Esposa Mia romance Capítulo 7

Cariza

Me dejo llevar por sus caricias, solo debo actuar y así dominar a la bestia, lograr hacer lo que realmente deseo.

Sus manos juegan con mis senos su boca chupa mi lengua, cierro los ojos y siento un deseo inmenso que me tome como lo hace tantas veces, mi cuerpo se estremece por su tacto.

¡No! pero que me pasa, no soy yo.

Sacudo la cabeza borrando los pensamientos descabellados. Mis manos arañan su torneada y dura espalda, al sentir como presiona su miembro en mi entrada, mis muslos se abren automáticamente como si obedecieran a este hombre. Sin dejar de besarme baja su mano a mi centro y mete sus dedos en mí mientras que los gritos se quedan estancados en mi garganta ya que él no deja de besarme con ferocidad.

Saca los dedos de mí interior, mientras que levanta mis piernas y me penetra suavemente, se mueve con paciencia y luego salvajismo, suelta mi boca y jadea, me mira directo a los ojos se le forma una sonrisa algo encantadora en sus labios gruesos y rosados. Se mueve con mayor rapidez, muerdo mis labios al sentir como varias moléculas desciende en mi vientre provocando espasmos.

—¿Te gusta cómo te lo hago? — Pregunta agitado.

No quiero responder a su pregunta ya que ni yo misma sé si me gusta o lo hago por obligación, Arthur presiona mis piernas con fuerza mientras que un quejido de dolor sale de mi boca al sentir ardor en la pierna que me había quemado.

—Estas Bien.

—Si... Si lo estoy —Miento ya que arde la pequeña ampolla que se me formo en mi pierna.

Arthur cierra los ojos y sus movimientos son más fuertes... Rodeo mis manos en su cuello y lo beso. Si increíble lo bese, pero solo es una forma de empezar a dar rienda a que el piense que me está empezando a gustar, se sorprende por mi acto sigue sus movimientos.

Un calor placentero viaja a mi vientre, es la tercera vez que siento esta rica sensación por la cual no negare que me está gustando.

—Estas rica, estrecha, deliciosa. Oh Pequeña Mia, no te imaginas como me fascina estar de esta manera contigo.

¡Maldito loco, desgraciado!, corrupto de menores quisiera demandarte. Ach mis padres están involucrados en todo esto y después, mejor desecho eso de mi cabeza.

Dejo de pensar al sentir los labios suaves de Arthur sobre mí labio, sus manos recorren mi cuerpo el gruñe y gime agitado mientras que yo me siento en las nubes, Arthur se recuesta en mi pecho sin salir de mi interior, luego de haber recuperado el aire contenido se levanta de la cama y se encierra en el baño.

Me quedo recostada mientras pienso y pienso en cómo puedo hacer para dominarlo y no permitir que juegue conmigo, debo ganarme su confianza e unirme a él y así pretender que me encanta las cosas que hace conmigo, actuar diferente y que el confié en mí, luego aprovecharé el momento preciso y escaparme de su lado, si eso mismo debería hacer.

Si no puedes contra el enemigo... Únete a él.

Miro para todos lados y Arthur no sale del baño que estará pasando, suspiro ya cansada lo mejor que debería hacer es dormir.

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Despierto desganada froto mis ojos y luego miro a mi lado y la bestia no está, me levanto somnolienta esbozó tapándome la boca, entro al baño y hago mis necesidades fisiológicas, cepillo mis dientes, al terminar me meto a la bañera, lavo mi cuerpo y por un segundo cierro los ojos. Las manos de Arthur sobre mis senos amansándolos, su lengua lamiendo mi cuello.

Porque estoy pensando en todo lo de anoche.

Abro los ojos al sentir unas manos acariciar mis senos.

—¿Estas de morbosa?—Pregunta mientras se muerde su labio inferior.

Bajo mis ojos hasta su torneado cuerpo para ver que viste una polera negra y Jean azulones, su cabello alborotado y sus ojos amarientos me miran con picardía, trago saliva y me salgo de la bañera.

—Dame privacidad necesito terminar de ducharme—Pido tartamuda.

Él ríe burlón y luego sale del baño, prendo la regadera lavo mi cuerpo y me sonrojo al darme cuenta que estaba tocándome al pensar en lo que él me hacía anoche, remuevo la cabeza y trato de borrar ese deseo.

Al salir del baño me encuentro con varias bolsas sobre la cama me acerco y veo ropa interior, vestidos, útiles de uso femenino y sandalias bajas y altas, él las compro y todas son a mi estilo, estoy empezando a creer que Arthur es un enfermo que me ha estado vigilando día y noche. Mi piel se eriza al pensar eso, ¡Dios mío! Ojalá y no sea un psicópata loco.

Elijo ponerme un vestido volante color negro con rosa, la ropa interior de encaje color negro, decido que es hora de portarme como una mujer casada, luego veré la manera de correr y buscar mi libertad.

Si eso hare solo tendré paciencia...

—Estas preciosa esposa mía— Le sonreí falsamente y me senté a un lado de él, las sirvientas empezaron a servir el desayuno mientras tanto me pongo a pensar la manera cariñosa en cómo me llama esta Bestia. (Mi pequeña esposa o Esposa Mia). Aunque bueno es algo posesivo su manera de decirlo, sin embargo me gusta.

Dejo mis pensamientos al escuchar un gruñido de parte de Arthur.

—Tus padres vendrán dentro de unas dos horas, espero que quites tus dudas en cuanto el porque te vendieron— Decidí no responder ya que sería gastar saliva, realmente mi odio crece por él y por mi padre.

Desayunamos en silencio que para mí es cómodo y no sé si para la Bestia lo es ya que su rostro luce enojado.

—Mañana iré a la escuela—Le digo segura.

—Aja, tú sabes lo que debes hacer y recuerda esto Cariza, estas vigilada—Asentí y respire hondo por su forma de decírmelo

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