Extinción de mates romance Capítulo 3

Me levanto bruscamente cuando siento que me están observando, pero todo esta vacío pero puedo olfatear el aroma de Leonardo ¡el muy idiota entro a mi habitación!, indignada me levanto de la cama & examinó todas mis cosas por lo visto no toco nada.

—¿Natele estas despierta? —dice Matt tocando la puerta.

—no. —digo somnolienta volviendo a mi cama.

—si lo estas. —dice en tono de reproche, yo sonrió.

—levántate, Leonardo va inspeccionar nuestra manada. —suelto un bufido, porque tengo que soportar al idiota de Leonardo.

—enseguida bajo. —ya me escuchará ese Leonardo, no tiene ningún derecho de entrar a mi habitación.

Camino hacia la ventana y sol comienza a salir dando los primeros rayos, suelto un suspiro y pienso en Leonardo, desde que lo empuje y le dije que se alejará de mi no e vuelto a verlo ni a hablarle, se quedó en su habitación toda la noche, pero ahora tendré que verlo, quiere ver como esta en "defensa" nuestra manada, me parece innecesario ¡pelear contra nosotros mismo! No tiene sentido.

Me meto a la ducha y me despojo de mi ropa, me meto en la ducha y término minutos después, salgo y me veo en el espejo, veo a una chica de cabello castaño con ojos color gris, piel clara demasiado pálida diría yo, pero veo más a fondo y por dentro no hay nada estoy vacía todos los estamos sin nuestros mates pero todos los ignoramos.

Voy al armario y me decido por short corto color azul con camisa color amarilla escotada, mis zapatilla y ya estoy lista, abro la puerta de mala gana y me encuentro a Leonardo.

—no vuelvas a entrar a mi habitación. —gruñó enojada.

—yo hago lo que quiero. —dice en tono desafiante, yo lo miro con odio.

—escuchame bien idiota, esta es mi casa, es mi manada aquí yo mando. —al terminar la frase Leonardo me empuja bruscamente sobre la pared, me inmoviliza con su cuerpo, me mira furioso.

—cuida tu boca Natale, a mi nadie me habla así. —podríamos seguir toda la mañana, pero yo solo le dedico una mirada de fastidio, huele delicioso pero me rehusó a pensar que el es mi mate, los mates ya no existen, su mano recorre mis labios, yo dejo de respirar, su tacto se siente muy bien.

—no me toques. —digo enfadada, me safo de su hagarre y camino hacia las escaleras, al bajar todos se están preparando para salir.

—al fin vienes. —dice Elio poniendo los ojos en blanco.

—no seas dramático. —digo suspirando.

—¿estas lista? —Nina sale de cocina me mira emocionada.

—no me parece necesario. —digo en susurro.

Comentarios

Los comentarios de los lectores sobre la novela: Extinción de mates