Adam se quedó pasmado por un momento, luego miró a Vanesa.
—¿Qué? ¿Estás celosa? —dijo con su voz un poco burlona,
Adam era un chico de chismes, así que se apresuró a acercarse.
—Para ser honesto, todavía amas a mi jefe, ¿no? Si es así,...
—¡¿Qué tontería?! —se rió—.No soy tonta. Hay tantos peces en el mar. ¿por qué tengo que pescar este tipo de hombre?
Adam se quedó aturdido y movió la boca.
—Oye, jefe se enojará si escucha esto.
—No me importa —la voz de Vanesa era ligera.
Los dos caminaron lentamente hacia la puerta del hotel, justamente había personal llevando de regreso las mesas y sillas sin usar.
—Cuidado con el hombre que habló contigo a propósito, se veía astuto. No creo que sea una persona honesta. —Adam esperó un rato y no pudo evitar decir cuando dejaron paso al personal.
Vanesa volvió la cabeza y miró a Adam.
—Entonces, ¿Qué tipo de hombre se veía honrado? ¿Santiago?
Adam frunció el ceño pero no dijo nada.
—O sea, tu jefe tiene mala intención cuando habla con una chica guapa.
—¿Por qué aún hablas mal de tu ex-marido? ¿Le odias? —Adam estaba desconcertado y sorprendido.
—No... —Vanesa resopló.
Solo se sintió molesta al mencionar este hombre...
—Te estoy hablando en serio, eres una chica, debes tener cuidado estando sola afuera. Mira los hombres peligrosos que hay a tu alrededor, es muy fácil que salgas perdiendo con esos tipos.
—¿Qué voy a salir perdiendo? Todos aquí son para divertirse—. Vanesa abrazó sus hombros, su postura parecía un poco perezosa.ignorando y continuó, —Todos somos adultos, sabemos tomar estas cosas con una mente abierta. Además, ya no soy una chica inocente, ya sabes.
Adam seguía parpadeando.
Santiago nunca había visto a Vanesa así antes.
En el pasado, tampoco había pasado mucho tiempo con Vanesa, la mayor parte del tiempo ella era callada y obediente, e incluso un poco halagadora delante de él, de hecho, no le gusta esa versión de Vanesa.
Santiago recogió su mirada y caminó hacia Adam. Por su lado, Vanesa volvió directamente a la habitación. Todavía no se encontraba muy bien y sentía náuseas.
Su estómago siempre había tenido problemas, porque en el pasado su vida fue un poco miserable.
Vanesa se acercó a la ventana y miró hacia abajo.
Santiago y Adam todavía estaban en la entrada, no sabía lo que estaba hablando, pero Santiago de repente volvió la cabeza y miró arriba, la ventana de su habitación..
Las miradas de ellos se cruzaron.
Vanesa se sorprendió, como era demasiado tarde para evitarlo, simplemente se quedó allí fingiendo firmeza.
Santiago la miró fijamente durante mucho tiempo, era raro que pareciera muy concentrado.
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: Jefe Atrevido: Amor Retardado