Falso Amor Del Italiano romance Capítulo 2

BRENTT

—Es una mujer hermosa —insiste mi padre.

No respondo, solo observo cada uno de sus movimientos, dejo pasar un par de segundos antes de que pueda romper la m*****a burbuja en la que respira.

—¿Para esto me has mandado llamar con urgencia? —enarco una ceja con incredulidad—. No tengo tiempo para esto.

Mi padre tensa el cuerpo y carraspea antes de recargar su peso sobre el espaldar de su silla.

—La conoces bien, aunque hace tiempo que no se ven debido a que te aferras a vivir en New York, como sabes, es momento de que deje mi puesto y se lo ceda a mi sucesor, tú, como mi único hijo, debes tomar el lugar como el nuevo Capo de la mafia italiana —dice con voz filosa—. La orden y la Cosa Nostra está de acuerdo que para hacerlo, debes estar casado, el tener a una buena mujer a tu lado, da confianza a tu organización, ya lo sabes.

Las palabras de mi padre queman como el fuegos ardiente del infierno, no solo porque le importa nada mi existencia desde que tengo uso de razón, sino, porque él es el único que se ha encargado de recordarme el error que cometí hace dos años y que me ha dejado en esta m*****a silla de ruedas.

—Tienes que casarte con Yara Roman —sentencia.

Muevo el cuello con estrés.

—Te ves cansado y tengo trabajo que hacer, nos hablamos luego, padre —siseo por lo bajo.

Mi padre me lanza una mirada llena de desafío, uno que no pienso tomar, luego asiente y corta la videollamada. Le odio, solo lo veo como alguien con quien comparto la misma sangre, más no los mismos ideales. Enseguida me llega un correo con la invitación de mi padre, insiste tanto en que todo juegue a su favor el día que cumpla sesenta años, mismo día que tiene planeado anunciar mi compromiso.

El asunto es que mi padre jamás me conoció y nunca tuvo la intención de hacerlo, si tan solo se hubiera tomado un poco más en serio su papel de padre y menos del Capo, entendería e incluso anticiparía mis movimientos, como lo hice yo, tenía conocimiento de las intenciones que tiene conmigo, y es por ello, que hace un año me tomé la libertad de jugar el mismo juego que el Capo, pero con una ventaja que me coloca en el lugar en el que me encuentro.

Teniendo que contratar a una madre de alquiler que me diera el hijo que tanto deseo y que será mi único heredero, con eso cerraré la boca de los altos mandos de la organización, entre los cuales se encuentra mi propio padre. Siempre voy diez pasos adelante.

Me dispongo a girar las ruedas de la silla con la intención de salir de la oficina, cuando mi móvil comienza a sonar, uno que no debería a menos de que…

—¿Diga? —respondo con el corazón martilleando con fuerza.

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