Entre Mafias romance Capítulo 18

Mía

Killian grita a los hombres que me lleven a algún sitio. Me ha engañado, ha conseguido engañarme.  Sabía desde que lo vi que no era de fiar y aún así he hecho justo lo que quería que hiciera.

Cuando Marcus le planta cara, me pego a él como una lapa a una roca. Ahora mismo, rodeada de hombres armados, este es el sitio más seguro.

Entramos en el castillo. Yo mirando en todas direcciones por sí alguno de sus hombres decide que es mejor hacer caso a Killian, pero cuando veo a Dante colocarse a mi lado, me siento mucho más tranquila.

Antes de que pueda entrar en mi habitación Marcus me detiene sujetandome por el brazo.

- Quiero que hablemos un momento - Abre la puerta de su cuarto y espera que entre.

No puedo hacer otra cosa. Solo quiero dormir. Meterme en esa cama gigantesca y mullida y dormir diez horas, pero supongo que toca charla.

Espero de pie en medio de la habitación.

- ¿De qué quieres que hablemos? - Pregunto cruzándome de brazos.

- Mía, supongo que entiendes lo que ha hecho mi hermano - Asiento. Hasta un niño de cinco años sabría porque ha mentido - Entonces también sabrás que no es seguro que estemos en habitaciones separadas.

A ver, después de más de quince horas sin dormir me dice que tenemos que hablar y me viene con estas. Otra persona que me odia, una más a la larga lista de personas que quieren matar a Mía.

¿Cómo he podido vivir tantos años alejada de este mundo? ¿Cómo pudo Marcus meterme en él con  tanta facilidad?

- No voy a dormir contigo. Puedo cerrar el pestillo por las noches - Digo muy segura.

- El pestillo... ¿Crees que un pestillito podría parar a mi hermano? ¿a tu padre? No Mía, no los parará y cuando se trate de tu seguridad no voy a discutir - Levanta su voz de barítono dándome a entender que no me está pidiendo opinión sobre nada - Te vas a quedar aquí conmigo, yo dormiré en el suelo si eso hace que te sientas más cómoda.

Supongo que no tiene pensado ceder más que el dejarme la cama para mi. Aun así siento mucha rabia porque todo esto es por su culpa y ahora viene aquí obligándome a hacer lo que él quiere porque se siente culpable.

- Si te importara mi seguridad no me habrías traicionado.

Lo dejo mirándome con mayor enfado que el mío.  ¿Cómo me dijo una vez? Aquí yo soy Dios, pues bien, a Dios no le sienta nada bien que le digan verdades a la cara.

Me meto en el baño. Me desvisto y me meto en la ducha. El agua caliente me calienta por dentro también. Me lavo el pelo con el jabón de Marcus, huele a él. Aunque odié admitirlo, me encanta su olor.

Antes de volver a la habitación me pongo un albornoz negro que hay colgado. Es esponjoso, mi manos quedan escondidas dentro de las mangas.

Ahora que estoy calentita y cómoda, siento como mi cuerpo pide a gritos dormir. Marcus me espera sentado en la cama.

- ¿Qué haces aquí?

- Te estaba esperando ¿tienes hambre? - Levanta la esquina de la colcha  y la sábana, preparándome la cama.

Es tan doloroso recordar al falso Marcus, el que me hacía feliz, el atento y cariñoso, el que me quiso y me cuidó. Y ahora lo tengo aquí delante de nuevo ¿intenta engañarme otra vez? Le quito la sábana de entre los dedos para hacerlo yo.

- No te molestes, ya lo hago yo.

Se aparta para dejarme espacio. Me meto dentro de la cama. Es como si flotara entre nubes, bostezo instantáneamente.

- Voy a buscarte algo para que comas antes de dormir.

No me da tiempo a contestarle. Si hubiera podido le habría dicho que no tiene que fingir más, si tengo hambre bajaré a buscar comida, si tengo frío, me abrigaré. No necesito un príncipe de brillante armadura que decida que tiene que cuidarme. Cuando lo necesité, estaba sola, no estaba a mi lado.

Mi ojos se desvían hasta la cicatriz de la muñeca  la que me hizo mi padre. Cada vez que la miro una única palabra viene  mi mente " Traidora" Eso dijo  Marcus que significaba.

La puerta se abre. Espero ver a Marcus con una bandeja llena de comida, pero en su lugar está Killian.

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