Esposo Dominante: Éxtasis Pasional romance Capítulo 107

La voz que salía del micrófono del teléfono no era joven, presumiblemente su mayor, y las palabras eran contrarias a que estuvieran juntos.

—Adrián, ¿me oyes? Tu abuela y yo no aprobamos que estéis juntos, y aunque todos queremos que os caséis, definitivamente no puede ser ella. Nuestra familia no es exigente, pero de ninguna manera podemos aceptar a una mujer divorciada, ¿me entiendes? —La voz del viejo seguía saliendo, y cada palabra era un puñal en el corazón de Luisa.

—Tu abuela y yo hemos visto esas fotos, tampoco parecen falsas, la propia mujer debió portarse mal, si no, cómo pudo divorciarse, un tirón de orejas no hará ruido, ¡no te dejes llevar!

Luisa sintió como si le hubieran arrancado el último trozo de vergüenza mientras agarraba el teléfono, una sensación de ironía desnuda que no tenía dónde esconderse.

¿Así que por eso no quería hablar de ello?

Colgó el teléfono casi de inmediato, sin atreverse a retrasarlo ni un segundo, temiendo que pudiera escuchar algo más del viejo que fuera aún más insoportable.

Después de colgar el teléfono, Luisa huyó del dormitorio, la puerta se cerró tras ella, su cuerpo se apretó contra la pared del pasillo, una ola de impotencia surgió de las plantas de sus pies.

Se me ocurrió que la razón por la que aquel día contestó al teléfono con tanta ansiedad, temiendo que ella lo oyera, y se apresuró a volver a casa después, era porque su familia sabía de su relación.

Luisa pensó en las fotos que el viejo acababa de mencionar, y por un momento su cabeza se revolvió un poco, ¿se refería a las fotos que tenía en internet, o a otra cosa?

En cualquier caso, la actitud del anciano había sido muy firme.

Indiscreta y divorciada.

Unas grandes palabras pasaron por su mente y Luisa apretó el labio inferior, pensando en lo que León le había dicho cuando se había enterado de que Lorenzo la había engañado.

¿A qué se enfrenta una mujer cuando se divorcia, sabes?

En la sociedad actual, el divorcio parecía ser el mayor error de la mujer, aunque entre ella y Lorenzo, ella sea la víctima inocente, pero el mayor —perdón —en boca de los demás es la frase, un tirón de orejas.

A los ojos de todos, ¿quién querría ver a un hombre tan bueno como Adrián con una mujer divorciada?

Luisa entiende todo eso, pero qué culpa tenía exactamente...

Ni siquiera sabía lo que debería hacer para que la gente se desbagaba de sus prejuicios contra ella, porque parece que no funciona de ninguna manera...

Era un número desconocido, pero la única persona que podía llamarla con tanta prisa en ese momento era alguien de la Familia Maduro.

—¿Aló?

—¡Luisa, qué demonios quieres! —La voz airada del hombre rugió.

—No quiero nada, lo que ocurrió hoy era tu precio por lo que has hecho.

A día de hoy, este hombre siguió sin sentir ningún remordimiento, sólo un sinfín de acusaciones y enfados, y por supuesto, ahora ella ya lo conoció bien y no tenía la esperanza de que Lorenzo pudiera admitir su error en ele futuro.

—Me estás engañando, llevas un año casado y quieres quedarte con la mitad de los bienes de la Familia Maduro, estás delirando...

—Entonces puedes demandarme —Luisa estaba tan disgustada que ni siquiera tuvo paciencia para terminar de escucharle.

—El juzgado ya ha dictado la demanda de divorcio entre tú y yo, a partir de ahora somos desconocidos, no hace falta que me digas más esto, si tienes algún agravio, puedes recurrir todo lo que quieras.

Aparentemente sorprendido por su determinación, Lorenzo guardó silencio durante unos segundos antes de estallar repentinamente en carcajadas como un loco:

—Jaja.. ¿qué, crees que puedes deshacerte de mí y ser la señora Yamara?

¡Ni lo piensa! los Yamara probablemente ya se han tenido contacto contigo, ¿verdad?

¿Cómo lo sabía?

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