No había rastro del norte en Donghai. Todos entendieron qué significaba eso: no había ninguna familia poderosa del norte detrás de Huang Yuming. Los habían engañado. Habían estado tan temerosos que nadie se atrevía a actuar.
-Gracias, mayordomo Zhao.
Algunos reaccionaron ante la noticia y no dijeron nada más. Dejaron cheques sobre la mesa.
—Dinero para el té.
Luego se fueron. Después de un rato, todos se habían ido, pero Zhang Cheng pensó algo más.
—Mayordomo Zhao, ¿el maestro Fu dijo algo sobre Donghai?
Aunque no hubiera señales del norte, la verdad es que Huang Yuming había acabado con Zhou Hua. quien tenía el apoyo de una poderosa familia del norte. Entonces, sí
podía hacer eso, Huang Yuming obviamente no era ningún pusilánime y no era fácil enfrentarlo.
-Jo, jo, el maestro Fu no interfiere en esos asuntos.
El mayordomo Zhao respondió con mucha sencillez. Zhang Cheng sabía que no iba a decirle nada más, así que asintió y juntó las manos.
-Gracias, mayordomo Zhao. Me iré ahora.
Ya que no había nadie del norte detrás de Huang Yuming, no había nada a qué temerle. Si quería actuar, debía hacerlo rápido, antes de que otros llegaran. Todos tenían la vista fija en ese pedazo de carne jugosa desde hace mucho y estaban salivando de la tentación.
Un solo hombre era capaz de mantener a todos los círculos ilegales del estado de Tianhai bajo control y nadie se atrevía ni siquiera a levantar la cabeza. Y ahora él estaba diciendo que ese hombre era tan poderoso como él. Aquel hombre era casi veinte años menor que este asesino.
Incluso el mayordomo Zhao, que estaba parado a un lado, se veía impresionado e incrédulo. ¿Qué alguien en Tianhai era más fuerte que este habilidoso espadachín? Había estado con el maestro Fu durante veinte años y, además de ese asesino, él era la persona en quien más confiaba el maestro Fu. El mayordomo había visto a este mensajero de la muerte asesinar a otras personas y había visto cuán poderoso era. Ni hablar de Tianhai, sería difícil encontrar alguien tan poderoso como él aunque buscaran en todo el país. Era algo impactante.
Después de un rato, el maestro Fu por fin puso la pieza de vuelta en el tablero. Era una estrategia totalmente diferente de lo que solía jugar.
—Que lo intenten...
El asesino no dijo nada más y se concentró en el juego. El mayordomo Zhao tampoco dijo nada pero sabía que el maestro Fu estaba hablando con él y le decía que vigilara las cosas de ese lado. En todos esos años, el maestro Fu nunca se había molestado con ese joven que había surgido de repente. Pero esta vez, el maestro Fu estaba preocupado aun sin haberlo visto. Ese hombre no era ordinario.
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