-¡Yuzhen! -Su Gang corrió tras ellos-. No te enojes.
Lin Yuzhen sacudió la cabeza y no dijo nada.
-Si quiere irse, déjala irse. No me digas que no podemos comer sólo porque ella se va. -Su Hong resopló-: Nuestra casa es demasiado pequeña para la heredera del Grupo Lin.
Xu Ming también bufó y se sentó. Había escuchado noticias de que hubo un gran cambio en el Grupo Lin de Donghai. Pero nunca imaginó que el Grupo Lin ahora le pertenecía por completo a la familia de Yuzhen. ¿Tan ricos eran? Con razón podían comprarse un buen auto y comprarle un brazalete tan caro a su suegra. Así que habían ido con el propósito de presumir.
Después de escuchar lo que dijo Su Hong, Lin Yuzhen suspiró para sí misma. Todavía había intentado tratar a su tía mayor como un pariente antes de eso, pero ahora había decidido olvidarlo.
-Vámonos. -Jiang Ning seguía tranquilo.
Justo cuando estaban por irse, sonaron voces de alegría desde afuera.
-Gerente Xu. De verdad está aquí el gerente Xu.
Unas personas llegaron riendo y llevaban canastas con fruta y cestos.
-Escuchamos que es el cumpleaños de la suegra del gerente Xu, así que decidimos venir.
Xu Ming vio y puso una sonrisa. Eran sus subordinados del trabajo. Les había enviado un mensaje en la mañana para contarles que iba a festejar el cumpleaños de su suegra y ellos habían entendido a qué se refería.
—Qué tal, abuela Su, el gerente Xu es nuestro jefe y venimos a desearle un feliz cumpleaños. Este es un pequeño regalo de nuestra parte. Esperamos que le guste. ¡Feliz cumpleaños!
Aunque eran pocos, eran buenos para hablar y siguieron diciendo palabras de felicitaciones.
Afuera de la casa había varios autos estacionados y el primero era del gobernador Zhang. Los demás eran gente de puestos importantes en Xiancheng. Habían recibido el aviso de último minuto de que el gobernador iría y todos salieron lo más pronto que pudieron. No tenían idea de por qué la persona que controlaba Donghai había llegado a su pequeño pueblo.
Xu Ming quedó pasmado por un momento cuando vio a todos los mandamases de Xiancheng. Sólo era un jefe de departamento y no había manera de que hubiera logrado que toda esa gente importante fuera.
Cuando vio a los jefes de Xiancheng seguir respetuosamente a un grupo de hombres, Xu Ming sintió un escalofrío recorrerle la espalda, en especial cuando vio la cara del gobernador Zhang. Era una cara que había visto muchas veces en la televisión. Las piernas le empezaron a temblar.
—Directora Lin.
El gobernador Zhang vio a Jiang Ning y lo saludó ligeramente con la cabeza pero no le habló. En vez de eso, se apresuró a ir con Lin Yuzhen y la saludó de mano.
-Fui a buscarla a su oficina pero su secretaria me dijo que estaba en Xiancheng para celebrar el cumpleaños de su abuela, así que vine tan pronto como pude. ¿Estoy a tiempo de desearle a su abuela un feliz cumpleaños?
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