—Señor, soy tan miserable. Me voy a casar y las invitaciones están listas. Tenemos la intención de invitarla a participar en nuestra boda. No puedo creer que ahora esté muerto. ¿Qué debo hacer? —dijo Victoria. Estaba aliviada pero no quería irse. Lloró su pena ante el líder.
—Siento mucho su pérdida —dijo el líder. No pudo hacer otra cosa que consolarla. Si no había pruebas que demostraran que Danitza era culpable, el líder pensaría que Victoria era la asesina según su comportamiento afectado.
—Señor, debe castigar el asesinato. Mi marido no puede morir sin razón. Debe encontrar al asesino por mí —gritó Victoria. Sus lágrimas recorrieron su rostro y parte de su maquillaje se desvaneció, lo que hizo pensar a la policía que estaba agonizando.
—Muy bien, tómalo con calma. Tu marido está ahora en el hospital. Deberías ir a verlo por última vez —la consoló el líder.
Finalmente, Victoria se fue. La oficina de la policía volvió a quedar en silencio. El jefe encendió el cigarrillo. Pensó que había algo en este caso. Todas las pruebas mostraban que Danitza era el asesino, pero el instinto le decía que Danitza no era el asesino.
Victoria salió de la oficina. No quería ver en absoluto a Rolando, que la obligó a casarse con él. Se sintió feliz al pensar en este truco para deshacerse de Danitza y Rolando. Ahora podía hacer cualquier cosa con más facilidad. Cuando Danitza perdió, Alejandro la esperó. Si ella estaba muerta, no la esperaría más. Pero para poder actuar bien, fue al hospital. En el hospital, Mónica lloró amargamente por la muerte de su hijo. Su segundo hijo estaba de vuelta. ¿Qué pasó con la familia Hernández? ¿Por qué murió tanta gente aquí?
La abuela murió. Murió Alfonso. Ahora también murió Rolando. ¿Quién sería el siguiente?
—Victoria, debes vengarte del asesinato de tu marido. Te vas a casar. Murió con mucho dolor. Míralo, mira su rostro miserable. Murió amargado —gritó Mónica. Agarró las manos de Victoria para ver a Rolando.
Victoria se liberó y le dio una palmadita en el hombro. Luego fingió llorar con tristeza.
—Madre, ahora te llamaré madre. No morirá con un arrepentimiento eterno. Me vengaré del asesino. Y cuidaré de ti hasta que te mueras —dijo Victoria. Como quería aprovecharse de Mónica, fingió unas palabras dulces.
—Victoria, eres muy amable. Siempre ayudas a mi hijo, pero no tiene tanta suerte de casarse contigo. Todo esto es causado por Danitza. Esa perra quiere envenenarlo sólo porque tiene miedo de que Rolando compita con él por el puesto de director general. Rolando ya le ha concedido el puesto. Es una mujer tan cruel y despiadada —gritó Mónica con tristeza. No se dio cuenta de la mirada impaciente de Victoria.
—Madre, ¿cuándo llegará Paulo aquí? Soy su cuñada y tengo algo que decirle. Hay algo importante que tratar, así que me iré ahora. Avísame si viene —dijo Victoria. No quería ni mirar la cara de fastidio de Rolando.
—¿No ves a Rolando por última vez? Eres su más querido —Mónica quería que viera a su hijo por última vez porque la amó durante toda su vida pero murió envenenado antes de casarse.
—Madre, estoy tan triste como tú por la muerte de Rolando. Quiero tener una buena impresión de él. Me dolerá más ver su mirada ahora —Victoria lloró y se secó las lágrimas.
—Esta mujer es difícil de tratar. Puede hacer cualquier cosa que la ayude a conseguir sus objetivos. Pero debe haber algunos puntos débiles. Debería calmarme.
Tras salir de la funeraria, Tauro llamó a su hermana.
—Hola, Alya —dijo Tauro. Alya se puso furiosa antes de que terminara sus palabras.
—Tauro, vuelve inmediatamente. ¿Qué quiere decir que me pida que vuelva? El Grupo Cortés es tuyo. ¿Por qué no lo gestionas tú y dejas que me encargue yo? —gritó Alya en voz alta, lo que le permitió alejar el teléfono de sí mismo.
—Alya, tómatelo con calma. Volveré a ayudarte pronto. Pero tengo algo más urgente de lo que ocuparme. Danitza tiene problemas. Tú no puedes hacer nada, pero yo sí puedo ayudarla —le dijo Tauro a su hermana sobre lo ocurrido con Danitza.
Tras sus palabras, se calmó. Sabía que no era tan buena como su hermano en algunos aspectos, como las conexiones. Sólo era experta en la lucha y en el manejo de la compañía.
—Bien. Pero tienes que contarme la situación a tiempo. Yo te ayudaré y tú podrás ir a ayudar a Danitza —dijo Alya. Retomó su voz fría anterior.
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