La compañía acaba de pasar una crisis terrible y hubo muchos que no pudieron soportarlo y tomaron la oportunidad de renunciar. Seguían en la oficina con la confirmación de su renuncia en mano. Ahora estaban estupefactos. Apenas había pasado media hora desde que renunciaron. ¿Cuánto habían perdido? Se les revolvió el estómago. Sin embargo, a Jiang Ning no le importaban.
Después de volver a la oficina, Lin Yuzhen no pudo sino respirar muy hondo. De verdad no tenía idea de por qué Jiang Ning quería hacer esto. Un incremento de sueldo del 50% sería lo más convincente para asegurar que el personal trabajara con más empeño y se sintiera más confiado en su trabajo.
-Eres un jefe muy generoso, Jiang Ning -dijo Lin Yuzhen, haciendo un puchero.
Ella y Lin Wen prácticamente trabajaban para él. Esta enorme compañía era de Jiang Ning.
-El sueldo de mi esposa también debe subir. -Jiang Ning sonrió y sacó su tarjeta-. Quédate la tarjeta como manutención.
Lin Yuzhen le echo un vistazo y vio que era del mismo tipo de tarjeta negra. No sabía cuánto dinero habría en esta.
—¿Y tú? —Fingió descontento y resopló—: ¿No te da miedo que vaya a tomar todo tu dinero y huir?
-Tengo más.
Jiang Ning extendió su mano y le mostró varias tarjetas negras. Lin Yuzhen no dijo más. De repente sintió ganas de pellizcarlo hasta matarlo. ¿Cuánto dinero tenía este tipo? Había usado esa tarjeta para gastar un millón de dólares en dos autos, luego gastó otros cientos de miles en ropa para su familia. Para él, parecían ser sólo unos cuantos centavos. Ni siquiera dudó.
-¿Dijiste antes que sólo hay un Grupo Lin en Donghai? -Lin Yuzhen cambió de tema. No quería pensar más en cuánto dinero tenía Jiang Ning, aunque definitivamente tenía más que ella.
De hecho, Jin Ran se había desmayado por la paliza.
—¿Qué hacemos ahora, joven amo Yu?
Sus subordinados tampoco esperaban que eso sucediera. Las cosas no iban según el plan de Yu Fang. Esto los sorprendió mucho porque nunca se equivocaba.
—Envíen a Jin Ran de vuelta a Shengcheng. —Yu Fan miró el gran edificio desde lejos y su mirada se endureció al reír fríamente-. Parece que no lo han presionado lo suficiente. Lo subestimé, pero ahora estoy mucho más interesado en él.
De inmediato ordenó que alguien llevara a Jin Ran a Shengcheng. A nadie le importaba Lin Feng. Se quedó tumbado y enrollado en el suelo como un indigente. El dolor no lo dejaba hablar y tampoco podía moverse. Un perro se le acercó y lo olfateó. Luego, levantó una pata y se orinó en la cabeza de Lin Feng.
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