sintió que su piel ardía. Y entonces se sorprendió por lo que hizo Danitza.

Danitza ya no podía controlarse, se ponía cada vez más cachonda. Quería quitarse la ropa, pues sentía tanto calor que necesitaba urgentemente algo frío, y daba la casualidad de que el cuerpo de ese hombre estaba frío después del baño.

Cuando el hombre vio que Danitza se inclinaba hacia él, supo que algo iba mal, alguien había drogado a Danitza. También se sorprendió de que alguien tuviera el valor de drogar a Danitza y tenderle una trampa así.

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