El calor era tan sofocante que Danitza se sentía aún más mareada. Ella salió corriendo con tanta rapidez de aquel lugar que no se dio cuenta del auto que venía por el camino. Como todo fue tan repentino, que el conductor no tuvo el tiempo suficiente para esquivarla, por lo que la atropelló abruptamente con el coche.
—¿Qué ha pasado? —preguntó el hombre que se sentaba en la parte de atrás, en un tono poco animado.
—Señor Alejandro, parece que hemos golpeado contra algo, saldré a revisar —dijo el conductor un poco asustado.
Aquel hombre no dio respuesta alguna, por lo que el conductor se bajó a verificar.
Apenas llegó a la parte delantera del auto, descubrió a una mujer tumbada en el suelo.
Danitza, tirada en suelo, no sentía que le hubiera pasado algo grave, ya no sentía el mareo, su respiración estaba normal, pero sentía muy adolorido el trasero.
—Señorita, ¿se encuentra bien? —preguntó el conductor algo nervioso mientras veía el rostro sonriente de ella.
En aquel momento, por el dolor que sentía, Danitza no quería contestarle.
—¿te encuentras bien? —repitió el conductor.
Sin decir nada, Danitza extendió sus brazos al aire intentando levantarse, pero fracasó. Entonces, al verla, el conductor se acercó ayudarla. Apenas se puso de pie, se apoyó contra el auto para recuperar fuerzas. Danitza realmente lo había pasado muy mal esa mañana.
«¡Una mañana de mierda en que me pasaron tantas cosas malas! ¡¿Qué más viene?!»
Estaba tan enojada que pateó aquel auto de lujo para aliviar su enojo. Cuando estaba a punto de patear de nuevo, la ventanilla del coche se bajó y dejó al descubierto el rostro delicado de un hombre en el interior. Eso hizo que Danitza se detuviera y su pierna quedara suspendida en el aire mientras lo miraba con los ojos asombrados.
«Pensé que Roberto ya era el más guapo del mundo, pero éste lo es aún más.»
—Si tiene fuerza para patear el auto, significa que no ha sufrido daño alguno —dijo el hombre en un tono frío—. Entrégale algo de dinero para que se vaya.
—Señor Alejandro, ¿e...está bien? —preguntó el conductor tan nervioso que tartamudeó un poco al hablar.
Alejandro tomó un billete que se había quedado pegado en su rostro y dijo con indiferencia
—¡Recoge el dinero!
«¡Qué mujer más interesante! ¿Acaso no me reconoció?», pensó Alejandro mientras la veía desaparecer en una esquina. Luego, él se echó a reír, porque recordó que anoche entró a la habitación equivocada y fue cautivado por su belleza, por lo que no dudó en poseerla.
«¡Es un auto de lujo! Menos mal que me he escapado rápido, alguien en bancarrota como yo, no debería buscar pleito con ese tipo de personas, realmente he sido demasiado impulsiva. Si volviera a suceder lo mismo..., olvídalo, volvería a actuar de la misma manera, no permito que nadie me humille de tal manera.» pensó Danitza mientras corría.
Ella tenía tanto miedo de que aquella gente se involucrara con ella, que corría sin descanso sin rumbo. De repente, una persona le dio una palmada en el hombro haciendo que diera un grito del susto.
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