Esposa Mia romance Capítulo 4

Las lágrimas no cesan de mis ojos, duele mucho todo lo que me está pasando. Pensé que algún día me casaría con Max, pero no fue así. He sido comprada por un desconocido.

Ahora comprendo lo que mis padres conversaban en la mañana.

—Sí y eso que ahora el desea cobrar... la compró y nuestro deber es entregarla —decía mi padre.

Desde cuando él me compró mejor dicho ¿por qué me compró como si fuera un objeto? Cuál es su propósito conmigo? Lloro frustrada, preguntándome una y mil veces ¿Por qué razón mis padres me han hecho esto?

Entra una señora de servicio a la habitación, ella me avisa que la cena ya está servida y que él señor desea verme en la mesa. Miro mi reflejo en el gran espejo que está a un lado de la cama me veo deplorable, mis ojos se notan irritados y rojos por tanto llorar.

Peino mi cabello, arreglo mi rostro con un poco de maquillaje que encontré en la mesita de noche. Al terminar salgo de la habitación, bajo las gradas con lentitud ya que me duele la costilla por el golpe que me propino el maldito de Arthur. Me siento en la silla de madera fina, los ojos verdes de Arthur me miran sin pestañear, llama a una de las sirvientas le dice que me sirva la cena. Esta obedece sonriendo, trae la cena y la deposita enfrente de mi, es una muchacha morena, cabello negro, tendrá sus 22 años. Por cierto es lindísima y hermosa.

—Espero que comas todo lo que mandé a preparar para ti—replica serio.

Asiento mientras picoteo el pollo asado, lo observo y por primera vez no deseo comerla.

Luego de haber cenado en un horrible ambiente, subí a ducharme me despojé de la ropa prendí la regadera y deje que el agua hiciera contacto con mi piel, mientras froto mi cuerpo varios sollozos escapan de mi boca, lloro derrumbándome y a la vez preguntándome que me tocaría vivir desde mañana al ser una mujer casada o mejor dicho una niña atada a un hombre mayor al cual no ama, no conoce, bueno tampoco es un vejete se ve como de sus veintitantos.

Visualizo mis maletas las abro y elijo unos pants para dormir y una blusa de tirantes. Seco mi cuerpo y me visto rápidamente antes que entre ese hombre. (De todos modos, te va a ver) me replica una voz en mi interior. Me recuesto en la cama y pido al cielo que este sea sólo un mal sueño, aunque obvio no lo es. Cierro los ojos dejándome llevar por el cansancio.

Unos ruidos prominentes de una de las tantas habitaciones me hacen abrir los ojos, miro para todos lados en busca de ese hombre, pero tal parece que no durmió aquí.

Qué alivio.

Observo por la venta y aún es de noche.

Nuevamente se oye el ruido, pero esta vez en forma de gemidos, estos llaman mi atención y camino de puntillas. No me había fijado en la puerta que está dentro de esta habitación valla será el baño o alguna puerta secreta como la de Cristian Grey, pero error ya que al abrirla me quedo helada al ver la escena, Arthur está con la chica del servicio la morena hermosa.

Ella desnuda encima de él teniendo sexo o apuntó de tenerlo no lo sé. Es un asqueroso. Trato de cerrar la puerta sin hacer ruido, pero mis pies se enredan con no sé qué mierda y caigo al piso, rápidamente me levanto pero muy tarde. La mirada de Arthur me perfora, molesto empuja a la chica y le dice que se salga de la habitación, ella se viste y sale por la otra puerta sin mostrar su rostro.

—¡Quien mierda te dio órdenes para que entres a mi habitación de esa manera?!—grita furioso.

—lo siento, pensé que era la puerta del baño—miento.

Él se levanta de la cama, bufa y maldice, me fijo y aún esta con los calzoncillos puestos, tal parece que apenas iba a tener su noche de sexo.

—Esta es la primera y la última vez que entras a mi habitación sin tocar te quedó claro?— nuevamente grita a unos metros de mi rostro.

Asiento dando la vuelta para salir de su habitación, pero su mano me detiene, pego un grito al sentir como me levanta en sus brazos llevándome a su cama, me tensé al pensar que quería desquitarse conmigo por haber interrumpido su noche. Pero no fue así ya que se da la vuelta, apaga la lamparita de noche y dice con voz autoritaria.

—Mañana en nuestra noche de bodas te cobraré lo que sucedió hace unos minutos.

Un nudo se forma en mi garganta y lloro en silencio. Hasta quedar dormida.

Me levanto desorientada observo todo con detalle, miro la venta y niego.

—Pensé que sólo era una pesadilla, pero no es así—digo para mí misma. Suspiro hondo, me levanto de la cama y busco al hombre que me compró pero tal parece que ya se ha despertado. Debe ser que está en su salón.

Entro a la habitación a darme una ducha, paso media hora dentro de la tina. No dejo de llorar y pensar en Max, hasta soñé que él me era infiel con una de sus amigas, pero ese sueño era todo lo contrario, el no sería capaz de engañarme. En cambio yo hoy me caso, sin amor y a la fuerzas, no tengo escapatoria.

Llego al comedor y lo veo sentado con su celular en la mano, luce serio y con la ropa que viste se nota más joven.

¿Cuántos años tendrá?

—Dormiste bien?— pregunta sin quitar su vista de su celular.

—Mejor que usted no lo creo— respondo con sarcasmo.

—Entonces desde hoy empieza a dormir bien porque no quiero una Esposa fea, demacrada y flaquetosa.— lo miro mal, quisiera taparle la boca con sellador. ¡Maldito engreído!—Se lo que estás pensando Cariza que soy un maldito pero en fin dentro de unas horas vendrá una estilista para prepararte, debes lucir radiante la boda se realizará acá mismo. Tus padres vendrán dentro de poco.

Me encojo de hombros, restando importancia. La chica de anoche aparece con una bandeja, supongo que es el desayuno del idiota, ella le sirve sin levantar su rostro, se nota apenada, por esa razón no levanta la mirada, no sé qué clase de tipa es... Seguro una facilona que le abre las piernas a su jefe.

El día pasó rápidamente para mi desgracia. En estos momentos la estilista hace su trabajo de hacerme ver radiante (si como no). Mi madre vino junto a su marido, el hombre que un tiempo consideré mi padre, ambos quedaron en el living, por el momento no deseo verlos a ninguno.

—Señorita ya está lista, se ve hermosa y radiante—comenta la estilista.

—Gracias—agradezco en un susurro.

Me levanto y miro mi reflejo en el espejo, el vestido de novia es de tubo muy lindo. Tiene un hermoso velo en forma de corona, si estuviera enamorada me sentiría la chica más afortunada por el hermoso vestido.

Respiro sacando todo el aire que se acumuló en mi interior, reprimo las lágrimas que amenazan con salir.

—Hija luces hermosa—comenta mi madre mientras me ayuda para acomodar el velo de novia.

El jardín se encontraba repleto de invitados desconocidos, está decorado con varias flores, rosas blancas a su alrededor, las mesas con mantel blanco y muy fino, los sillones decoran un hermoso lazo de lado. Había muchos espectadores. Me pregunto si se encuentra algún conocido? Niego y sin percatar me encuentro con los ojos verdes de Arthur.

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