Heredero de un multimillonario romance Capítulo 31

- Oye, chico", le dijo a su nuevo "hijo". - Dime, ¿cómo va todo?

Se dio la vuelta.

Maldita sea, es flaco.

Ojos tristes, tristes.

El dolor en su interior, el aspecto demacrado e infeliz que provoca.

Todos éramos niños. Pero tuve una infancia feliz. Bien alimentado. ¿Y el suyo? Estaba roto...

- No funcionará. No puede hablar. Los médicos tienen un mal diagnóstico.

No siempre confío en los médicos. Nos ocuparemos de este problema. Estoy acostumbrado a comprobar dos veces y conseguir lo que quiero.

Parece un tipo razonable y comprensivo... Estoy seguro de que no habla por estrés. Un conocido mío tuvo un caso similar. Lo curaron con amor y cariño... ¡Se negaron a darle pastillas! Y con razón.

A alguien le importaba un bledo la salud del chico para no tener que lidiar con él. Es más fácil diagnosticarlo con oligofrenia. Algo que no se puede curar.

Tal vez el Estado asigne más dinero para un niño así. Decidieron aprovecharse, escoria, para sacar provecho de algo sagrado. ¡Qué vergüenza!

Cuando firmé los papeles de la custodia, leí en su expediente y me sorprendió. No parece para nada un niño. Entiende el discurso, responde. El comportamiento es normal, como un niño normal. No hay tics, rarezas, defectos.

Quería agarrar a la directora por el pelo y golpear su cabeza contra la mesa. Quería preguntarle: "¿No estás loco ahí dentro?

Pero tenía prisa, pensé que me ocuparía de esa nutria más tarde.

El pobre niño no entiende por qué este mundo cruel le hace esto. ¿De qué es culpable? ¿Por qué los demás lo tienen todo y a ti te dan patadas en las esquinas como a un cachorro? Sus padres lo rechazaron, casi lo vendieron por un par de libras a los gays.

Como consecuencia de todo esto, no habla.

Pero no voy a dejarlo así, voy a ayudar.

Lástima lo del niño...

Incluso mi frío e insensible corazón se vio afectado por su historia.

Lo que también me encantó de Jana fue que estaba dispuesta a dar su vida por su hermano. No esperaba que lo hiciera. Cualquier tonto en su lugar lo habría aceptado. Viviría mi vida y dejaría que otro se ocupara de las cosas pequeñas.

Es su hermano, ni siquiera su hijo. Padres, bebedores bastardos, desalmados, tirando al pequeño tan fácilmente. Y nada les molesta. En absoluto. Para ser sincero, yo mismo no pude superarlo, aunque lo deseaba, hasta que vi el horror de ese orfanato y el Satán con falda que gobierna esta rama del infierno.

Me herví. La ira corrió como un fuego por mis venas, liberando a la bestia de fuera.

Recordando a la vaca gorda, saqué mi teléfono e hice algunas llamadas.

- ¡Stepan, hola! Es Uvarov...

Para mí no es un problema llegar al ministerio, tengo contactos en todo momento. Hay gente por todas partes, pero también hay enemigos.

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