Arthur.
Un molesto ruido provoca que me caiga de la cama, mi celular suena a punto de explotar mis tímpanos, por suerte Cariza duerme como una jodida piedra. Me levanto del piso, cojo el móvil y antes de contestar se corta la llamada. Maldición, es una llamada de Dylan.
Miro la hora son las 10 de la mañana.
-¡Oh santísimo, es tarde!- exclame entrando a tomar una ducha. Le devolveré la llamada luego.
Por goloso me pasa todo esto, creo que el señor Jaime ya está enterado de la noticia, solo espero que lo tomen a bien. Aplico champo y jabón líquido por todo mi cuerpo desnudo, el olor a sexo sigue impregnado, pensar en las cosas de ayer me pone como una jodida caldera.
La noche de ayer la pasamos entregándonos como dos conejos sin descanso alguno, las posiciones que mi pequeña esposa quiso probar me dejo súper rendido, me pregunto si el embarazo la tiene así. Mi pene se pone duro al momento de sentir sus manos posarse en mi fuerte abdomen.
-Tenías planes de ducharte solo- cuestiona rozando mi labio.
-Amor, te note muy dormida, no quise despertarte- digo agitado. Joder sus manos son una maravilla, le abrí las piernas con mi rodilla, coloco un dedo en su entrada húmeda por la excitación.
-Estas preparada para calentar el desayuno- bromeó un poco, no entiendo de donde aparece este Arthur, no suelo ser de esta manera, pero ella ha quebrado mis límites de seriedad, es la única con la que podría jugar, reír y sentirme inmensamente feliz y más ahora que dentro de ella crece el ser más importante para los dos.
-Pues estoy más encendida para calentar la rica carne- jadea al introducirse mi pene en su vagina.
-Dios, que pervertida nena- ríe y se pasa la mano por mi cuello. –Te amo esposa mía, me has hecho cambiar de una manera rápida e impresionante, ere el ser más importante para mí- susurro moviéndome dentro de ella.
-¡Oh, si mi amor!- dice despacio y luego grita al llegar al orgasmo, la embiste dos veces más y me corro dentro de ella, la respiración se me acelera por la corrida que acaba de dar. Sin duda alguna, este fue el mejor desayuno para empezar la mañana de confesiones.
Al terminar de vestirme formalmente, bajo al salón, miro a mi esposa. Ella se ve hermosa con su vestido verde y su cabello largo en una trenza de lado, sonrió y al pensar por todo lo que ha sucedido en la ducha, últimamente ella esta traviesa y atrevida. Rápidamente se me borra la sonrisa al darme cuenta de que muchas cosas sucederán al ella enterarse de quienes son realmente Demetrio y Xenia.
Respire y me afloje la corbata, siento una opresión en mi pecho, no quiero que ella sufra, sé que tiene recuerdos repentinos atravez de pesadillas, no quiero perderla, menos ahora en su estado. No sé qué hare o como actuare cuando llegue el momento en que ella recupere la memoria. Dejo mis pensamientos a un lado al sentir mi celular vibrar. Mientras Cariza desayuna animadamente, entro a mi oficina, descuelgo la llamada, resoplo aturdido por todo lo que se avecina.
-Arthur ya ellos están al tanto de todo, les mostré la prueba de ADN. Se han sorprendido mucho, incluso Martha entro en shock emocional, esta que no para de llorar, podrías venir con ella. Pide Dylan. Suspiro y niego.
-Lo siento Dylan, no creo que sea buena idea por ahora, ella está pasando por momentos difíciles. Yo iré a hablar con ellos, ahora mismo salgo de la casa- asegure serio.
-Está bien hermano, te esperamos- dicho eso cuelga la llamada.
Me paso las manos por el rostro. Solo espero que todo salga bien. Me despedí de mi esposa, prometiéndole llegar temprano para la cena.
Mientras conducía en dirección a la casa de Dylan, pienso en cómo hablar con los Hamilton. Me imagino que querían saber de Demetrio y Xenia. Que frustración, por otro lado esos malditos según están rumbo a los Ángeles disque para tratar el cáncer, toda esta mierda me suena a falsedad, se avecinan complicaciones, no se que va a pasar pero debo apresurarme en meter a esos dos en la cárcel.
Al llegar, parqueo el coche en la entrada, bajo y antes de entrar al interior de la casa, respiro hondo y me digo mentalmente que ellos posiblemente tendrán paciencia respecto a no contarle a Cariza que ellos son sus verdaderos padres.
-Arthur- me saluda Dylan con un apretón de mano.
-Dylan, no reunimos nuevamente- digo sonriendo de lado.
-Vamos a hablar con ellos y quitarles la confusión de la cabeza.
Asentí caminando tras él, las manos me sudan, jamás pensé implicarme de esta manera con mi esposa, antes de casarme con ella mi objetivo era vengarme de sus padres por medio de ella, sin darme cuenta, cambie mis ideales al no resistirme al amor que Artic tenía guardado desde su niñez.
-Está bien, tendremos paciencia con la condición de estar muy pendiente de ella y sobre todo de su embarazo- dice Jaime. –También podríamos organizar un viaje con ella para que nos conozca mejor- fruncí el ceño por su última frase, en eso sí que no estoy de acuerdo.
-No entiendo por qué razón la tendrían que llevar a un viaje mientras se hacen ver como amigos- dije apretando los nudillos.
-Solo por unos días, somos sus padres, tenemos derecho sobre ella y además será para cuidarla- comenta Martha abrazándose a sí misma.
Niego repetida veces, nadie me alejara de ella.
-Creo que están tomando las cosas muy precipitadas- habla Dylan. –Piénselo bien, ella no iría de viaje con dos desconocidos. Tengan un poco de paciencia y luego ya verán que todo les saldrá bien- finaliza mi socio
Todo está en silencio, creo que solo el tic, tac del reloj en la pared suena alrededor de la sala.
-Al menos podemos verla y conversar como amigos ¿Cierto? O qué tal si hoy organizo una cena entre amigos, por favor- Martha pide llorosa.
Pienso por unos segundos, que para ellos son eternos.
-Está bien, la traeré y no lo duden que pronto acabara todo, debemos ser discretos por el momento, se debe llevar las cosas con calma. En cuanto a Demetrio y Xenia, cuando ella se entere ellos irá derechito a la cárcel.
-Gracias Arthur, por averiguar sobre nosotros- ambos me sonríen. –Ahora lo importante es ella.
-Tengan por seguro que así será.
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