Esposa bajo contrato romance Capítulo 6

Sandro por unos segundos se quedó pasmado, sin encontrar la forma de reaccionar, pues a decir verdad la mujer lo sorprendió, por varias razones, era como un pulgarcito, pequeña, pero parecía una fiera mientras exigía respuesta acercándose, al mismo tiempo que un hilillo de sangre recorría su frente, mas eso no lo detuvo.

—¿Quién diablos te crees que eres para entrar a mi habitación y exigir respuesta? Dije que no quería a nadie, y cuando digo a nadie es nadie ¡Largo! —los dos se miraron a punto de lanzarse uno encima de otro como dos pugilistas enfrentados.

—¡Animal! ¡Bruto! ¡Salvaje! Te gusta agredir a la gente. ¿Ya verás? —ambos se quedaron con la boca abierta cuando vieron a Carlotta caminar hacia la puerta, tomar el objeto y lanzárselo a Sandro en la cabeza.

—¡Estás loca! —exclamó Mike, por completo sorprendido, pensando que ella lo engañó y no era una profesional.

—¿La loca soy yo? ¿Y qué dices de este hombre me abrió una raja en la cabeza? Y te recuerdo que no tienes moral para reclamarme absolutamente nada ¡¿Dónde está el maldit0 mocoso de tu hermano?!

Mike palideció, pero eso no compadeció a Carlotta, que al ver bien al hombre en la cama lo reconoció, aunque se abstuvo de emitir una reacción, y siguió su disputa con Mike.

—. ¡Eres un pinche mentiroso! Resultó que tu hermanito no es más que un hombre que fue bastante mujeriego y porque ganó unas carreritas se creía la tapa de la botella y solo era el cul0. Tan débil e insignificante que nunca ha hecho nada provechoso en su vida, si no correr y que ahora porque se le presenta un obstáculo se siente que sin la Fórmula Uno no es nada.

—¡Cállate Maldit4 loca! ¿Qué sabes tú de mi vida? ¿Qué sabes tú de la adrenalina que corre por mis venas cuando corro? ¡No sabes nada! No tienes ni siquiera la mínima idea de este mundo, así que no tienes moral para decir nada —bramó demasiado molesto.

Por escasos minutos, Carlotta quiso soltarle que sabía muy bien de que hablaba, porque su padre fue el mejor del mundo, sin embargo, se contuvo, no tenía intención de revelar su identidad.

De hecho, después de verlo bien y escucharlo hablar, pudo recordar quién era Sandro Hamilton, su padre siempre lo elogiaba y había seguido su carrera, diciendo que tenía un buen futuro, desde que el chico tenía dieciséis años y después cuando entró a la Fórmula Uno antes de llegar a los dieciocho, además, los últimos cinco años no perdió ninguno de los campeonatos.

Su carrera se vislumbraba brillante y en cuanto a su vida privada, no lo era tanto, porque era propenso a los escándalos, la prensa siempre lo fotografiaba con modelos, una más guapa que la otra en fiestas y celebraciones, hasta sorprender a todos unos meses antes del accidente al comprometerse con una famosa modelo internacional, una de las más cotizadas del mundo por diferentes marcas, tan hermosa que parecía una deidad.

No obstante, desde hacía aproximadamente tres meses atrás, después de tener el fatal accidente que lo sacó de las pistas, dejo de saberse él en la prensa, aunque la modelo siguió siendo parte de las noticias, porque incluso se le vio con otro piloto de una escudería diferente.

Al final Carlotta, en vez de decir lo que pensó, le respondió de mala manera.

—Realmente no le veo sentido a andar corriendo en una pista como un idiota, hay cosas más importantes que hacer en la vida —expresó con una actitud pendenciera y minimizando su oficio, lo cual era mentira porque no había a quien admirara más que a su padre.

A Sandro le dio furia la actitud tan segura de la mujer y la tomó por el brazo para sacudirla, sin embargo, apenas lo hizo, se arrepintió, el contacto con ella le produjo literalmente un chispazo y él frunció el ceño desconcertado.

—Me diste un corrientazo —dijo en un susurro.

—No te hagas ilusiones, a ese corrientazo se le llama electricidad estática —pronunció burlesca—. Y se produce en un cuerpo cuando existen en él cargas eléctricas en reposo. Así que ni se te ocurra creer que es un chispazo porque soy tu otra mitad y esas cosas estúpidas de un enamoramiento, que usan los hombres para meter a una mujer en la cama. Ya esa figurita la conozco y hasta la tengo repetida.

—¿Cama? ¿Acaso eres idiota o viniste a burlarte de mí? —inquirió rechinando los dientes de la molestia, al recordar su condición.

—¿Por qué me burlaría de ti? Para tu información ni siquiera sabía quién carajos eras, y si estoy aquí no es por propia voluntad, no es que vine feliz a atenderte y menos ahora cuando me doy cuenta de que solo eres un amargado… si lo hice fue porque Mike, me hizo dejar mi vida en Los Ángeles, para traerme aquí engañada.

—¡Por mí no te detengas! Puedes regresar por donde entraste y seguir con tu maravillosa vida en Los Ángeles, y dejarme mi put4 vida en paz ¡Vete que no quiero verte! ¡Me desagrada tu prepotencia!

—El sentimiento es mutuo, no me atraes en lo más mínimo y si me llegó a quedar aquí será porque Mike… —sus palabras fueron interrumpidas por Sandro.

—Entonces ve y ¡Te vas con tu Mike! —el hombre de su hermano lo pronunció con retintín.

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