Encuentro cercano romance Capítulo 202

Cinco años después, la prosperidad de Ciudad R seguía siendo superior a la de muchas otras ciudades. Incluso el aeropuerto bullía de gente.

—Mami, creo que este lugar es divertido. Todos son personas de pelo negro y ojos negros como yo.

Un bonito niño de unos cuatro años arrastró su maleta hasta la parte delantera y luego corrió hacia su madre.

—Por supuesto. Eres de este país. Definitivamente te pareces a ellos.

La madre, igualmente hermosa, le dijo al pequeño.

El pelo largo de Danitza había desaparecido. Su pelo se movía alrededor de las orejas. Su pelo ligeramente rizado le daba un aspecto más maduro y sexy. Sus grandes gafas de sol le cubrían la mitad de la cara, pero no podían tapar su aura noble innata.

Extendió la mano y el niño corrió rápidamente a cogerla. La madre y el hijo salieron juntos.

—Hola, Danitza. Hola, Feíto.

Ángel estaba en la puerta, esperando su llegada.

—Tío, te echo mucho de menos.

El bonito niño llamado Feíto se soltó de la mano de su madre y se lanzó al abrazo de Ángel. Ángel lo levantó y lo hizo girar en el aire.

—Yo también te he echado de menos.

Habían pasado cinco años. Ángel se había convertido en un hombre. Seguía siendo tan guapo y extrovertido, pero había madurado un poco más.

—Danitza, déjame coger el equipaje. Mamá y papá están esperando.

Ángel se echó a Feíto a la espalda y ayudó a Danitza con el equipaje.

Mirando esta Ciudad R, que le resultaba familiar pero no familiar, Danitza sintió un débil dolor de corazón, pero no sabía por qué.

—Hola, mi querida hija, mi querido Feíto.

Samanta recogió a Feíto, y nadie sabía que el pequeño tenía un nombre, Abel. Pero él se empeñó en ponerse ese apodo.

—Abuela, abuelo, os echo mucho de menos.

Abel era muy bueno con las palabras dulces, haciendo que Samanta y Max se extasiaran.

Sólo había pasado más de un mes desde que se separaron y, sin embargo, Abel dijo que los echaba mucho de menos. ¿Cómo no se iba a alegrar la pareja de ancianos al oír esto?

—Mamá, papá, he vuelto.

Danitza sonrió y dijo al matrimonio Jones. Siempre había estado callada, tan callada que el matrimonio Jones se sintió muy afligido.

—Vamos. La comida está lista. Comamos primero.

La familia entró alegremente.

Esta vez, Danitza volvió para hacerse cargo de algunos asuntos del Grupo Jones. Max tenía una herida en la cintura y necesitaba ser tratado en el exterior durante un tiempo. El médico dijo que podía ser largo, y Samanta le acompañaría. A Ángel sólo le gustaba pintar y no le interesaban en absoluto los negocios.

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