Esposa bajo contrato romance Capítulo 4

Cuando Mike Hamilton caminaba hacia el salón de seguridad a observar las cámaras para verificar lo sucedido, sonó su celular, al ver la pantalla que se trataba de su madre la atendió de una vez.

—Aló mamá, ¿Pasó algo? —interrogó con preocupación.

—¡No sé qué hacer! —sollozó la mujer con desesperación—. Lo he intentado todo, han desfilado cualquier cantidad, no solo de fisioterapeutas, enfermeras, y Sandro no quiere nada… solo se quiere morir —la mujer sorbió las lágrimas por la nariz—. Tengo miedo Mike, de que mi hijo intente quitarse la vida, yo me muero si algo le pasa.

Los lamentos de su mamá causaron angustia en Mike, ella era la única persona a quien no podía ver sufrir, el resto del mundo se podía ir a carajo, pero su madre era sagrada.

—No llores mamá, te juro que iré mañana a hablar con él —pronunció tratando de tranquilizarla.

—¡No puedo tranquilizarme! ¡No soporto la angustia hijo! Ya nadie acude a los anuncios, se ha corrido la voz del mal carácter de Sandro… todos huyes, no aguantan ni media hora, apenas lo conocen, salen corriendo… te juro que no puedo más, siento que mis fuerzas se agotan… me dejaré morir con mi hijo —declaró la mujer con un tono de derrota.

—¿Qué dices mamá? Mi hermano debe entender que la vida sigue, el automovilismo no lo es todo, y esa mujer si se fue cuando él pasaba su peor momento, es que no valía la pena y en cuanto a esas profesionales que huyen, no tienen vocación de servicio, deberíamos denunciarlas a sus gremios para que les suspendan las licencias —enfatizó irritado.

—¿Cómo van a aguantar? Las echa a todas, no solo las insulta, sino también le lanza objetos, ha estado a punto hasta de lastimarlas. Está demasiado agresivo, no quiere acudir a las citas con el psicólogo… estoy perdiendo a mi hijo… —hipaba como niña—, ahora ni siquiera prueba bocado. La vida de Sandro se está apagando y siento que la mía lo hace con la suya.

—¡No digas tonterías! Me encargaré de buscar a alguien… no te mortifiques más. Confía en mi mamá, nunca te he defraudado —inquirió y el ánimo de su madre mejoró.

Cortó la llamada y cuando miró hacia atrás y no vio al par de mujeres se molestó.

—¡Maldit4s sinvergüenzas! ¡Se escaparon!

Vio a un par de sus trabajadores y le dio la orden.

—¡Búscalas! Tráelas por las buenas o las malas como sea, ¡Las quiero aquí ya! —bramó molesto.

*****

Carlotta estaba desconsolada, no era por el dinero en sí, sino por todo lo que representaba. Su amiga se inclinó para acercarse al verla tan desconsolada, sintiendo lástima por ella.

—Lo siento Carlotta… no sé qué decirte, solo que si necesitas a alguien para irle a patear las bolas a ese desgraciado, ya tienes cuatro piernas —habló tratando de consolarla.

—¡¿Qué voy a hacer?! Ese dinero lo logré ahorrar durante los últimos cinco años… ¿Sabes lo que debí sacrificar? ¿Las veces que dejé de comprarme un par de zapatos de diseñador, el vestido que me gustaba, comprar el último maquillaje, las últimas carteras? Lo orgullosa que me sentía porque era algo ganado con mi esfuerzo sin pedirles nada a mis padres. Demostrándoles a ellos que puedo sola —hablaba mientras gruesas lágrimas bañaban su rostro.

—Lo sé amiga… Pero ya no hay vuelta atrás, ese desgraciado seguro se fue quien sabe a dónde a gastarse tu dinero… esto te debe servir de experiencia, que no debes confiar en nadie… los hombres son una especie que si no la cagan en la entrada lo hacen a la salida. Siempre te lo he dicho…

Carlotta interrumpió sus palabras, negando con la cabeza.

—No, Katy, no es así, yo siempre he estado rodeada de hombres y ninguno de ellos, sería capaz de hacer esa bajeza de robarle el dinero a una mujer, el descerebrado no solo me montó los cuernos, ¡Me robó! Eso es el colmo de la infamia. ¡¿Cómo voy a salir de esto?! —se pasaba las manos por la cabeza desesperada.

—Llama a tus padres para que te presten, no te dirán que no.

—No se van a negar a ayudarme, aunque ni loca lo haría, si en cinco años jamás les he pedido nada, sabes la conmoción que causaré. Mínimo, mi madre me exigirá regresar o en su defecto, tendré una comitiva de los hombres de mi familia averiguando lo que me sucedió ¿Sabes la vergüenza que sentiría? Yo la inteligente Carlotta, no solo cornuda, sino también estafada, si le digo eso a mi familia perderían su respeto y admiración por mí no quiero eso, no quiero eso.

—¿Y ahora este hombre? Si nos manda a la cárcel no tendremos para pagar la fianza, ahora si estamos jodidas ¡Mejor huyamos Carlotta! —animó a su amiga a huir.

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