Jiang Ning abrió mucho los ojos.
—¿Vas a seguir haciéndome dormir en el suelo?
Jiang Ning tenía un semblante triste cuando explicó:
—Cariño, siento que me voy a resfriar pronto. Si sigo durmiendo en el suelo, no creo que mi cuerpo pueda soportarlo.
Se veía tan triste y lastimero, como si todo lo que decía fuera cierto. Lin Yuzhen lo miró muy seriamente y notó que Jiang Ning en verdad no tenía un buen semblante.
—Entonces…
—Bueno, de cualquier manera, Su Yun sólo estará con nosotros dos noches. Lo toleraré por ahora, pero si tengo que hacerlo por dos días más, no podré soportarlo. —Jiang Ning suspiró—. Esposa, trabajemos juntos y compremos una casa más grande.
Eso era justo lo que Lin Yuzhen estaba pensando.
Ella asintió.
—Sip. Así que tendrás que soportarlo una noche más, ¿de acuerdo? Ve con cuidado cuando lleves a Su Yun a Shengcheng.
Jiang Ning le contestó:
—No te preocupes, cumpliré la misión que mi esposa me dio.
Después del desayuno, número tres llevó a Lin Wen y a Lin Yuzhen a la oficina, mientras que el hermano Gou llevó a Jiang Ning y a Su Yun a Shengcheng. El hermano Gou estaba muy emocionado, no porque Su Yun fuera bonita, sino porque iba a Shengcheng. Ese aterrador lugar, lleno de peligro. En el pasado, nunca se hubiera atrevido a ir. Para él, ir a un lugar como ese era, en pocas palabras, marchar hacia su propia muerte. Ahora iba con Jiang Ning, así que estaba a salvo.
—Cuñado, no te ves muy bien —murmuró Su Yun—. ¿No dormiste bien anoche?
Su Yun se volteó para mirar a Jiang Ning. Él estaba completamente a cargo del itinerario, por lo que irían a la universidad a la que él decidiera primero.
—Déjame visitar a algunos amigos primero —contestó Jiang Ning—. Después de todo, donaron dinero para la infraestructura de Donghai.
El hermano Gou entendió de inmediato a lo que se refería y dio vuelta en la esquina.
Zhang Cheng y el resto habían sufrido una gran pérdida en esta ocasión. Perder cincuenta millones de dólares no era tanto problema. La peor parte fue que sus mejores hombres estaban heridos. Las extremidades rotas de Lin Wu acababan de recuperarse y ahora estaban rotas de nuevo. Las cuentas médicas ni siquiera eran importantes. El problema era que su recuperación tomaría al menos un par de meses.
Zhang Cheng estaba enojado y frustrado, pero también estaba asustado. Jiang Ning es aterrador. Los lobos que lo siguen también son aterradores. No quería volver a poner pie en Donghai. Ese lugar era un torbellino, y quien sea que entrara ahí tendría una muerte segura.
La escena frente a él era bastante extraña. Había una docena de ellos, todos acostados en camas de hospital, con brazos y piernas enyesados o vendados, como si este hospital se especializara en tales lesiones.
—Jefe, no podemos dejar que esto quede así¬ —exclamó Lin Wu con los dientes apretados, a pesar de no poder siquiera mover el cuello—. Si se esparce la noticia, quedarnos en Shengcheng sería una vergüenza.
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